Pinar del Río es cuna de pintores. En esta tierra han nacido importantes creadores como Domingo Ramos Ravenet, Tiburcio Lorenzo Sánchez, Arturo Montoto, Pedro Pablo Oliva (Premio Nacional de Artes Plásticas), Eduardo Ponjuán (Premio Nacional de Artes Plásticas), Juan Suárez Blanco, Tamara Campo, y otros tantos. Cada uno se mueve en su propia línea creativa; línea que se torna abanico cuando se mira la variedad de estilos y temas que abordan desde su particular perspectiva.
La escuela de Arte de Pinar del Río se fundó en el año 1946. Desde entonces tuvo diversas sedes, pero siempre el mismo objetivo: la formación profesional del talento innato de muchos de los hijos de esta tierra. Formación que no se limitó a tenerlos para sí, sino que los lanzó a la “paleta” del reconocimiento nacional e internacional.
En diferentes períodos, se tenía acceso a la formación elemental y de nivel medio. El nivel superior se comienza a completar en La Habana, Cuba, con la fundación del Instituto Superior de Arte, hace ya más de 40 años. Con el paso del tiempo, se fue limitando el ingreso solo para los estudiantes de nivel medio, incluso, llegó el momento en que era necesario haber culminado el preuniversitario para poder entrar en la Escuela de Arte. En 2001 se abren las posibilidades para jóvenes de nivel medio, esta vez bajo el nombre de “Plan de Noveno Grado”, coexistiendo ambos “Planes” en el mismo Centro. En el 2006 nuevamente se limita la entrada a solo estudiantes que hubiesen culminado la secundaria básica.
En el curso 2012-2013, se cierra la Escuela, y no solo esta, sino muchas a lo largo de la isla. Entonces se justificó el hecho con la escasez de materiales y por tanto surgió la necesidad de unificar las Academias en algunas regiones del país. Las occidentales se concentraron en la Academia de San Alejandro, en La Habana; existiendo además una en Cienfuegos y otra en Santiago de Cuba. Esto significó la drástica reducción de los posibles ingresos, porque San Alejandro sigue teniendo los mismos espacios y, de cualquier forma, la misma precariedad de recursos. Si bien fue la primera Academia de Arte fundada en Cuba, con maestros cubanos, no es suficiente en el siglo XXI una sola academia para cinco provincias y el municipio especial Isla de la Juventud. La formación artística no es cosa que se deba o pueda masificar. Es, como el resto de las profesiones, una vocación, un llamado para hacer algo específico, y que ahora se ve restringido ¿por las limitaciones del país? Pinar del Río, y apuesto que también el resto de las provincias, siente y lamenta la ausencia de una Escuela Profesional de Artes Plásticas. Pinar es cuna de pintores.
No obstante, tras varios años del cierre, gracias a Dios y la voluntad de artistas pinareños, surgen propuestas que han alcanzado colocarse ya en plano nacional. Esto, gracias a los resultados de trabajo que presenta: díganse exposiciones, conferencias, participación de artistas extranjeros, talleres de niños, adolescentes y jóvenes, la formación e inserción de jóvenes artistas en galerías y salones. Esto acontece bajo el amparo del proyecto Artístico-Pedagógico “Farmacia”, que dirige el artista Juan Carlos Rodríguez, director del Museo de Arte de Pinar del Río, MAPRI.
Cada año se abre una nueva convocatoria, y como si se tratase en verdad de una “Academia”, se va avanzando en contenido y niveles. Los talleres involucran a niños desde los tres años de edad, y jóvenes de hasta diecisiete. No necesariamente llegarán a ser artistas, pero alcanzarán la adultez con un grado de educación y cultura que difícilmente les ofrezcan los distintos niveles de enseñanza.
Analizando lo expuesto se podría decir que con los resultados de este Proyecto, no se necesita Academia. Pero “Farmacia” es eso, un proyecto. Un proyecto que debería convertirse en escuela, institucionalizarse, legitimarse, no solo desde el campo artístico, sino hacerse válido también desde el pedagógico. Debe ser reconocido como Escuela y constituir un incentivo para la reapertura de la añorada Academia de Arte de Pinar del Río.
Fidel Castro, en su discurso “Palabras a los intelectuales”, pronunciado en el año 1961, decía que: “…No debemos olvidarnos tampoco de los miles y miles de talentos que se habrán perdido en nuestros campos y en nuestras ciudades por falta de condiciones y de oportunidades para desarrollarse, que son como aquellos genios ocultos, los genios dormidos que estaban esperando la mano de seda…, que vinieran a despertarlos, a formarlos”.
¿Será que los artistas nunca han sido olvidados? ¿O será que no son los profesionales que necesita el país en este momento…?
Wendy Ramos Cáceres (Guane, 1987).
Artista de la Plástica.
Estudiante de Conservación y Restauración en el Instituto Superior de Arte.
Reside en Pinar del Río.