La educación sexual de mi hija: responsabilidad familiar

Viernes de Rosalia

En estos días se debate el tema de la educación de la sexualidad de los niños y adolescentes en el programa de las escuelas que, en Cuba, todas son del Estado y todas tienen la misma orientación política e ideológica aunque sea derecho de los padres poder elegir libremente la educación que crean más conveniente para sus hijos.

Este debate surge a partir de la Resolución del Ministerio de Educación de Cuba 16/2021 que lleva por título: “Programa de Educación Integral en Sexualidad con enfoque de género y derechos sexuales y reproductivos en el Sistema Nacional de Educación”. Aunque debates parecidos ya habían surgido desde 2018 cuando se intentó ponerlo en la Constitución.

No entraré en el análisis jurídico ni en el rechazo que las Iglesias han tenido ante la intromisión el Estado en la educación de los hijos.

Solo abordaré este asunto como madre que soy. Tengo una hija de 6 años. Tengo que llevarla obligatoriamente a la única escuela, y tengo que irle rectificando en la casa el adoctrinamiento al que es sometida. Por suerte, su padre y yo, junto con sus abuelos y tíos, nos hemos ocupado de su formación mucho antes de que comenzara la escuela.

Tengo que decir, como madre, que no solo tengo el derecho de elegir el tipo de educación que creo que es el mejor para mi hija, sino que eso es mi primer deber como madre junto con su padre. Así como tenemos la obligación de darle, desde que nació, comida, medicamentos, ropa, zapatos, cama y techo, y se lo hemos dado por nuestra cuenta, de la misma forma le venimos dando educación moral y cívica adecuada a su edad y modales en la mesa, en el trato, en la forma de expresarse, etc. Entonces, ¿por qué la Escuela y el Estado me van a sustituir en lo relacionado con la sexualidad y el género?

La familia es lo primero y principal contando en ella a Dios. Por tanto, no dejaré de cumplir con mi deber y derecho de madre en todos los aspectos y contenidos de la educación de mi hija. Solamente su padre y yo, y después el resto de la familia con nuestro consentimiento, podemos determinar qué formación le damos a nuestra hija, cuándo se la damos, dónde se la damos y cómo levantamos esa educación sobre los valores y virtudes religiosos, familiares y sociales que estimemos que mejor formarán a nuestra hija.

En este tema no hay dudas ni alternativas que inventar: la familia está primero que la escuela y que el Estado, y en la familia los padres están primero que todo en la responsabilidad de educar a sus hijos.

 

 


  • Rosalia Viñas Lazo (Pinar del Río, 1989).
  • Miembro del Consejo de Dirección del CEC.

 

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