La cultura tributaria en Cuba. Al César, ¿lo que es del César?

Por Karina Gálvez Chiú
El sistema tributario constituye una de las herramientas más importantes en manos del Estado para regular la economía. De forma muy general: para estimular, bajar los impuestos; para frenar, subirlos.

Por Karina Gálvez Chiú
El espíritu de un pueblo, su nivel cultural, su estructura social, las acciones que su política pueda preparar,
todo esto y más está escrito en su historia fiscal…
El que sepa aquí escuchar a su mensajero, podrá discernir el trueno de la historia mundial
con mayor claridad que en ningún otro lugar.
Joseph Schumpeter
Foto: Orlando Luis Pardo Lazo.
Foto: Orlando Luis Pardo Lazo.
El sistema tributario constituye una de las herramientas más importantes en manos del Estado para regular la economía. De forma muy general: para estimular, bajar los impuestos; para frenar, subirlos. La redistribución de la riqueza creada en el país depende en gran medida, de la política tributaria del gobierno. El establecimiento de impuestos justos es muy importante para cualquier economía y también para evaluar el desempeño de cualquier administración política. Por una parte, exigir su aporte a todos, cuidando de que los que más ganan realicen un aporte mayor, y garantizar que los recursos se utilicen para el sostenimiento del bien común y para ayudar a los que quedan fuera del “juego” de la economía. Por otra parte, velar por que el establecimiento de los impuestos estimule más o menos, los sectores más importantes o necesarios en determinado momento económico. Combinar justicia y efectividad en los impuestos es un reto para cualquier gobierno.
La cultura tributaria en Cuba
Los cubanos tenemos poca cultura tributaria, pues en los últimos 54 años, los impuestos no han existido para la mayoría, o han constituido una carga verdaderamente aplastante para los contribuyentes. Es por eso que, al surgir una nueva ley tributaria, ha sido necesario explicar por varios medios y en diversas ocasiones, en qué consiste la misma, qué de nuevo tiene y qué ventajas o desventajas tiene para los contribuyentes. La nueva Ley No. 113, puesta en vigor desde el 1 de enero de 2013, deroga la anterior Ley No. 73, de fecha 4 de agosto de 1994.
El problema con los tributos en Cuba es que, por más que cambian las cuantías y formas, continúan siendo algo ajeno a los ciudadanos. Parece ser que en Cuba existen dos actitudes imperantes ante los impuestos: desentenderse o evadirlos violando la ley.
Los impuestos que gravan a las empresas estatales, no constituyen un problema para estas. Si toda la ganancia va al Estado, por ser el dueño, que también un porciento de la misma se aporte en forma de tributo, no hace diferencia. De todas maneras, los trabajadores no serán partícipes de la ganancia obtenida en la mayoría de las empresas. Es entendible que, al no haber propiedad privada, los ciudadanos se desentiendan de este tipo de impuesto.
Los impuestos que constituyen una preocupación para los ciudadanos, y casi solo para los que trabajan por cuenta propia o quieren hacerlo, son los impuestos sobre ingresos personales y aquellos que gravan propiedades, productos o servicios, que de manera indirecta inciden en los ingresos personales.
El rechazo de los trabajadores por cuenta propia al pago de impuestos (hasta cierto punto normal), se multiplica hasta el punto de prevalecer en los ciudadanos, una mentalidad que justifica el impago y la evasión. En una situación de economía sana, pagar impuestos, aunque no es agradable, es asumido por la mayor parte de los ciudadanos como un deber social. Como cualquier deber, siempre hay quienes lo incumplen, pero el problema en Cuba es que, incumplir este deber se convierte en una necesidad, en una opción de supervivencia, por lo que es una actitud aceptada por la generalidad de la población, incluso por funcionarios de las oficinas de recaudación. A veces es tan sencillo como optar entre pagar los impuestos cabalmente o tener recursos para mantener un negocio que solo da para comer.
Entre las causas de estas actitudes ante los impuestos (desinterés o violación de la ley), que pueden ser diversas, debemos mencionar:
  1. 1.Los impuestos, especialmente el impuesto sobre ingresos personales, constituyen una carga insoportable para los contribuyentes. No importa cuánto bajen los impuestos, los ciudadanos tendrán dificultades para pagarlos.
Esto se debe, sobre todo, a que no se tiene en cuenta, que los ingresos personales ya están gravados por los precios inflados al tener que pagar en divisas casi todos los productos de primera necesidad. Además de que en la ley actual no hay ninguna cantidad exenta de pago (hasta $5000 en la anterior), solo bajó el porciento para los que ganan entre $10000 y $20000, y los que obtienen ingresos por encima de $20000 hasta $30000. A esta situación, deben agregarse las dificultades, para mantener cualquier negocio, que representa el escaso mercado y pocas oportunidades para obtener materias primas y mercancías sin la existencia de un mercado mayorista donde adquirirlas a precios diferenciados. Las ganancias están por debajo del nivel que se necesita para cubrir gastos del negocio y vida digna del cuentapropista.
  1. 2.Los ciudadanos no podemos ver claramente el uso que se hace de estos recursos. No funciona con eficiencia casi ninguna institución pública. Los servicios de salud son gratuitos pero cada vez más ineficientes y con menos posibilidades de enfrentar enfermedades que ya parecían superadas, como el cólera o la tuberculosis. Podemos estar enfrascados en la fabricación de una importante vacuna, pero es difícil hallar aspirinas en una farmacia o contar con una ambulancia. En un hospital donde se hace un trasplante de corazón puede resultar imposible realizar un ultrasonido simple o una radiografía, por falta de equipos o de personal especializado. La educación cada vez es más instrucción y adoctrinamiento. La calidad de los maestros está cada vez más en duda y la mediocridad hace olas en nuestra sociedad. Los bomberos no evitan incendios evitables, la policía no detiene a los ladrones, las calles están sucias y en malas condiciones, el transporte público es ineficiente, en fin, “¿para qué se usan los impuestos?”, sería una pregunta obligada para una conducta cívica.
Una justa y efectiva política tributaria
Los cubanos estamos poco acostumbrados a pagar impuestos justos. Por eso, una vez producido el cambio en Cuba, una de las principales dificultades será fomentar una cultura tributaria, una conducta honesta en relación con los impuestos. Si tenemos en cuenta las causas de la baja cultura tributaria, la educación en este aspecto económico, será más fácil.
Los tributos, especialmente los impuestos, deben constituir para los ciudadanos, una oportunidad para contribuir al bien común, sin que ello constituya una carga excesiva para nuestros ingresos. La posibilidad de trabajar para el bienestar personal y familiar, con la tranquilidad de hacerlo en la legalidad, es un aporte de los impuestos justos. Y, sobre todo, responder a la exigencia de los impuestos, nos da el derecho de exigir al Estado la garantía de los servicios públicos y el cumplimiento de sus deberes como responsable de la seguridad y el bienestar de la nación; con el convencimiento de que no se trata de un favor emanado de la generosidad de ningún gobierno o gobernante, sino del resultado de nuestro aporte propio, fruto del trabajo honesto. Pagar puntualmente los impuestos y estar atentos al uso que de ellos hace el Estado, puede ser una fórmula para una conducta cívica adecuada.
Deben constituir para el gobierno, un modo de regular la economía con economía. Los tributos, bien establecidos, permiten estimular o frenar la inversión o conducirla hacia aquellos sectores más convenientes. Representan una fuente de ingreso muy segura para el Estado, que debe utilizarlos para cumplir con sus funciones de garantizar en la mayor medida posible, el bien común y una distribución equitativa de la riqueza. Un sistema tributario justo permitirá redistribuir riqueza sin necesidad de violar el derecho a la libertad de iniciativa privada (por el contrario, estimulándolo) para monopolizar toda la economía como vía de obtener ingresos más que suficientes. La justicia de la política fiscal habla de la legitimidad de un gobierno.
Exigir más a los que más tienen y usar lo obtenido para aumentar el bien común, de forma transparente y eficiente, puede ser una fórmula para un gobierno democrático.
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Karina Gálvez Chiu (Pinar del Río, 1968)
Licenciada en Economía. Profesora de Finanzas en el IPE Rafael Ferro
Fue responsable del Grupo de economistas del Centro Cívico.
Es miembro fundador del Consejo de Redacción de
Convivencia.
Vive y trabaja en Pinar del Río.
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