La crisis venezolana ha generado ya fuertes impactos en la economía y la sociedad cubanas que pueden llegar a ser aún más graves. Hay consecuencias de diferente tipo: sobre la sociedad en general; sobre el Estado y su aparato burocrático como tal, sobre las distintas capas de la sociedad, sobre la influencia y el prestigio nacional e internacional del gobierno cubano y en general sobre la evolución del proceso social, económico, político y cultural que vive Cuba.
En relación con las afectaciones generales a la economía del Estado hay abundante información y análisis en las redes. Baste citar lo que expresó el economista Pavel Vidal, a Financial Times1: “En las condiciones actuales, el Producto Interno Bruto de Cuba se hundirá en territorio negativo este año, y disminuirá 2,9 % en 2017. Pero si las relaciones con Venezuela se desmoronan por completo, el PIB podría caer un 10 %”. Y efectivamente, según el propio gobierno cubano: en el 2016 la economía cubana decreció un 0,9 % en su PIB: entró en recesión. Estamos a mediados de 2017 y la situación empeora. Si cayera el gobierno de Maduro, el bajón del PIB, sería brutal.
Lo cierto es que la entrega de petróleo venezolano a cambio de servicios médicos se fue reduciendo hasta el 40% en el 2016 y en algunos meses de 2017 llegó a cero, con afectaciones violentas para la economía interna, la tercerización y la exportación de productos refinados. La entrada por venta de servicios médicos disminuyó simplemente porque Venezuela no podía pagar. Todo en medio de la baja de los precios del crudo.
Consecuencias claras: El gobierno cubano perdió liquidez y dejó de contar con varios miles de millones de dólares y con el combustible necesario para mantener el nivel de funcionamiento de su economía y el de todo su aparato gubernamental de dominación: fuerzas armadas, seguridad del Estado, burocracia para controlar sus ministerios y empresas, afectaciones al sistema general de salud y educación, aparatos de coerción ideológica, organizaciones de masa, prensa, etc.
Ya el General y Presidente pidió a Putin la reanudación de los envíos de crudo y Rusia manifestó su disposición positiva “si aparecía financiamiento”.
Especialistas en la economía cubana2 indican que la agricultura y la industria sufrirán una contracción para el 2017 del 9 y el 7,3 %, respectivamente y la inversión caerá 20 %. Se espera una disminución de las exportaciones, mayor que la reducción de importaciones, por lo que se prevé un déficit en la balanza comercial de bienes y servicios que afectará los pagos a los acreedores internacionales y la estabilidad financiera.
También prevén un incremento del déficit fiscal, que pudiera superar el 9 % en el año 2017, lo que hace probable un aumento de la inflación cercano al 10 % en este año. Consecuentemente, esto implicará una disminución, de proporción similar o mayor del poder adquisitivo del salario medio. Como consecuencia, el consumo debe disminuir en un 7,5 % en el 2017 y debe haber un ligero aumento de la tasa de desempleo, todo lo cual afectará a los trabajadores estatales y sus familiares fundamentalmente, aunque menos que en los 90, gracias a las remesas más diversificadas y amplias que entonces.
En el 2016 aumentaron las salidas masivas de cubanos, sobre todo de jóvenes, por tierra o por mar y se produjo una disminución de 8192 nacimientos con relación al año anterior. No hay datos disponibles, pero de seguro la población decreció sustancialmente y aumentó su envejecimiento.
La visita de Obama a Cuba el año pasado, concebida para dar un impulso al proceso de normalización de relaciones con EUA, tuvo un efecto contraproducente por la reacción del gobierno cubano que se aterró ante las simpatías del pueblo cubano hacia el mandatario norteño y la eventual profundización del acercamiento. Así se frustraron las esperanzas de mejorías surgidas entonces.
La eliminación de la política “pies secos/mojados” por el gobierno de Obama, antes de finalizar su mandato, trancó el éxodo hacia EUA, pero aumentó las presiones internas al mantener dentro a muchos descontentos con el sistema.
Estas incidencias en las relaciones con EUA, se combinaron con la crisis venezolana, para complicar más la situación interna cubana.
El estancamiento general de la economía y los reacomodos a los que se ha visto obligado el Estado para sobrevivir y evitar un colapso tipo Periodo Especial, sin haber realizado las reformas y cambios económicos y políticos necesarios, han generado otras complicaciones, tales como reducciones sensibles a las asignaciones de combustibles para los autos de la burocracia, menos la necesaria para mantener y hasta ampliar la represión.
Se afectó seriamente el combustible para la agricultura y lo que del mismo se desviaba para el transporte privado, lo cual generó un aumento del precio del combustible y de los pasajes, con todas las presiones que esto ha generado.
Se ha constatado una disminución sensible de las ofertas de alimentos en las tiendas en CUC que han afectado a más del 50% de la población con acceso a esa moneda. Por la disminución de esa oferta, los negocios privados que procesan y venden alimentos (cafeterías, paladares, casas para turistas) por tener más capacidad de compra y gestión lógicamente empezaron a concentrar productos para sus negocios, lo cual aumentó la escasez de alimentos. El Estado, que monopoliza la venta de alimentos con divisas, se aprovechó de la situación para aumentar los precios.
Para tratar de remediar el fenómeno y garantizar que los negocios particulares que ofertan alimentos puedan seguir funcionando y pagando altos impuestos al Estado, este se inventó un mercado al por mayor pero exclusivo para esos clientes, donde los precios siguen siendo de mercado al por menor, solo que ahora con productos garantizados para los grandes aportadores de impuestos.
Como es una experiencia reciente, todavía no se conocen las consecuencias; pero no sería difícil intuir que el Estado priorizará esos mercados sobre los de acceso popular, que la oferta seguirán disminuyendo para los otros mercados, que por tanto deberán seguir aumentando los precios de los alimentos y que no sería extraño que surja una nueva forma de mercado negro a partir de estos “merca-hostales”, de paso, nuevas oportunidades para la corrupción burocrática.
Con la disminución de las asignaciones de combustible a la agricultura, también este año debe haber una disminución aun mayor de productos agrícolas y un consecuente aumento de los precios. Ya se anunció que la zafra azucarera de este año se quedó en el 85% del plan.
En busca de dinero líquido se introdujo Internet vía wifi y otras opciones de las nuevas tecnologías, las que, sin embargo, han ayudado a mucha gente entender lo que está pasando en el país.
Como la burocracia voluntarista del gobierno- Estado-partido jamás ha entendido nada del mercado, al que consideran “capitalista”, la reacción natural del pueblo al aumento de precio de los pasajes de los boteros provocó respuestas de tipo represivas y el invento de las cooperativas-paraestatales de taxis, a las que pocos auguran un buen futuro, por su natural desconexión con el cooperativismo auténtico y su cercanía al sistema estatalista corruptor.
Y como todos los males vienen juntos, pues todos están interconectados por el sistema estatal-burocrático y sus leyes absurdas y antieconómicas, naturalmente ha habido un aumento de la corrupción, de la protesta y de la represión que es la salida que se le ocurre al régimen antidemocrático, para tratar de mantener el control sobre la sociedad que se le va entre los dedos.
Significativas han sido las expulsiones de profesores y estudiantes de las Universidades por no compartir el pensamiento oficial, para obstaculizar el proselitismo opositor en esos centros docentes o como forma de presión contra familiares de opositores, buscando doblegar sus voluntades.
Desde el punto de vista internacional, lo que está ocurriendo en Venezuela es la demostración de que el populismo estatalista creído de izquierda y llamado socialismo, distribuidor y dilapidador de la riqueza nacional, termina por destruir las economías de esos países, donde se impone una tiranía si finalmente no se mantienen los sistemas democráticos.
Y todo el mundo sabe que detrás de esa ola en recesión, siempre ha estado el gobierno cubano que aupó el chavismo y el neo-chavismo de Maduro y sobrevivió casi dos décadas más, gracias al petróleo de Venezuela, cuando a finales de siglo XX por la caída de la URSS entró en crisis y empezó a realizar reformas de mercado, que revirtió cuando sintió el apoyo de Chávez.
Hoy, el proceso económico político, social y cultural cubano, solo podría salir adelante con profundas transformaciones que la burocracia se resiste a realizar y como no aparece en el horizonte otro mecenas, se están tensando y estresando las articulaciones del sistema que, en su afán de supervivencia, explota más aún a sus asalariados ya mal pagados, a cuentapropistas y cooperativistas y busca desesperadamente inversiones y préstamos en fuentes “imperialistas”.
Pero la misma crisis económica inocultable, el récord perjudicial histórico de pagos de su deuda externa, las experiencias negativas de los inversionistas extranjeros, la estrecha cartera de inversiones y las leyes y regulaciones que obstaculizan la materialización de la inversión extranjera, impiden todo despegue de la misma. Otro factor negativo ha sido el temor a promover la inversión de cubanos residentes en el extranjero.
Las propias incongruencias del gobierno le han embargado las oportunidades que se le abrieron con el gobierno de Obama, le han impedido desarrollar fuertes sectores de economía cooperativa y privada y no han dado ni un solo paso para compartir efectivamente el control y las ganancias de las empresas estatales con sus trabajadores de manera que estos se sientan comprometidos con la empresa y contribuyan efectivamente a su desarrollo y eficiencia.
Hoy la revisión está planteada, pero con mayor urgencia. La eventual caída del régimen de Venezuela, podrá significar incluso una ruptura con el gobierno posterior y la eliminación completa de los vínculos económicos con ese país, el regreso de miles de médicos y profesionales a los que habrá que encontrar trabajo, y un enorme desprestigio en el orden político en la región latinoamericana e internamente.
La oposición y la disidencia han ido creciendo en los últimos años y hasta ahora el gobierno ha podido dividirla y controlarla con mano de hierro. Un cambio brusco en Venezuela puede estimular un mayor descontento popular y precipitar un desborde de la oposición y la disidencia, pues caldo de cultivo, hay más que suficiente.
Pero entonces la mano de hierro, por tanta dureza, podría quebrarse, sobre todo si escasean los recursos para su sostenimiento, si la presión internacional sobre las violaciones de los derechos civiles y políticos de los cubanos aumenta y si la oposición y la disidencia fueran capaces de presentar un amplio frente político común por la democracia y hacer un adecuado uso de internet y las nuevas tecnologías para difundir el desastre del régimen, sus violaciones y abusos con el pueblo cubano y sus programas de cambios democráticos.
El análisis histórico de sistemas como el cubano, sugiere que los cambios trascendentes se forjan y desarrollan internamente. Cambian desde dentro, por apoptosis.
Referencias
1https://www.martinoticias.com/a/en-medio-de-austeridad-gobierno-cubano-poe-a-sus-turbas-en-alerta/126757.html
2https://www.martinoticias.com/a/cuba-sufre-shock-venezolano-lentitud-reformas-internas-economista/126821.html
Pedro Campos Santos (Holguín, 1949).
Licenciado en Historia en la Universidad de La Habana.
Exdiplomático. Investigador en el CESEU, Centro de Estudios sobre EE.UU. de la Universidad de La Habana.
Actualmente es jubilado.
Reside en La Habana.
Fue Premio de Ensayo 2012 de la revista Espacio Laical.
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