LA CONTINUIDAD NO ES UN PROYECTO VIABLE

Lunes de Dagoberto

En la medida que aumenta el estado de opinión de que el cambio se acerca en Cuba, va creciendo la certeza de que es absolutamente necesario prever hacia dónde se quiere cambiar. Se hace más evidente que salir del proyecto que fenece no es suficiente, que lo más importante es pensar en proyectos viables y novedosos para la reconstrucción del país.

Tengo la convicción de que la democracia comienza a edificarse desde el momento en que se comienzan los itinerarios de pensamiento y propuestas para Cuba. Es por ello que, venimos realizándolo: primero en el Centro de Formación Cívica y Religiosa hace 20 años, y después, en el think tank del Centro de Estudios Convivencia (CEC-Cuba) que ya cumple 10 años realizando sus Encuentros de Pensamiento y Propuestas para el futuro de Cuba.

El CEC ha publicado, a disposición de todos, en su sitio web, 15 informes con una visión, objetivos, estrategias, acciones y leyes consensuados entre pensadores de la Isla y de la Diáspora, cuyas temáticas no solo ofrecen una mirada holística de la república que deseamos sino prevén y diseñan, más concretamente, las propuestas para sectores tan importantes como: Economía, Marco jurídico, Educación, Cultura, Medios de comunicación, Agricultura, Sistema de Salud, Infraestructuras, Cuidado de las personas de la tercera edad; y otras propuestas más generales como: Ética, política y religión; Cómo enfrentar los tres flagelos que Convivencia considera más peligrosos en el presente y el futuro de Cuba: La corrupción, el narcotráfico y la inseguridad ciudadana; La gobernanza y la gobernabilidad en el futuro de Cuba; Las relaciones internacionales y el servicio exterior en el futuro de Cuba; El aporte de la Diáspora a la reconstrucción de Cuba; así como una Hoja de Ruta para una transición pacífica, ordenada, ágil y eficaz. Estos Informes pueden ser leídos y descargados gratuitamente en www.centroconvivencia.org/propuestas. Este trabajo de prospección estratégica para Cuba continuará con otras temáticas.

¿Nuevos proyectos o continuidad?

Sin ninguna duda, estamos en la etapa terminal de lo viejo y se nos echan encima los tiempos nuevos. Entonces, a tiempos nuevos corresponden proyectos nuevos. La pregunta clave para poder prever el futuro sería, primero identificar: ¿quiénes proponen proyectos nuevos y viables, y quiénes proponen atrincherarse en la llamada “continuidad”?

La respuesta es evidente: De la sociedad civil se propone lo nuevo y viable. Y desde el poder se propone la continuidad.

Ahora bien, ¿qué nos dice la realidad que estamos viviendo?

Que la continuidad es perpetuar el fracaso, la ineficiencia y la miseria que han tenido 66 años para solucionar y no han podido ni querido.

Que algunos de los proyectos nuevos y viables han tenido éxito, eficiencia y prosperidad, demostrada y sostenible, en países de las más variadas culturas, religiones, ubicación geográfica, disponibilidad de recursos y otras condicionantes. Lo que tienen en común es la libertad y la responsabilidad.

La continuidad no es un proyecto viable y eficaz. No tiene futuro. Es seguir en lo mismo. La continuidad es caminar hacia la nada. La continuidad es conservadurismo, reacción e involución.

Cuba necesita proyectos pacíficos, nuevos, plurales, viables, democráticos y eficaces.

El cambio fraude es otra forma de continuidad

Llegados a esta altura de nuestra reflexión creo necesaria una última precisión:

Cualquier variante de modelo que perpetúe la esencia de la continuidad o que, regresando al pasado caduco, imponga un sistema dominado por una oligarquía militar o familiar que se reparta el “pastel”, o sea la que se beneficie de la “piñata”, excluyendo a la mayoría de la nación sin libertades políticas, cívicas, libertad de mercado, de empresa, de comercio, de importación y exportación; es decir, un proyecto aparentemente nuevo y solo alcanzable para los de la continuidad, debe ser considerado y es un cambio fraude.

Ese tipo amañado de supuesto cambio es una forma maquiavélica, gatopardista, alevosa, de arrebatar la libertad, la responsabilidad, la participación y la democracia a todo un pueblo para que los “Cambia colores”, como les llamaba el Padre Félix Varela en El Habanero, puedan hacer como el camaleón, que cambia de color a nivel epidérmico pero que son siempre los mismos en sus entrañas sistémicas.

Digámoslo por lo claro:

Cuba no necesita el modelo ruso, ni el chino, ni el vietnamita, no son coherentes con nuestras raíces, cultura y tradiciones históricas, religiosas o filosóficas. Son totalmente extrañas a nuestra identidad cubana.

Cuba no necesita tampoco el modelo venezolano, nicaragüense, mejicano o colombiano. Estos, aunque están en nuestra región geográfica y cultural, son ajenos y extraños a la tradición occidental y padecen de los mismos peligros que queremos evitar para nuestro futuro: la corrupción, el narcotráfico, la inseguridad ciudadana, los autoritarismos y populismos.

En fin, ni continuidad, ni cambio fraude. Estos son el pasado, desenfundado o disfrazado.

Cuba necesita una transición pacífica, ordenada, ágil y eficaz. Que vaya de la ley a la ley. Que sea estructural, sistemática y holística. Una transición sin engañifas, sin dilaciones y sin componendas éticamente inaceptables. Cuba necesita lo cubano. Un cambio genuinamente cubano.

Estoy convencido que hay cubanos íntegros, capaces, inteligentes y listos, dentro y fuera de Cuba, que están preparados, que son insobornables, que son patriotas enteros y verticales, y que jamás se dejarían ni engañar, ni manipular, ni abducir. Que llevarían dignamente el protagonismo cívico en un proceso con garantías, condiciones y mediadores que lleve adelante una negociación cuyo único contenido sea una verdadera transición hacia la libertad, la democracia y la prosperidad de Cuba, sin cambio fraude y sin continuidad. Sin odios, sin venganza, sin violencia. Con justicia, con memoria histórica, con reparación de las víctimas y las justas sanciones para los victimarios. Con paz y seguridad.

Cuba merece transitar por estos caminos de verdad, justicia y amor, para que la máxima prioridad de José Martí para la república nueva la hagamos realidad en la Cuba del futuro que desde ahora adelantamos. Invito a meditar cada frase, cada palabra, de este que es el primer principio del Apóstol de nuestra libertad y a aplicarlo a cada acto de nuestra vida para aprender a distinguir el bien fundamental de aquellos “bienes” falaces e inseguros:

«Porque si en una cosa de mi patria me fuera dado preferir un bien a todos los demás,

un bien fundamental que de todos los del país fuera base y principio,

y sin el que los demás bienes serían falaces e inseguros,

ese sería el bien que yo prefiriera:

yo quiero que la ley primera de nuestra República sea

el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre».

(Martí, J., O.C.C.S., t. 4, 270)

Hasta el próximo lunes, si Dios quiere.

 

 


  • Dagoberto Valdés Hernández (Pinar del Río, 1955).
  • Ingeniero agrónomo. Máster en Ciencias Sociales por la Universidad Francisco de Vitoria, Madrid, España.
  • Premios “Jan Karski al Valor y la Compasión” 2004, “Tolerancia Plus” 2007, A la Perseverancia “Nuestra Voz” 2011 y Premio Patmos 2017.
  • Dirigió el Centro Cívico y la revista Vitral desde su fundación en 1993 hasta 2007.
  • Fue miembro del Pontificio Consejo “Justicia y Paz” desde 1999 hasta 2007.
  • Trabajó como yagüero (recolección de hojas de palma real) durante 10 años.
  • Es miembro fundador del Consejo de Redacción de Convivencia y su Director.
  • Reside en Pinar del Río.

  

 

 

 

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