La conciencia recta del bien obrar

Yoandy Izquierdo Toledo

Jueves de Yoandy

Hoy quiero reflexionar sobre un aspecto de la eticidad humana que es cuando una persona siente paz y satisfacción al saber que su conciencia no lo culpa de nada, sino que le da la certeza de haber obrado bien.

Tener la conciencia limpia por la certeza del bien obrar da una tranquilidad y una paz interior que lo hace a uno más fuerte, más paciente y más virtuoso.
No hay nada que honre más a un hombre justo que la tranquilidad de conciencia. Pueden venir ofensas, falsos testimonios, difamaciones, falsas acusaciones, injurias, que la persona de conciencia recta, cuyo alma no le acusa de nada, es inconmovible en sus convicciones, es persona de integridad sin fisuras y siembra paz.

En este sentido, recuerdo las bienaventuranzas que proclamó Jesucristo en el Sermón de la Montaña:

“Bienaventurados los que procuran la paz, pues ellos serán llamados hijos de Dios” (Mateo 5, 9).

“Bienaventurados aquellos que han sido perseguidos por causa de la justicia, pues de ellos es el reino de los cielos”(Mateo 5, 10).

“Bienaventurados serán cuando los insulten y persigan, y digan todo género de mal contra ustedes falsamente, por causa de Mí. Regocíjense y alégrense, porque la recompensa de ustedes en los cielos es grande, porque así persiguieron a los profetas que fueron antes que ustedes” (Mateo 5, 11).

La certeza interior de no hacer nada malo se une al firme propósito del buen obrar, del buen pensar, del buen sentir. Quien vive en esta espiritualidad, tiene el corazón sano, la manos limpias y la mente tranquila. Además, mantiene la fidelidad a sus principios, vive los valores que son coherentes con ese bien obrar y, como dice Martí: “Cuando al peso de la cruz, el hombre morir resuelve, sale a hacer el bien, lo hace y vuelve como de un baño de luz”.

Aquí recuerdo el precioso lema de mi Universidad Francisco de Vitoria en Madrid, que reza: “Vence el mal a fuerza de bien” (Romanos 12, 21). Al salir a hacer el bien, podemos encontrarnos con el mal que hay en el mundo. No debemos contagiarnos con el mal, no debemos parecernos ni a sus contenidos, ni a sus métodos. La fórmula del amor y el perdón cristianos es devolver, vencer todo mal, con la fuerza pacífica del que obra bien, con conciencia limpia.

En resumidas cuentas: el bien y la verdad de toda obra salen a flote, más tarde o más temprano, a pesar de todo. No hay que ahondar mucho, porque el bien y la verdad se muestran y explican por sí solos.

Por último, quisiera decir que la persona de conciencia limpia y el hombre de bien obrar no buscan algarabía, ni protagonismo, ni reconocimientos. Obran por convicción, por la satisfacción de hacer bien a los demás. La vida es como una carrera de obstáculos, la persona de bien se entrena para saltar por encima de las barreras. Su propósito es llegar a la meta de su vida sin hacerse daño ni hacérselo a los demás.

Termino pensando en que estas palabras de San Pablo sirven para todos aquellos que han mantenido su conciencia recta, su alma limpia y su obrar bien en la verdad:

“He peleado la batalla del bien, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe. En el futuro me está reservada la corona de justicia que el Señor, el Juez justo, me entregará en aquel día; y no solo a mí, sino también a todos los que aman Su venida”.

¡Que así sea!

 

 


Yoandy Izquierdo Toledo (Pinar del Río, 1987).
Licenciado en Microbiología por la Universidad de La Habana.
Máster en Bioética por la Universidad Católica de Valencia y el Centro de Bioética Juan Pablo II.
Máster en Ciencias Sociales por la Universidad Francisco de Vitoria, Madrid, España.
Miembro del Consejo de Redacción de la revista Convivencia. Responsable de Ediciones Convivencia.
Reside en Pinar del Río.

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