(Primera parte)
En anteriores trabajos hemos comentado sobre la importancia que tienen las comunidades en los modelos de desarrollo contemporáneos. Más aún cuando estos modelos comprenden la integración económica de sectores vulnerables de la población, como es el caso de los adultos mayores. En un país que envejece rápidamente y cuya economía centralizada experimenta una sostenida crisis estructural, se hacen necesarios enfoques alternativos y propuestas concretas para dinamizar los procesos económicos y sociales que afectan directamente a las poblaciones en desventaja social y por consiguiente al resto de la sociedad.
En la Encuesta Nacional de Envejecimiento de la Población ENEP-2017, realizada a través de una colaboración conjunta de la Oficina Nacional de Estadística e Información, el Centro de Estudios de Población y Desarrollo, el Ministerio de Salud Pública y el Centro de Investigaciones sobre Longevidad, Envejecimiento y Salud (CITED) en el año 2019, se plantea que, a pesar de que los adultos mayores mantienen aceptables niveles de desempeño y participación social en el ámbito personal y familiar, carecen de oportunidades para ampliar su participación en programas y proyectos diseñados para satisfacer necesidades grupales y lograr una integración más completa y beneficiosa para ellos y el conjunto de la sociedad (ONEI, 2019: 7).
A partir de los datos consultados en la mencionada encuesta, podemos deducir que existen una gran cantidad de adultos mayores socialmente activos en nuestras comunidades, empleando su tiempo de actividad principalmente, en tareas domésticas o familiares. Sin embargo, la falta de integración de esta población a actividades socioculturales de mayor alcance, nos indican que las políticas estatales de inserción social dirigidas a los adultos mayores han fracasado, cuanto menos parcialmente, lo que ha sido agravado por una brecha importante entre la oferta y la demanda de servicios de cuidados y atención a la tercera edad; factores que afectan ostensiblemente su calidad de vida.
A raíz de nuestra experiencia investigativa directa en diferentes comunidades locales, hemos podido comprobar que el déficit de propuestas para integrar a las poblaciones vulnerables a los procesos macroeconómicos y las estrategias nacionales de reactivación de la economía, es mucho mayor de lo que las estadísticas oficiales están dispuestas a admitir.
Si tomamos en cuenta que la mayoría de los adultos mayores en Cuba residen en las comunidades y un porciento importante de ellos cuenta con las capacidades físicas y mentales para desempeñar alguna actividad económica o asumir algún rol social en su entorno, resulta incomprensible que no exista en el país una propuesta de participación comunitaria integral, dirigida a sumar este sector poblacional a las dinámicas socioeconómicas necesarias para superar la crisis actual.
Hay que añadir que las comunidades son el espacio más propicio para implementar de manera operativa este proceso de inserción ya que la situación del transporte urbano y rural, la infraestructura pública, la iluminación nocturna, las carreteras y el estado de las aceras, entre otros factores, desmotivan a la población envejecida a trasladarse de sus comunidades para realizar actividades productivas o recreativas fuera de las cercanías de su residencia (ONEI, 2019: 94).
Con respecto a las ofertas recreativas y culturales podemos decir que el Programa Nacional de Atención Integral al Adulto Mayor, resulta especialmente deficiente en este aspecto. Este programa, a decir de (Baster, 2019: 8):
Prioriza el perfeccionamiento del trabajo en la atención primaria de salud fundamentalmente el médico y enfermera de la familia, apoyado por el Grupo básico de trabajo, utilizando los Círculos de Abuelos y otras alternativas no institucionales. (…) El 99, 5 de la población adulta mayor de Cuba vive en la comunidad. Incluye modalidades formales y no formales de atención comunitaria al adulto mayor (…)
Sin embargo, lo que se observa en las realidades comunitarias investigadas es que no se implementan las directrices contenidas en el Programa Nacional de Atención Integral al Adulto Mayor ya sea por falta de voluntad institucional, carencia de recursos y personal capacitado, pocos incentivos para trabajar y otras razones derivadas del actual esquema de gobierno que afecta especialmente a las poblaciones vulnerables.
Cuando el panorama mundial y regional muestra una diferenciación de los modelos de atención, (Hernández, 2005: 6) para los gobiernos locales cubanos, el protagonismo del propio adulto mayor, la familia y la comunidad no se conciben de manera articulada, sino, en el mejor de los casos, como variables independientes funcionando de manera aislada, sin posibilidades reales para la gestión de la integración comunitaria, víctimas de una visión asistencialista y vertical de los modelos de atención y cuidados.
García y Alfonso de Armas (2010: 9) plantean en un trabajo que ya tiene más de una década que la comunidad es un eslabón básico en las atenciones a las necesidades de los adultos mayores y que esta debe incorporar a las familias en su gestión, concediendo protagonismo a los propios adultos mayores, con el objetivo de mejorar su calidad de vida y su rendimiento de cara a la sociedad y sus propias comunidades.
Sin embargo, desde entonces, muy poco se ha hecho en el ámbito comunitario para cumplir con estos principios orientativos generales.
En la realidad, partiendo del marco legal establecido para diseñar e implementar servicios de atención y cuidados a los adultos mayores o propuestas de integración socioeconómicas alternativas, hay muy poco que hacer. Se precisa un cambio de paradigma de trabajo a nivel nacional y una actualización genuina de las leyes que regulan este tipo de trabajo. Bajo las actuales condiciones de crisis socioeconómica y excesivo control estatal sobre los procesos de formación y desarrollo de iniciativas comunitarias, se puede decir que una parte no despreciable de lo contenido en el Programa Nacional de Atención Integral al Adulto Mayor es letra muerta.
Sabemos por experiencia propia que muchas de las propuestas e iniciativas diseñadas por los expertos en cuidados y atención a los adultos mayores quedan anuladas o mutiladas una vez que pasan por el aparato de control del estado. La inercia institucional y el dirigismo han creado un círculo vicioso, insostenible a largo plazo, que se agravará a medida que evolucione la tendencia demográfica al envejecimiento sin crecimiento de la población en Cuba, provocada por la emigración y la baja tasa de natalidad, entre otros factores. La necesidad del cambio estructural del sistema colectivista se hace más notoria todos los días. La inflación descontrolada, el empobrecimiento progresivo de la población, la manipulación de las estadísticas con fines políticos y el asfixiante régimen de censura comunicacional le están pasando la factura a un deficiente, pero necesario sistema de seguridad social, sin el cual, los más vulnerables serán indudablemente los más afectados. Urgen las propuestas para el cambio y la recuperación. Sobre este tema volveremos en un próximo trabajo.
Referencias
Baster Moro, J.C. (2019). “Programa nacional de atención integral al adulto mayor”. Universidad de Ciencias Médicas de Holguín. Infomed. Repositorio de recursos educativos. Recuperado de: http://recursosuvs.sld.cu/index.php?P=FullRecord&ResourceId=937
García Quiñones, R. & Alfonso de Armas, M. (2010). “Envejecimiento, políticas sociales y sectoriales en Cuba”. Santiago de Chile: CEPAL. Recuperado de https://www.cepal.org/sites/default/files/events/files/rolandogarciapdf.pdf
Hernández, R. (2005) “Los modelos de atención a los adultos mayores en Cuba. Algunas consideraciones”. CEDEM, Centro de Estudios Demográficos. Recuperado de http://biblioteca.clacso.org.ar/Cuba/cedem- uh/20100516013811/Los_modelo_sde_atencion.pdf
Oficina Nacional de Estadística e Información Centro & Estudios de Población y Desarrollo Ministerio de Salud Pública & Centro de Investigaciones sobre Longevidad, Envejecimiento y Salud (CITED). (2019). Encuesta Nacional de Envejecimiento de la Población ENEP-2017. http://www.onei.gob.cu/node/14725
Fidel Gómez Güell