La censura dentro y fuera del cine

Martes de Dimas

Una mirada antes y después de la censura a la obra del documentalista Nicolás Guillén Landrián (Nicolasito), confirma que la exclusión del pensamiento diferente en Cuba es inseparable del sistema totalitario.

En la 43 edición del Nuevo Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, celebrado del 1 al 11 de diciembre del año en curso, la represión en el campo de la cultura permanece como el primer día.

Ernesto Daranas –director y guionista de Los Dioses Rotos (2008), Conducta (2014) y Sergio y Serguei (2017)–, con la cinta Landrián, de 77 minutos de duración, nos ha devuelto una personalidad imprescindible del séptimo arte cubano, que estuvo secuestrada durante décadas por razones ideológicas; un rescate que nos invita a una reflexión crítica colectiva acerca del daño ocasionado al cine, a la cultura, a los artistas y a todos los cubanos con la criminalización del disenso.

A través de Gretel Alfonso (viuda de Landrián) y de Livio Delgado (director de fotografía de varios documentales de Nicolasito), Daranas nos muestra la historia de un cineasta, pintor y poeta que “sufrió por hacer un cine irreverente, distinto e incomprendido”, quien como muchos excluidos marchó al exilio en 1989, donde falleció de cáncer en el año 2003.

Nicolasito, antes de ser expulsado del ICAIC, donde laboró entre 1962 y 1972, aportó unos diecisiete documentales, entre ellos cuatro de los que conformaron la muestra exhibida durante el 43 Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana: n un barrio viejo (1963), premiado en los festival de cine de Cracovia y Toulouse; Los del baile (1965); Ociel del Toa (1965), premio Espiga de oro de la Sminci de Valladolid; y Coffea Arábiga (1968). Landrián no solamente fue censurado –como le había ocurrido antes a Orlando Jiménez y Sabá Cabrera con el filme PM (Pasado Meridiano)–, sino que fue acusado de “desviación ideológica”, castigado en una granja avícola, encarcelado e internado en hospitales psiquiátricos donde le aplicaron la terapia de electroshock.

Lo más grave, contradictorio y preocupante es que Landrián, víctima de la represión, el victimario después de su muerte ha accedido a financiar la restauración de algunos de sus documentales, como si después de muerto lo necesitaran, cómo si el daño antropológico causado se pudiera tratar con un simple borrón y cuenta nueva, a la vez que el modus operandi empleado contra él se ha mantenido y se mantiene, como política establecida para el campo de las manifestaciones artísticas, desde que en marzo de 1959 fuera creado el Instituto Cubano del Arte y la Industria Cinematográfica (ICAIC), como organismo rector para la producción, distribución y exhibición del séptimo arte.

El ICAIC sustituyó al vasto y plural sistema de empresas distribuidoras existentes que existió hasta ese momento. A diferencia de su antecedente, el Instituto Nacional para el Fomento de la Industria Cinematográfica Cubana (INFICC), fundado en 1955, esta institución no tenía por objetivo monopolizar todo lo relacionado con el cine.

Una de las funciones del ICAIC –la censura– se puso en marcha primero con la prohibición de 87 filmes extranjeros en noviembre de 1960, y luego con las cintas cubanas, comenzando en 1961 por PM, un documental cubano sobre la noche habanera, filmado en barrios populares de la capital, que mostró a los cubanos ajenos a la lucha de clases y a las amenazas del imperialismo, festejando con música y alcohol, un contexto que –después de haberse declarado el carácter socialista de la Revolución– negaba el estereotipo impuesto del pueblo imbuido en la construcción del socialismo

El debate generado por esta cinta, entre artistas e intelectuales cubanos con el Gobierno, fue sellado con las conocidas Palabras a los Intelectuales, pronunciadas por el líder de la Revolución para establecer los límites del arte y del pensamiento: con la Revolución con todo, contra la Revolución nada.

El ICAIC, la Imprenta Nacional, la Editora Nacional de Cuba, el Instituto Cubano de Radiodifusión y el Instituto del Libro, conformaron el sistema de instituciones culturales subordinadas a un poder totalitario y a una ideología, que –parafraseando al cantautor Pedro Luis Ferrer–, representan una sola verdad y un único pensamiento.

Carlos Lechuga (1983), guionista y director de cine, conocido por sus películas Melaza y Santa y Andrés, y director de Vicenta B., actualmente radicado en España, hizo declaraciones que el régimen totalitario considera intolerables: “Estoy mirando hacia el futuro. ¿Qué película se puede hacer hoy en Cuba? Es un país que se acabó. Llegar aquí es un aliciente para contar historias. Es como un nuevo empezar”. Acerca de los directores cubanos responsables de un cine que no molesta a las autoridades, expresó que “prefería vender pizzas a hacer una película sobre Raúl Castro en un momento en donde el país se está desmoronando”.

La cinta Vicenta B., interpretada por Linnett Hernández Valdés, se presentó en el Festival de San Sebastián. La protagonista, poseedora de un don para leer las cartas, entra en una crisis de fe al irse de Cuba su hijo, y pierde la cualidad de adivinar, al tiempo que ve cómo su mundo se desmorona. El personaje representa a muchos cubanos que viven “sin saber qué van a hacer”, porque no pueden sobrevivir con el salario que reciben, y les falta “el alimento del alma”. Esta cinta que –acaba de ser galardonada con dos premios en el Cine Ceará-Festival Iberoamericano de Cinema, Brasil: Mejor actriz para Linnet Hernández Valdés y Mejor Dirección para Carlos Lechuga– relata una realidad, pero sobre todo es un homenaje poco común, por no decir inexistente, a la mujer negra y santera en el cine cubano. Sin embargo, a pesar de esos valores, fue retirada arbitrariamente de la selección oficial del festival habanero.

La represión contra el pensamiento diferente no se circunscribe al cine. Un ejemplo, entre muchos, es el de Luis Manuel Otero Alcántara (diciembre de 1987), artista de performance, líder del Movimiento San Isidro –un colectivo de artistas promotores y defensores de los derechos civiles y culturales–. Luis Manuel, desde el año 2017 ha sido víctima de amenazas y arrestos en múltiples oportunidades, hasta que el 11 de julio de 2021, cuando se proponía participar en las protestas populares, fue encerrado en una prisión de alta seguridad, y después de nueve meses sin juicio, condenado a cinco años de prisión por hacer uso de la libertad de expresión.

Entre otros premios, Alcántara ha sido galardonado con Oxi Coraje de la Oxi Day Fundation (octubre de 2021); la revista Time lo incluyó en la lista de las personas más influyentes del año 2021, y en 2022 recibió el premio de la fundación neerlandesa Impacto Príncipe Claus.

Los acontecimientos político-sociales recientes –el Movimiento San Isidro, la protesta del 27N frente al Ministerio de Cultura, la protesta cívica del 11J, el llamado de la Plataforma Archipiélago del 15N y el voto de castigo, manifestado en las elecciones municipales del pasado 27 de noviembre–, están relacionados con la falta de libertades.

Las censuras y represiones en Cuba no se circunscriben al cine, a las demás manifestaciones artísticas y a la cultura en general. Su denominador común es: la prohibición del derecho no solo de los artistas e intelectuales, sino de todo cubano a pensar y disentir.

Por esa razón, un aplauso para la cinta Landrián, que nos impele a restablecer tan elemental, pero imprescindible derecho de pensar y actuar con cabeza propia, es decir, con independencia y dignidad.

La Habana, 19 de diciembre de 2022


  • Dimas Cecilio Castellanos Martí (Jiguaní, 1943).
  • Reside en La Habana desde 1967.
  • Licenciado en Ciencias Políticas en la Universidad de La Habana (1975), Diplomado en Ciencias de la Información (1983-1985), Licenciado en Estudios Bíblicos y Teológicos en el (2006).
  • Trabajó como profesor de cursos regulares y de postgrados de filosofía marxista en la Facultad de Agronomía de la Universidad de La Habana (1976-1977) y como especialista en Información Científica en el Instituto Superior de Ciencias Agropecuarias de La Habana (1977-1992).
  • Primer premio del concurso convocado por Solidaridad de Trabajadores Cubanos, en el año 2003.
  • Es Miembro de la Junta Directiva del Instituto de Estudios Cubanos con sede en la Florida.
  • Miembro del Consejo Académico del Centro de Estudios Convivencia (CEC).

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