Por Javier Valdés
Los cubanos somos, por excelencia, beisboleros. Colmamos los estadios para disfrutar de este deporte que está catalogado como uno de los mejores del mundo. El deporte de las bolas y los strike es más que un simple juego para este pueblo. Es idiosincrasia, cultura, motivo de discusiones, de alegrías, de tristeza. Por eso en cada esquina, en cada conversación de barrio, es un tema fijo en el debate. Hoy vamos a tocar un asunto que, en mi opinión, desluce este espectáculo: los estadios.
Estas instalaciones han mejorado mucho en los últimos años en cuanto a la estructura: se han acolchonado las cercas de casi todos los estadios, se han renovado los bancos de los peloteros, así como toda la infraestructura de los mismos. Esto se agradece, pero todavía nuestros estadios distan mucho de los mejores del mundo. No hablaré en esta ocasión de mejorar la estructura, sino de la atención a las personas que asisten a ellos para despejar los agobios cotidianos.
Me referiré a las ofertas de comida y de bebidas que brindan los mismos. Pudiera parecer un tema superfluo, pero no habría verdadero espectáculo deportivo sin la participación masiva de los espectadores, que no van porque no quieren ir a “divertirse” a un estadio pasando trabajo hasta para satisfacer las más elementales necesidades, que no son superfluas.
Las personas que, como yo, hemos vivido la experiencia de ir hacia el estadio temprano, en ocasiones, tenemos que irnos sin comer apenas y aunque lleguemos con dinero en el bolsillo se nos hace imposible adquirir algún refrigerio con calidad.
Por ejemplo, los productos que ofrecen los vendedores por cuenta propia, no satisfacen a los que esperamos poder tomar un refresco o, todavía menos, un simple vaso de agua fría, pero alivian a los servicios del Estado que están peores.
¿Será posible vender buenos panes con jamón a un precio módico y refrescos, como los Ciego Montero por el valor de 10 pesos, en vez de unos como los FiestaCola de pésima calidad?
¿Por qué no instalan bebederos para poder saciar la sed?
Si estamos luchando por que los estadios se llenen, debemos poner más atención a las demandas de las personas que vienen a disfrutar y que muchas veces no lo hacen por no sufrir estas incomodidades.
Sencillamente, es un llamado de atención para los responsables de brindar un buen servicio a los espectadores en estas instalaciones.
Como tengo fe en el mejoramiento humano, espero que esta opinión, junto a otras que abundan, haga despertar la conciencia de aquellos que tienen que resolver, de una forma u otra lo antes expuesto.
Para que este deporte sea un verdadero espectáculo y alcance las dimensiones que merece, los protagonistas desde las gradas deben tener un mínimo de condiciones agradables.
Espero que el tiempo sea mi mayor valedor.