José Martí y el monopartidismo

Por Dimas Castellanos
'Un pueblo no es la voluntad de un hombre solo, por pura que ella sea… '

‘Un pueblo no es la voluntad de un hombre solo, por pura que ella sea… ‘
Con el fin de justificar y sostener el sistema de partido único, la prensa oficial cubana dice que los fracasos sufridos por los revolucionarios estuvieron en la falta de unidad, que José Martí creó un solo partido, que la conservación de la nación depende de esa supuesta unidad y que el multipartidismo no puede ser implantado porque sería aprovechado por el imperialismo. La más reciente manifestación de esos criterios apareció el domingo 15 de agosto en el periódico Tribuna de La Habana, bajo el título ¿Qué lugar ocupa el PCC en el mantenimiento de la unidad revolucionaria?
Tales digresiones ocultan la relación existente entre el monopartidismo y la actual crisis estructural, cuya profundidad ha obligado al Gobierno a girar de su política exterior de confrontación a la negociación, para acceder a las fuentes de financiamiento que le permitan lo que denominan actualización del modelo; una decisión de la que está emergiendo un nuevo escenario. Sin embargo, nuestra historia política ha demostrado que los cambios al margen de los derechos ciudadanos conducen al retroceso, y hoy Cuba, en materia de derechos, está en peores condiciones a las existentes a fines del siglo XIX.
Como en ese nuevo escenario el debate acerca del monopartidismo asume hoy una relevancia significativa, el propósito de este análisis es demostrar que la justificación del monopartidismo se sustenta en absurdos y en medias verdades.
Ocho ideas esenciales de Martí acerca del Partido Revolucionario Cubano (PRC)
1- Estando en Nueva York en enero de 1880, consciente de que los que intentan resolver un problema, –no pueden prescindir de ninguno de sus datos1, presentó un estudio crítico de los errores de la Guerra de los Diez Años en el que incluyó los diversos factores que explicaban el fracaso y en consecuencia señaló sus causas, entre las cuales la falta de unidad, aunque importante, era sólo una de ellas.
2- En julio de 1882 en Carta a Máximo Gómez, esbozó los objetivos del Partido así: “…sólo aspiro a que formando un cuerpo visible y apretado aparezcan unidas por un mismo deseo grave y juicioso de dar a Cuba libertad verdadera y durable todos aquellos hombres abnegados y fuertes, capaces de reprimir su impaciencia en tanto que no tenga modo de remediar en Cuba con una victoria probable los males de una guerra rápida, unánime y grandiosa…” 2.
3- En diciembre de 1887 le advirtió, al General Máximo Gómez que el país marchaba desordenadamente hacia la guerra y carecía de “un plan que lo una y un programa político que lo tranquilice”3.
4- En las Resoluciones de noviembre de 1891, consideradas como el prólogo a las Bases del Partido Revolucionario Cubano (PRC), planteó que: “La organización revolucionaria no ha de desconocer las necesidades prácticas derivadas de la constitución e historia del país, ni ha de trabajar directamente por el predominio actual o venidero de clase alguna; sino por la agrupación, conforme a métodos democráticos, de todas las fuerzas vivas de la patria; por la hermandad y acción común de los cubanos residentes en el extranjero; por el respeto y auxilio de las repúblicas del mundo, y por la creación de una república justa y abierta… levantada con todos y para el bien de todos”4.
5- El 10 de abril de 1892, en el acto de fundación del PRC, reiteró que el partido se crea: “de modo que en la conquista de la independencia de hoy vayan los gérmenes de la independencia definitiva de mañana”5.
6- En abril de 1893 expresó: “La grandeza es esa del Partido Revolucionario: que para fundar una república, ha empezado con la república. Su fuerza es esa: que en la obra de todos, da derecho a todos. Es una idea lo que hay que llevar a Cuba: no una persona”6.
7- En abril de 1894, en el aniversario de la fundación, dijo: “Un pueblo no es la voluntad de un hombre solo, por pura que ella sea… Un pueblo es composición de muchas voluntades, viles o puras, francas o torvas, impedidas por la timidez o precipitadas por la ignorancia”7.
8- En el Manifiesto de Montecristi, firmado conjuntamente con Máximo Gómez el 25 de marzo de 1895, antes de incorporarse a la lucha armada,plantea que la guerra no es “el insano triunfo de un partido cubano sobre otro, o la humillación siquiera de un grupo equivocado de cubanos; sino la demostración solemne de la voluntad de un país harto probado en la guerra anterior para lanzarse a la ligera en un conflicto sólo terminable por la victoria o el sepulcro”8.
Esas ideas y principios martianos constituyeron las bases del PRC, el cual fue concebido como una necesidad táctica de una estrategia mayor, como un eslabón intermedio para gestar la Patria y conformar la República. Sus funciones se delimitaron para que de su seno surgieran los gérmenes de la independencia definitiva, no para representar a una clase social, no con fines electoreros, no para dominar y prohibir la existencia de partidos diferentes después del triunfo, no para anular la participación popular, no para declarar que la calle y la universidad pertenecen a los revolucionarios, no para encarcelar a los que piensan diferente. Realidades que demuestran que las ideas democráticas y humanistas de Martí son ajenas al partido único y al totalitarismo, y que se le ha querido endosar una túnica que no se ajusta a su medida.
Fiel a esos principios Martí se separó del Plan Gómez-Maceo en 1884 y escribió al generalísimo: “…Pero hay algo que está por encima de toda la simpatía personal que usted pueda inspirarme, y hasta de toda razón de oportunidad aparente: y es mi determinación de no contribuir en un ápice, por amor ciego a una idea en que me está yendo la vida, a traer a mi tierra a un régimen de despotismo personal, que sería más vergonzoso y funesto que el despotismo político que ahora soporta…”9.
Hay que añadir que el fundamento de la política consiste en que los hombres son seres sociales con intereses diversos y que los partidos, como indica la etimología de la palabra, son parte de un todo, que por su naturaleza diversa y plural consta de otras partes donde cada una representa intereses o tendencias de un sector de la sociedad. Por eso los intentos centralizadores, que implican la conversión del ciudadano en masa, son rebasados por la complejidad social, pues la masa –como decía Hannah Arendt – representa la derrota del individuo10. De ahí que la descentralización política constituya una exigencia del progreso social.
La diversidad explica las razones del surgimiento de los primeros partidos políticos legalizados en Cuba en 1878: el Partido Unión Constitucional y el Partido Liberal, uno que representaba el sentimiento tradicional de los españoles y el otro el de los cubanos. Por esas mismas razones a finales del siglo XIX se formó el Partido Autonomista, que representaba la corriente evolucionista y el Partido Revolucionario Cubano, que representaba la vía revolucionaria. En 1899, Diego Vicente Tejera creó el Partido Socialista Cubano porque los intereses de los obreros no estaban recogidos en los partidos liberales y conservadores de esa época. En 1925 se creó el Partido Comunista por un grupo de cubanos que asumieron esa ideología. En 1947 Eduardo Chibás decidió fundar el Partido Ortodoxo porque el Auténtico no satisfacía a una parte de sus integrantes. Fidel Castro, que procedía del Partido Ortodoxo, después del asalto al Cuartel Moncada fundó el Movimiento 26 de Julio, ya que sus ideas no tenían cabida en las asociaciones existentes. Cada uno fundó un solo partido, ninguno se propuso el absurdo de fundar varios partidos a la vez, lo que pone en ridículo la defensa del monopartidismo con el sin-argumento de que Martí fundó un solo partido.
A lo anterior hay que añadir las grandes diferencias entre el PRC y el Partido Comunista de Cuba (PCC). El primero no estaba compuesto de individuos sino de clubes revolucionarios integrados por obreros y por pequeños y medianos burgueses, con estructuras, procedimientos y reglamentos diferentes. Sus coincidencias estaban en el objetivo de obtener la independencia y en el carácter democrático de su funcionamiento. La autonomía de esos clubes quedó refrendada en los dos primeros puntos de los Estatutos Secretos11 y en el cuarto punto de las resoluciones de 1891 –bases del PRC– donde dice que: “La organización revolucionaria respetará y fomentará la constitución original y libre de las emigraciones locales”12. Es decir, el PRC tenía una estructura piramidal basada en la más amplia autonomía de las asociaciones independientes, ajena al verticalismo del PCC, cuya directiva se puede dar el lujo de dirigir sin celebrar congresos durante 13 años. Y no podía ser de otra forma porque el PRC fue creado para engendrar una república cuya esencia está recogida en las palabras que el Apóstol escribiera a José Dolores Poyo: “Es mi sueño que cada cubano sea hombre político enteramente libre”13.
La necesidad del pluripartidismo a la orden del día
El carácter antinatural de la conformación del monopartidismo en Cuba consiste en que, para su implantación, hubo que eliminar los demás partidos políticos y la variedad de asociaciones existentes, de lo que emergió un modelo “perfecto” de régimen totalitario, y con él, el estancamiento y el fracaso. El primer paso hacia ese sistema tuvo lugar durante la lucha insurreccional en la Sierra Maestra.
En respuesta a las gestiones que en aquel entonces realizaban la Sociedad de Amigos de la República, el Episcopado cubano y las organizaciones agrupadas en el Conjunto de Instituciones Cívicas, para regresar a la normalidad institucional que había sido alterada por el Golpe militar de 1952, en mayo de 1958 se celebró una reunión en la Sierra Maestra donde se acordó aplicar una política de mando único. En esa reunión el líder revolucionario Fidel Castro fue nombrado Secretario General del Ejecutivo del M-26-7 y Comandante en Jefe de todas las fuerzas revolucionarias, incluyendo a las milicias urbanas. Luego, al tomar el poder en 1959, el gobierno revolucionario junto a las primeras medidas de carácter democrático y popular inició un proceso de concentración de la propiedad y de eliminación de la sociedad civil que culminó en 1965 con la conformación del Partido Comunista de Cuba (PCC).
Del presente análisis se deduce la necesaria restitución del derecho de asociación y de la despenalización de la diferencia política, para que los cubanos puedan desempeñar el papel activo y determinante que les corresponde en los destinos nacionales como lo había soñado el Apóstol. Por todo ello, la irreducible diversidad y el agotamiento del modelo vigente han colocado la necesidad del pluripartidismo a la orden del día.
Cuando un partido niega a priori la existencia de otros partidos se está negando a sí mismo. Por eso el propósito de afianzar el papel del Partido como vanguardia organizada de la nación cubana tiene que acompañarse con el derecho de asociación, para que entonces, en presencia de otros partidos, el comunista pueda demostrar que puede convertirse en esa vanguardia.
Una prueba elemental de esa necesidad la aportaron los comicios para elegir Delegados a las Asambleas Provinciales y Diputados a la Asamblea Nacional, celebrados el pasado 20 de enero. A pesar de la fuerte campaña desplegada en los medios informativos, la suma de las abstenciones, las boletas invalidadas y el voto selectivo, alcanzó la cifra de 1, 370 725 electores, el 16,13% del total, lo que constituye una clara señal de la existencia de cubanos inconformes que carecen de los derechos para asociarse legalmente y participar en los destinos de la nación. ¿Cómo justificar la existencia de un solo partido cuando un número tan elevado de ciudadanos no responden a su llamado? ¿Se trata de confundidos en un país donde no hay analfabetos? ¿Son enemigos de la paz y del orden? No, de lo que se trata es que el desarrollo social no excluye sino que reclama el multipartidismo, pues los partidos políticos, expresión del pluralismo, constituyen un instrumento fundamental para la participación política del ciudadano.
Dimas Cecilio Castellanos Martí. ( Jiguaní, Granma, 1943)
Reside en La Habana desde 1967.
Licenciado en Ciencias Políticas en la Universidad de La Habana (1975), Diplomado en Ciencias de la Información (1983-1985), Licenciado en Estudios Bíblicos y Teológicos en el (2006). Trabajó como profesor de cursos regulares y de post-gados de Filosofía Marxista en la Facultad de Agronomía de la Universidad de La Habana (1976-1977) y como especialista en Información Científica en el Instituto Superior de Ciencias Agropecuarias de La Habana (1977-1992). Primer premio del concurso convocado por “Solidaridad de Trabajadores Cubanos, en el año 2003. Es Miembro de la Junta Directiva del Instituto de Estudios Cubanos con sede en la Florida.
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