Cuba ha cambiado en los últimos diez o doce años gracias al mayor acceso de la población a teléfonos celulares, computadoras, internet y Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TICs) en general. ¿Qué ha cambiado con esto? ¿Qué impacto han tenido estas tecnologías en la realidad? ¿Cómo ha influido este proceso en la maduración y fortalecimiento de la sociedad civil y en la construcción de gobernanza?
El acceso a internet y a las nuevas Tecnologías de la Información y las Comunicaciones
Antes del año 2008, los cubanos estaban privados del uso de celulares y de la entrada a hoteles, estos últimos prácticamente eran la única oportunidad de tener algún acceso a internet, pues bajo el costo de 6-10 CUC la hora, se ofertaba el servicio en las instalaciones hoteleras (Silva, 2013). En estas circunstancias, la conectividad era casi nula, los contactos con el mundo exterior mínimos, la información que llegaba de afuera poca y de difícil acceso, y poco se sabía de Cuba en el extranjero, pues estos precios representaban aproximadamente entre un 30 y un 50 por ciento del salario medio en 2012 (ONEI, 2016) por una hora de internet. Para la mayoría de los casos, se vivía en una burbuja, minada por los medios de comunicación estatal y la omnipresente propaganda oficial, prácticamente como única fuente de información.
Aunque los precios de internet eran sumamente elevados, y el acceso estaba limitado además por la poca infraestructura y espacios legales en los que pudiera accederse a conexión, los cubanos estaban ávidos de asomarse a la tela de araña que es la internet. Precisamente alrededor de los años 2007-2008 comienzan a observarse los primeros pasos de lo que sería una sociedad civil conectada amén de las dificultades. Los primeros blogueros (Henken, 2011), las primeras revistas digitales, los primeros tuiteros, periodistas independientes online, etc.
A partir de estos primeros pasos, a pesar de que la mayoría de la población ni conocía ni tenía acceso a estos medios, la manera en que se estaba contando Cuba para el resto del mundo tuvo un cambio significativo. Ya no eran solamente los medios desde el exterior, desde la Diáspora, que muchas veces a ciegas contaban la realidad cubana, sino que, también coexistían medios independientes desde el interior de la Isla, contando la realidad, denunciando y anunciando una Cuba diferente a la de los medios de comunicación oficiales, y también diferente a la contada por medios de otros países. Sin dudas, un paso importantísimo para la sociedad civil cubana y para la ciudadanía en general.
Hasta el año 2013, el uso de internet para los cubanos se limitaba a los pocos que tenían acceso a un centro laboral con conexión, a los que podían cubrir las elevadas tarifas de los hoteles, y a los que mediante Iglesias, alguna embajada, o un centro educativo conseguían unos pocos megas de conexión en condiciones precarias. Mala conectividad, altamente censurado y monitoreado, y limitados por tiempo de conectividad. Era una verdadera faena lograr acceder a información o compartir contenidos para el resto del mundo. En este tiempo algunos tuiteros lograban penetrar el muro de la incomunicación mediante el uso del llamado tweet a ciegas a través de mensajes de texto internacionales de un alto costo para el bolsillo (Primera, 2013).
El año 2013, llega con buenas noticias para los cubanos, finalmente se comenzaría a abrir el país a la red de redes (Silva, 2013). Con la apertura de 118 puntos públicos de navegación a lo largo de la Isla, por primera vez los cubanos podíamos acceder a internet, crearnos una cuenta en redes sociales, buscar y descargar información, comunicarnos con familiares en el exterior, acceder a diarios de otros países que no estuvieran censurados y con ellos encontrar nuevos puntos de vista sobre la realidad cubana. Sin embargo, a pesar de que aumentó significativamente el flujo de información hacia el interior y hacia el exterior de Cuba, los elevadísimos precios de la conexión (4,5 CUC por hora), los pocos locales habilitados y la pésima conexión, limitaron fuertemente el acceso, e impidieron un uso masivo de estos servicios.
No se hicieron esperar el escepticismo, las críticas, las denuncias constantes sobre la agresividad de las tarifas de ETECSA, lo que vinculado a las declaradas intenciones del gobierno de aumentar la conectividad en el marco de lo que han llamado “programa de informatización de la sociedad”, y quizás también con la idea de generar internacionalmente una imagen de apertura favorable para al gobierno, condujo a una ampliación paulatina de los servicios y una reducción del 78% de las tarifas hasta el nuevo precio de 1 CUC por hora en 2017. Finalmente, en enero de 2020 se produjo la última reducción de precios para el acceso a internet en zonas wifi (1047 en todo el país) que ahora es de 0,70 CUC por hora desde cuentas permanentes para navegación internacional. Sin dudas, cambios significativos en los últimos cinco años que han permitido -a pesar de ser precios caros respecto al salario medio- un mayor acceso de los ciudadanos.
Por otro lado, en los años 2017-2018 se generalizó aún más el acceso a internet mediante los servicios de Nauta Hogar y la llegada del acceso a través de datos móviles (Figueredo, et al., 2019). Nuevamente tarifas caras (especialmente para el caso de los datos móviles) y conexión con mucho que mejorar, pero que aumentan la presencia de los cubanos en el mundo digital. La calidad de la conexión ha mejorado considerablemente en el último año, específicamente en los lugares donde se puede acceder mediante 4G y los precios han disminuido levemente pero aún generan fuerte y creciente descontento social, pues son totalmente irracionales cuando se comparan con los ingresos medios de los cubanos. El salario promedio actualmente es apenas de 40 CUC mensuales, lo que alcanzaría para pagar 57 horas de internet en las zonas públicas de conexión wifi (un poco menos de 2 horas al día), en condiciones sumamente inconfortables, o para pagar 5 GB de datos móviles, que aunque resulta un producto más cómodo y con mayor calidad, tampoco es suficiente para una persona que trabaje con internet o que pretenda utilizarlo para entretenimiento diario. No obstante, en la última década ha crecido considerablemente la conectividad, el número de usuarios de internet, y el número de usuarios de celulares (Figueredo, et al., 2019).
Una década de cambios significativos para la sociedad civil cubana
De igual forma, la realidad de la sociedad civil era diferente en 2008 y antes, a como es hoy en día. El cambio mayor radica -a mi modo de ver- en la transición que ha ocurrido hacia una sociedad civil conectada, que aprovecha los beneficios de internet y las nuevas tecnologías a las que hoy tiene acceso para potenciar su incidencia social y su trabajo en general. Valdés (2002; 2011), experto en el tema, ha analizado la evolución de la sociedad civil en los últimos años, destacando el creciente fortalecimiento de esta en la primera década del siglo XXI y específicamente a partir del año 2008 hasta la actualidad, donde ya no se habla tanto de sociedad civil incipiente, sino de una creciente, diversa, fortalecida, conectada, madurando cada vez más (CEC, 2020). La transformación se ha notado en la sociedad, ejemplo de ello es el hecho de que los medios oficiales prácticamente no usaban ese término una década atrás y los ciudadanos de a pie ni siquiera conocían en su gran mayoría a qué hacía referencia el término sociedad civil; sin embargo hoy, es un tema más visible, al que se hace mayor referencia y del que existe más información.
Antes de 2008, no había medios de prensa independientes realizados desde dentro de Cuba mientras que hoy suman una cantidad importante y generan un impacto significativo (Nalverte, 2019; 14ymedio, 2019). Los centros de pensamiento existentes funcionaban bajo el amparo de las iglesias o pertenecían a instituciones estatales, no había grupos de emprendedores o proyectos enfocados en el progreso de este sector, que entonces era también incipiente. Las organizaciones políticas independientes existían, pero en condiciones sumamente duras, y con problemas para la comunicación con la gente, con las autoridades, con el mundo exterior y entre ellas mismas. El trabajo de las organizaciones políticas era más costoso, más difícil, y a menudo menos efectivo sin celulares, internet y correo electrónico que lo que es hoy en día.
En lo absoluto la sociedad civil cubana cuenta con las condiciones óptimas que propiciarían un rol más protagónico en la sociedad, lo que pasaría en primer lugar por la legalización, reconocimiento de derechos y garantías para ejercer el trabajo que en cualquier democracia desarrollan las organizaciones del tercer sector. No obstante, las propias dinámicas horizontales y de cambio “de abajo hacia arriba” intrínsecas de la sociedad civil, unido a coyunturas beneficiosas para este proceso, como ha sido la apertura a internet y nuevas tecnologías, han posibilitado el fortalecimiento de este sector y una mayor influencia en la sociedad cubana actual. Hoy contamos con una sociedad civil diversa, que llena espacios que le corresponden cada vez con mayor efectividad y desde diferentes roles, que impacta la vida cotidiana de los cubanos con mayor efectividad y credibilidad. Esta es, precisamente, una de las ideas que intentaré demostrar en este trabajo a partir de varios ejemplos concretos.
III. Conquistando, paso a paso, mayores niveles de gobernanza democrática
Con una sociedad civil aislada, pequeña e incipiente, un monopolio de la información y de la sociedad en sentido general, por parte del gobierno, y una sociedad desinformada, adoctrinada, y manipulada constantemente mediante la propaganda, los procesos de gobernanza son mucho más difíciles de lo que pueden ser en condiciones en las que la sociedad civil se ve fortalecida, articulada, más unida desde la diversidad, con canales de información directos con los ciudadanos. Este es el proceso que ha estado ocurriendo en los últimos años, el gobierno sufre una mengua en sus niveles de influencia y control de la sociedad, y la ciudadanía se empodera de manera creciente y aumenta sus niveles de participación ciudadana.
Aunque los niveles de gobernanza de algunos países del mundo que se encuentran a la cabeza en este sentido, están lejos de los niveles de gobernanza que tenemos en Cuba, es evidente que hoy tenemos más gobernanza que diez o doce años atrás, un proceso que no ha sido propiciado por las autoridades, sino conquistado por los ciudadanos. De igual forma, a medida que el acceso a internet siga creciendo en Cuba y se expanda el uso de las nuevas tecnologías, los procesos de transparencia, rendición de cuentas, participación ciudadana, gestión horizontal, y otros inherentes a la buena gobernanza también se irán expandiendo en el país.
En la última década, Cuba ha visto crecer y fortalecerse redes de emprendedores, redes de artistas, redes de disidentes, redes de periodistas, redes de influencers, redes de gamers, redes de organizaciones y proyectos sociales de iglesias y congregaciones religiosas, defensores de derechos humanos, grupos animalistas, ambientalistas, activistas LGBTI, y otros grupos y redes ciudadanas que han surgido independientes de las instituciones del Estado, y que se han unido para defender o ejercer sus derechos, generar conciencia sobre temas de impacto social, ofrecer espacios alternativos de participación. Sin duda, expresiones de participación ciudadana, una fuerza que genera cada vez más presión para que el gobierno escuche, reconozca, impulse los intereses ciudadanos, un ingrediente imprescindible para que haya buena gobernanza.
Ahora bien, ¿cuál ha sido exactamente la evolución de los últimos años? ¿qué hechos concretos justifican la influencia positiva de internet para empoderar a la sociedad civil, ubicarla como un actor más importante y visible, y generar significativas -aunque insuficientes- dinámicas de gobernanza en la Cuba de los últimos años? ¿Cómo ha impactado la internet y las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones en la vida de los cubanos?
Reformando la agenda política y mediática
Si un impacto es visible, contundente y esperanzador, es el que ha tenido y tiene sobre la agenda mediática oficial el uso de internet y de las nuevas TICs en Cuba en la última década. Términos nuevos, noticias y contenidos de los que no se hablaba en Cuba, respuestas a campañas o actividades organizadas por la sociedad civil en el entorno digital, enjuiciamiento y satanización de personas que desde la sociedad civil se hacen visibles en internet, medios e iniciativas de los que poco se conocía en la Cuba anterior a la internet y que los medios oficialistas ignoraban por completo.
Hoy día hay que hablar, hay que dar una explicación al pueblo, hay que ofrecer una versión oficial de los hechos y tratar de imponerla en el entorno mediático, hay que competir con otros -viejos y nuevos- actores que han ganado protagonismo en cuanto a la generación de contenidos informativos. El monopolio de la información se está tambaleando en los últimos años. Cierto es que aún permanece el control de la televisión, la radio y la prensa impresa por parte del Partido Comunista, y que este regula, censura, controla en su máxima expresión cada información que se ofrece al pueblo. Cierto es también que en estos medios se sataniza y califica de falso, enemigo, y malintencionado todo contenido independiente de las estructuras oficiales que roce en lo más mínimo con los intereses del gobierno. Sin embargo, es también apreciable y significativo el aumento de audiencia del que han disfrutado -gracias a la llegada de internet- medios y sitios digitales independientes o extranjeros. Cada vez más, los cubanos tienen la oportunidad de comparar, de contrastar informaciones, de acceder a contenidos que permiten desmentir o corroborar las posturas oficiales, y esto, aunque sea poco a poco, está cambiando la mentalidad de la gente, está poniendo en no pocas ocasiones al gobierno en jaque y está reformando la agenda mediática en Cuba. Algunos ejemplos de lo anterior, que no tienen precedentes en la historia de Cuba de los últimos sesenta años, y que han sido posibles por el avance en el acceso a las redes sociales y la internet son los siguientes:
- Una campaña por el “No” a la nueva constitución. En los sesenta años de revolución, ya se había creado una Constitución en 1976 y se había reformado en los años 90 y 2002, pero nunca se había tenido un debate como el protagonizado por la sociedad cubana en 2019, a pesar de que hubo exclusiones, imposiciones, y sordera en todo el proceso de discusión y aprobación de la nueva constitución cubana, y finalmente se aprobó lo que el partido propuso, quiso, e impuso. Fue un debate amplio y calificado, y no me refiero a las asambleas de debate organizadas por el propio gobierno, aunque se incluyen, sino a todos los otros debates paralelos que tomaron forma antes, durante y después de la aprobación de la Constitución. Debates que tomaron impulso, profundidad y calidad gracias a las redes sociales y la internet.
De este modo, las personas tuvimos la oportunidad de informarse, participar, discrepar y proponer contenidos referentes al texto constitucional. Facebook, Twitter, Instagram, YouTube, y otras plataformas digitales fueron espacios usados por muchos cubanos que a pesar de la censura, con agudeza y responsabilidad, criticaron constructivamente el texto constitucional, fomentando el debate público, acercando los contenidos a nuevos y más públicos, generando participación ciudadana, creando conciencia sobre la necesidad de ser parte de un proceso tan importante, aportando elementos para la reflexión personal y social, compitiendo responsablemente con los medios de comunicación oficiales.
Por otra parte, centros de pensamiento como Cuba Posible (www.cubaposible.com) y el Centro de Estudios Convivencia (www.centroconvivencia.org) fueron gestores de amplios debates académicos generados desde el interior de Cuba, visibilizados mediante internet, protagonizados por cubanos de la Isla y de la Diáspora, centrados en el bienestar y la prosperidad de la nación, marcados por el respeto a la pluralidad y los derechos de todos los cubanos. Estas instituciones, y otras, acompañaron el proceso con la reflexión, cuestionaron temas polémicos y generaron informes propositivos para el debate constitucional.
Toda esta participación, autogestionada por los propios ciudadanos, dio al traste con lo que fue la campaña por el “No” a la nueva constitución (Celaya, 2019). Campaña que alcanzó relevancia a nivel nacional, que fue enfrentada y descalificada por los medios oficiales, que generó una experiencia de participación ciudadana de suma importancia, y que finalmente arrojó a resultados significativos con 2,5 millones de cubanos que de una forma u otra dijeron “No” a la nueva constitución (Escobar, 2019). Fue efectivo el uso de las redes sociales y fue efectivo el protagonismo de la sociedad civil para promover el voto en contra de la constitución aprobada, para transformar la agenda mediática, y estos son hechos que no pueden pasar desapercibidos.
- Las demandas para bajar los precios de la internet. Sin duda, la respuesta de las autoridades a las amplias, continuas y justificadas demandas de millones de ciudadanos cubanos de “dentro y de fuera”, de las más diversas ideologías (incluyendo la comunista) y de diferentes sectores de la sociedad para que bajen los precios de internet, representa una prueba contundente de cómo -gracias a las redes sociales y a la internet- los cubanos han logrado reformar la agenda mediática e influir en las decisiones del gobierno(DDC, 2020). Una prueba de cómo, ante la ausencia de libertades y oportunidades para participar en protestas y actividades físicas debido a la represión y el control excesivo de las autoridades, los entornos digitales en la Cuba actual ofrecen los espacios y los medios -alternativos, innovadores, diferentes pero igualmente importantes- para que los cubanos exijan sus derechos pacífica y respetuosamente, esquiven ligeramente la censura, alcancen a un mayor número de personas, e impongan mayor transparencia a las movilizaciones ciudadanas.
Tanto ha sido el potencial de este tipo de actividades, que en los últimos meses se ha observado una creciente ola represiva de la mano de la aplicación del Decreto Ley 370 (Freedom House, 2020), diseñado para controlar los ambientes digitales (Pisanu, 2019), esta vez orientada a las personas que desde el mundo online -periodistas independientes, influencers, blogueros, o ciudadanos comunes- protagonizan este tipo de campañas o simplemente se expresan con libertad. Esta respuesta, es una prueba de cómo se está reformando no solo la agenda mediática para satanizar este tipo de actividades, sino que muestra también la incapacidad de las autoridades para “combatir” con argumentos y respetuosamente a las demandas ciudadanas, destapando aún más unos procesos represivos que cada vez son más visibles -también por la internet- y menos legítimos a los ojos del ciudadano de a pie. El Decreto Ley 370, representa una prueba fehaciente de lo dañino que es internet y el uso de la tecnología para el poder totalitario en la Cuba actual.
Si bien los resultados de esta campaña digital para que bajen los precios de internet, no han logrado las reducciones que se esperan de las tarifas para la conexión, sí se han observado pequeñas reducciones que ya muestran la efectividad de esta, las cuales fueron mencionadas anteriormente. No obstante las demandas continúan y continuarán, junto al descrédito de medios y autoridades que acusan de “mercenarios” a quienes piden mejores precios, y junto a un proceso de concientización ciudadana importantísimo, generado por las respuestas represivas a personas que solamente quieren una mayor conectividad, y que incluso pueden ser personas que apoyan el sistema. Estos ya son resultados significativos, muestras de que se está influyendo en las decisiones políticas -incluso cuando no se logra el objetivo inicial-, de que los ciudadanos han evolucionado en su conducta cívica, de que el gobierno ya no es la única voz, ya no puede esconder la realidad, pues cada paso en falso que da desploma sus escasas cuotas de legitimidad social.
- El caso de la represión a José Daniel Ferrer y otros opositores políticos. Más allá del impacto del injusto encarcelamiento a José Daniel Ferrer (líder opositor cubano) y de los llamados de reconocidas instituciones internacionales y países para que el gobierno cubano diera explicaciones, primero de su desaparición y encarcelamiento, y luego para que fuera liberado, resulta sumamente importante el hecho de que en Cuba cada anuncio, cada declaración, cada llamado por su liberación tenía un eco significativo en las redes sociales, en las páginas de diarios independientes, en las voces de influencers, disidentes, artistas e instituciones de la sociedad civil que incesantemente abogaron por su liberación(Castropé, 2020).
A diferencia de cuando el mismo José Daniel Ferrer fue encarcelado como parte del grupo de los 75 en la primavera del 2003 (Castropé, 2020), en esta ocasión, considero que fue muy superior el número de cubanos que conocía de tal hecho, fue superior el número de cubanos que tuvieron la opción de solidarizarse compartiendo contenidos, denunciando la injusticia, e informando a otros sobre lo que sucedía. La diferencia es -desde mi apreciación- que en este caso, los cubanos tienen más herramientas para ello que las que tenían quince o veinte años atrás. En esta ocasión podían ver lo que el noticiero nacional decía, pero al mismo tiempo fue posible acceder a contenidos diferentes mediante las redes sociales y el uso de internet, enriqueciéndose el debate y la discusión sobre un lamentable hecho. En 2003 las cosas sucedían y muchos cubanos ni siquiera escuchaban los rumores, hoy la información viaja más rápido y más profundo en el espacio digital.
No fue la primera vez que en los medios oficiales se publicara información difamatoria sobre opositores al gobierno, pero sí fue la ocasión en que más cubanos tuvieron la oportunidad de desmentir o no las acusaciones imputadas. Como nunca antes, y a pesar de la censura, de los precios de internet, y de la predisposición al tema o miedo que genera la propaganda oficial, gracias a internet los cubanos tuvieron acceso casi simultáneo y alternativo a información sobre un opositor al gobierno que estaba siendo públicamente enjuiciado en los medios oficialistas, debido a la visibilidad -de nuevo, gracias a internet- que alcanzó el tema. De este modo se transforma, se influye en la agenda mediática, se imponen nuevos contenidos, se rompe el monopolio informativo. ¡Ya no se puede mentir! Y si el gobierno lo hace, los ciudadanos cuentan -mínima pero significativamente- con el poderoso recurso de internet para encontrar la verdad. Esta oportunidad no existía 10 años atrás.
Fortaleciendo la sociedad civil, potenciando su incidencia y legitimidad social
Otra efectiva vía por medio de la cual la internet y las nuevas TICs están impactando la realidad cubana es mediante una mayor incidencia en los procesos de toma de decisiones y creando presión social respecto a temas relevantes en la agenda nacional, así como con un proceso de empoderamiento y fortalecimiento de grupos e iniciativas sociales que cada vez logran una mayor interrelación; nuevas formas de comunicarse entre ellos, con el público y con los tomadores de decisiones; y nuevas formas de trabajo, con más eficiencia, innovación, dinamismo y efectividad.
La respuesta a problemas y demandas sociales ya no es monopolio del gobierno, algo que ha cambiado específicamente a partir de la segunda década del 80 y de los años 90, pero que se ha profundizado de manera significativa en los últimos 5-7 años por los mayores niveles de conexión a internet, que han propiciado mejores y más visibles respuestas de la sociedad civil a demandas y problemas sociales, y simultáneamente un camino de fortalecimiento de organizaciones intermedias. Hoy se observan procesos en los que se disputa, se comparte y/o se protagonizan las respuestas entre el gobierno y la sociedad civil ante problemas que afectan a la población. Se observa además que el ciudadano de a pie, reconoce y valora a organizaciones de la sociedad civil como actores importantes e insustituibles ante la necesidad de respuesta a coyunturas que impactan en el bienestar social. Sin dudas, este mayor conocimiento, reconocimiento, y protagonismo de la sociedad civil se debe en gran medida, al uso de internet y las redes sociales y las posibilidades comunicativas y de interacción que estas ofrecen. A continuación se destacan algunos casos que ejemplifican la anterior, no son todos, existen otros de gran valor como las movilizaciones de grupos ambientalistas, políticos, transportistas o animalistas, que no se abordan en este trabajo.
- Movilización ciudadana por los impactos del tornado en La Habana. Un ejemplo de lo anterior fue la realidad observada durante la respuesta al tornado que azotó parte de la ciudad de La Habana en enero de 2019(EFE, 2019). Mediante plataformas digitales se coordinó, se formó la respuesta y se generaron procesos de retroalimentación sobre las acciones protagonizadas por la sociedad civil para atender a los ciudadanos y comunidades afectadas por la tragedia natural. Específicamente a través de WhatsApp y Facebook, de manera independiente, innovadora para la realidad cubana y con decisión, cientos de cubanos de los más diversos sectores de la realidad, edades, religiones, ideologías, se alinearon en torno a los efectos nefastos del tornado y las formas mediante las que se podía responder a estos.
De este modo, los periodistas dieron una amplia cobertura de todo lo sucedido, mostrando aciertos y desaciertos, resaltando la verdad cuando la prensa oficialista se empeñaba en esconderla, y ofreciendo un importante insumo informativo a todos los interesados en el tema. Los cuentapropistas destinaron recursos para ayudar a los necesitados, los artistas fueron a los lugares afectados a acompañar a los necesitados, las iglesias crearon centros de atención para asistir a las personas, entre otros ejemplos (Guillén, 2019).
De una forma u otra, se hizo sentir la solidaridad del pueblo cubano hacia los que perdieron mucho debido al tornado, no solo las autoridades jugaron un rol importante en esta respuesta, sino que también, una sociedad civil fortalecida por el uso de la tecnología fue capaz de autoorganizarse y ocupar el espacio social que por derecho le corresponde. Incluso, en los momentos en que las autoridades intentaron impedir y reprimir la acción individual de apoyo de los ciudadanos, se impuso el deseo de socorrer a los necesitados. La importancia de las nuevas tecnologías para este tipo de respuesta radica también en la legitimación social que reciben las organizaciones de la sociedad civil en este tipo de circunstancias, lo que hace más difícil para las fuerzas represivas detenerlas, resultando una acción más activa, más visible, más profunda de la que la sociedad civil cubana era capaz de generar ante un hecho como este unos veinte años atrás. Hoy se imponen los hechos de la actuación de la sociedad civil, públicos y al alcance de los ciudadanos, ante la difamación de la propaganda oficial, de modo que la ciudadanía puede sacar sus propias conclusiones.
- Marcha de la comunidad LGBTI. Una marcha inesperada, espontánea, efectiva, esperanzadora y con motivaciones cien por ciento cívicas. El evento que normalmente era auspiciado por el CENESEX liderado por Mariela Castro, no contó con el apoyo de las autoridades en este caso, sin embargo, las orientaciones del gobierno indicando la suspensión de la marcha que por unos diez años venía celebrándose de manera anual en apoyo a la comunidad LGBTI no impidieron que las personas se movilizaran y salieran a la calle a reconocer y exigir derechos y respeto para su comunidad(Infobae, 2019).
Las redes sociales e internet sirvieron de espacio para la noticia, la circulación de información respecto a la cancelación de la marcha, y luego para la comunicación y la organización de una nueva, que finalmente se hizo con la participación de un considerable número de participantes. En este caso, al igual que en el caso de la respuesta al tornado en La Habana, resulta alentador ver cómo los cubanos usan la internet no solo para satisfacer sus propias necesidades personales, sino también para generar conciencia sobre temas de interés, aglutinar ciudadanos alrededor de una causa, desmentir la narrativa oficial y exponer los hechos de acuerdo con la verdad, defenderse de las autoridades visibilizando lo que sucede para el mundo entero. En aquellos días, no solamente quienes protagonizaron la protesta tenían una presencia activa en las redes, sino también muchos otros miles de cubanos que se sensibilizaron ante la represión o se impresionaron ante la valentía, autenticidad y sorpresa de la mencionada protesta.
Una vez más, la legitimidad de las autoridades, quienes acusaron -como de costumbre- de enemigos, mercenarios o malintencionados a los protagonistas de dicho evento, se ve cuestionada de sobremanera cada vez que los cubanos logran visibilizar hechos como este, testimonios de sus protagonistas, etc., mientras se fortalece para bien, la imagen de los ciudadanos de a pie y de la sociedad civil, que se atreven a alzar la voz o se motivan a la acción cívica de otra expresión.
- Campaña contra el Decreto 349. Si bien el Decreto fue aprobado por las autoridades y es utilizado para reprimir a la sociedad civil, en su momento fue un hecho resaltable por lo innovadora que fue la campaña y la movilización de personas y organizaciones que se logró alinear de acuerdo con un mismo objetivo. De este modo, al menos tres aspectos son fundamentales: 1. El consenso construido. 2. La divulgación de información y generación del debate (transparencia) sobre un tema que de otra forma hubiera pasado desapercibido para una gran cantidad de personas en Cuba, y que es crucial. 3. La capacidad de cuestionar las políticas oficiales, mediante métodos alternativos de participación, nuevos para la realidad cubana, pero viables y efectivos de acuerdo con experiencias internacionales.
De igual modo, incluso cuando no se logran los objetivos propuestos, o no a plenitud, estos ejercicios ciudadanos son la prueba incuestionable de un proceso creciente de empoderamiento de la sociedad civil, que genera mayor impacto en temas claves para la vida de la nación y que sitúa a las organizaciones intermedias como “amigas” y no “enemigas” del pueblo. Son la prueba de la capacidad de respuesta, de la coordinación, de la unidad en la diversidad, de la efectividad de las nuevas herramientas con las que hoy cuenta la sociedad civil cubana.
- Campaña por la liberación de Luis Manuel Otero Alcántara. El éxito de esta campaña ha sido probablemente una de las pruebas más contundentes de que internet y el uso que la sociedad civil cubana hace del mismo es una poderosa fuerza democratizadora de la sociedad cubana. Al igual que en el caso anterior resalta el consenso logrado, sumado a considerables niveles de movilización digital, los perfiles de las personalidades de diversas áreas que se integraron a la causa por la liberación de Otero, y las denuncias dentro y fuera de Cuba de muchísimas personas lograron un inesperado triunfo, que si bien fue parcial, no deja de ser significativo en el contexto actual.
Destacable el apoyo que recibió de artistas, personalidades, y ciudadanos de a pie, una campaña protagonizada por organizaciones de la sociedad civil independiente. Una campaña con notables implicaciones políticas, pues la motivación del gobierno fue claramente política cuando encarceló a Otero. Sin embargo, muchos ciudadanos saltaron las barreras del miedo y los estereotipos, y se solidarizaron. Este fue un hecho que demostró, que muchos cubanos, cuando tienen información verdadera y medios reales para participar, son capaces y están dispuestos a asumir dicha responsabilidad, no siendo indiferentes a las injusticias. Internet está proporcionando estos dos importantes insumos para la participación ciudadana: información y herramientas.
Respuestas a la emergencia sanitaria y económica generada por la COVID-19
Un pequeño vistazo al mundo online demuestra que no son pocas las ideas que circulan en redes sociales e internet respecto a qué puede o debe hacer el país para sobreponerse a la emergencia sanitaria y económica generada por el coronavirus. Además del sinnúmero de comentarios y opiniones personales que invitan a la prevención, la solidaridad, la esperanza, que muestran además la realidad en diversas latitudes y circunstancias, se suma un elevadísimo número de trabajos académicos propositivos respecto a cómo superar la crisis actual. Ejemplo de ello, es el informe publicado por el CEC sobre las consecuencias de la pandemia, visiones y propuestas en diversos sectores de la realidad (disponible en: http://centroconvivencia.org/category/propuestas/9-coronavirus).
Internet es, por estos días, una fuente enorme de conocimiento y recomendaciones para el corto, mediano y largo plazo. Cuba nunca antes había encarado una crisis de gran magnitud con el nivel de participación ciudadana que contamos hoy gracias a Internet. Nunca antes las propuestas del gobierno fueron tan criticadas, enriquecidas y puestas a prueba a los ojos de millones de cubanos. Nunca antes la sociedad civil cubana había conseguido poner al alcance de un clic tantas propuestas de políticas públicas que demuestran que ni somos contrarrevolucionarios ni estamos en contra de nuestro pueblo, sino que por el contrario, existen muchísimas personas que, desde el respeto y la profesionalidad, intentan cambiar el país participando activamente desde los espacios en los que se desenvuelven.
Al igual que en algunos ejemplos anteriores, medios de comunicación, emprendedores, centros de pensamiento, iglesias, organizaciones políticas independientes, han diseñado sus estrategias y propuestas -a pesar del confinamiento- y las han dado a conocer desde internet. De este modo es posible conocer qué negocios privados continúan abiertos, qué servicios están ofreciendo y en qué condiciones; dónde las Iglesias tienen sus programas asistenciales para el apoyo a los más vulnerables, y cómo acceder a determinadas ayudas; cuáles son las ideas que los centros de pensamiento están proponiendo para la gestión y salida de la crisis, cuáles son los posicionamientos de las organizaciones políticas, etc. Todo esto visibilizado por una excelente red de medios independientes que van más allá que los medios oficiales y ponen la verdad al alcance de los ciudadanos.
Continuará…
- Jorge Ignacio Guillén Martínez (Candelaria, 1993).
- Laico católico. Licenciado en Economía.
- Máster en Ciencias Sociales por la Universidad Francisco de Vitoria, Madrid, España.
- Miembro del Consejo de Redacción de Convivencia.