El presente trabajo posee la finalidad de demostrar la importancia de uno de los decretos aprobados en el Concilio Vaticano II: Inter Mirifica (1963), relacionado con los medios de comunicación social, cuya utilidad la Iglesia acepta siempre y cuando los fines sean nobles. Para cumplir tal objetivo se valorarán algunos puntos capitales que se abordan en tal decreto y que constituyen un gran aporte para cumplir la misión evangelizadora con mayor eficiencia. Se tendrán en cuenta, además, el contexto eclesiástico, histórico y sociopolítico, pues no se puede valorar ningún documento sin analizar el periodo en que fue creado.
Contexto eclesiástico
A lo largo de la historia de la Iglesia Católica muchos han sido los Concilios que se han celebrado con el objetivo de renovar y guiar la fe cristiana, atendiendo al contexto histórico de cada periodo para no perder el camino recto en las disímiles circunstancias que han marcado a la humanidad. En este sentido, el 25 de enero de 1959 el Papa Juan XXIII (Obispo de Roma desde 1958 hasta su muerte en 1963) convocó el Concilio Vaticano II, el cual se celebraría entre 1962 y 1965. No obstante, tras la muerte del Papa mencionado fue Pablo VI (Obispo de Roma desde 1963 hasta su muerte en 1978), su sucesor, quien dio conclusión a este importante acontecimiento histórico que dejó su huella desde el siglo XX hasta hoy. Este extraordinario concilio ecuménico se constituyó por cuatro sesiones, de las cuales la primera fue presidida por Juan XXIII y las otras tres fueron convocadas y presididas por Pablo VI. Tuvo como objetivos fundamentales la promoción del desarrollo de la fe católica, el logro de una renovación moral de la vida de los cristianos, la actualización (aggiornamento) o adaptación de la disciplina eclesiástica a la contemporaneidad (para ello se tuvo en cuenta la renovación de los elementos que más necesidad tuvieran de ello), el logro de una mejor interrelación con el resto de las religiones, en especial, con las orientales (Pablo VI consiguió reestablecer las relaciones con los ortodoxos en su encuentro con el Patriarca Atenágoras de Constantinopla, en 1964 ). Otro aspecto importante es que tuvo la pretensión de abrirse al diálogo con el mundo moderno, es decir, actualizar la Iglesia concibiéndola como inclusiva y no exclusiva. La idea anterior venía ya desde Juan XXIII, quien tenía la humilde convicción de que la Iglesia debía estar al servicio del mundo y no a la defensiva respecto a este, pues “evangelización y promoción humana están íntimamente relacionadas”.
Contexto histórico
Durante el periodo del mencionado concilio y, por consiguiente, de la confección y aprobación de la InterMirifica, el mundo estaba sumergido en la llamada “guerra fría”, situación crítica en la que había quedado el panorama político mundial tras la Gran Guerra; además, también existía la amarga división en dos bloques, este y oeste, cuyo ejemplo más evidente fue el muro de Berlín. Por su parte, en los países del tercer mundo comenzaba el inevitable proceso de descolonización, principalmente en el continente africano y Asia, lo cual provocó otra terrible división, esta vez, entre el Norte y el Sur, cuyo ejemplo aún es perceptible en el caso de Corea.
No obstante, a pesar de tales condiciones, en 1965 el Papa Pablo VI fue recibido en las Naciones Unidas, en 1967 creó la Pontificia Comisión de Justicia y Paz con la intención de suscitar el desarrollo de los pueblos; al año siguiente inauguró en Medellín, Colombia, la Conferencia Episcopal de Latinoamérica, lo que demuestra que la ardua labor social del sumo pontífice no conoce límites de ninguna clase.
Es insoslayable el hecho de que durante esta etapa ocurrió un gran desarrollo económico-social del capitalismo, tanto en Europa como en los EE.UU. y Japón. Este es el periodo de auge de la “era espacial” (había comenzado desde 1957 con el lanzamiento del primer satélite artificial por la URSS: Sputknit I) para la humanidad: el piloto Neil Armstrong realiza el primer alunizaje con el Apolo 11 y se convierte en el primer hombre en caminar sobre la superficie lunar en 1969.Teniendo en cuenta lo anterior, se puede afirmar que existía una competencia entre el capitalismo y el socialismo en la búsqueda del progreso y el bienestar social desde perspectivas o sistemas políticos diferentes. El modelo socialista de la URSS y China expandió su influencia a muchos países europeos, América y Asia; sin embargo, existía un tercer bloque de países en vías de desarrollo, que comienzan un proceso de economía emergente. Muchos países africanos y asiáticos logran su independencia, proceso de descolonización iniciado desde inicios del siglo XX (en 1962 Samoa, Burundi, Ruanda, Jamaica y Uganda se independizan del Imperio británico; en ese mismo año Argelia se independiza de Francia. En 1963 y 1965, respectivamente, también Kenia y Gambia se independizan del Imperio británico.En esta etapa está en auge la Guerra de Viet Nam,que había comenzado en 1955 y culminaría en 1975. Por otro lado, Latinoamérica y el Caribe se encuentran sumergidas en sangrientas tiranías (en Haití, François Duvalier; los Somoza en Nicaragua, entre otros) que desembocan paulatinamente en inevitables revoluciones. En 1962 se da la Crisis de los Misiles en Cuba, que casi sumerge el mundo en una Tercera Guerra Mundial y, aún peor, en un conflicto bélico nuclear que devastaría al planeta. Todos estos acontecimientos determinaron los cambios socio-culturales, políticos y económicos de la época, para lo cual el creciente desarrollo de los medios de comunicación masiva tuvo un rol fundamental en el logro de diferentes conquistas no solo políticas sino jurídico-sociales, como la igualdad salarial entre mujeres y hombres (un caso famoso, en este sentido, fue la huelga de obreras de la fábrica de autos perteneciente a la empresa automovilística estadounidense Ford en Dagenham, Inglaterra, en la década del 60).
III. Síntesis del decreto Inter Mirifica
a) Estructura y objetivo
Las circunstancias del mundo en la década del 60, en todos los órdenes de la vida humana, provocaron cambios importantes que son perceptibles en la actualidad. La Iglesia Católica, como vínculo entre el Creador y los fieles, tampoco estuvo exenta de ciertas transformaciones que le permitieran actualizarse y adaptarse a las características de la sociedad de la época. Es ahí donde entra en juego el Concilio Vaticano II, en el cual se discutió, entre muchos otros aspectos, el rol de los medios de comunicación social, por lo cual aprobó el decreto Inter Mirifica, donde reconoce y acepta que el correcto empleo de tales medios es compatible con la misión pastoral de la Iglesia. Este decreto está estructurado por una introducción, dos capítulos y cláusulas.
b) Temas y asuntos más significativos
Desde la introducción de este documento, se puede apreciar el valor que el Concilio le otorgó a los medios de difusión aludidos cuando plantea que:
Entre los maravillosos inventos de la técnica que, sobre todo en estos tiempos, el ingenio humano, con la ayuda de Dios, ha extraído de las cosas creadas, la madre Iglesia acoge y fomenta con especial solicitud aquellos que atañen especialmente al espíritu humano y que han abierto nuevos caminos para comunicar con extraordinaria facilidad noticias, ideas y doctrinas de todo tipo. Entre tales inventos sobresalen aquellos instrumentos que, por su naturaleza, pueden llegar no sólo a los individuos, sino también a las multitudes y a toda la sociedad humana, como son la prensa, el cine, la radio, la televisión y otros similares que, por ello mismo, pueden ser llamados con razón medios de comunicación social.[1]
De esta manera quedan definidos cuáles son los medios de comunicación social y por qué se les llama de esa forma. Sin embargo, el Sínodo no ignoraba los peligros que el mal empleo de estos medios puede ocasionar, pero reconoce su valía si se emplean correctamente, pues facilitan la comunicación a nivel nacional e internacional, posibilitando de esta manera que cualquier doctrina (buena o mala) sea capaz de llegar hasta los más recónditos rincones de la Tierra. Por la tanto, es válido considerar como una sabia decisión la incorporación de estos medios por parte de la Iglesia en su misión predicadora del mensaje de salvación, para lo cual insiste en la enseñanza de su uso correcto por los hombres. Instituye que es un derecho de la Iglesia emplear estos medios con dicho fin y que es labor de los Pastores instruir y enseñar a los fieles para que mediante los medios de comunicación socialtambiénpuedan alcanzar la salvación. Algo curioso y bastante novedoso es el rol protagónico que, en ese sentido, se le otorga al laico, al cual pone en función de “vivificar con espíritu humano y cristiano estos medios para que respondan plenamente a las grandes expectativas de la sociedad humana y al plan divino”.
Además, para el recto uso de estos medios insiste la Inter Mirifica que siempre se debe tener en cuenta la ética y la moral, pues solo así se puede evitar que se den situaciones nocivas como la publicación de fotografías, videos, entre otros, que pueden provocar la humillación y el descrédito, en cualquier caso. Apela a la necesidad de que todo el que emplee estos medios se forme en una recta conciencia para ello, especialmente, en las cuestiones más discutidas de la actualidad:
- La información o la búsqueda y divulgación de noticias: el decreto del que se ocupa este trabajo plantea que la información es un derecho y una necesidad de todo ser humano, pues contribuye al conocimiento de cada cual respecto a un fenómeno determinado y, por consiguiente, al desarrollo social; sin embargo, la información ofrecida siempre debe ser verdadera y respetuosa de las normas ético-morales de la sociedad, tanto en la búsqueda de su contenido como en su divulgación.
- Las relaciones entre los derechos del arte y las normas de la ley moral: en cuanto a este tema, plantea que siempre debe predominar de manera absoluta el orden moral objetivo, ya que este es el único que comprende toda la naturaleza del hombre y solamente su íntegra y fiel observación puede conducirlo a la plenitud de la perfección y de la bienaventuranza.
- La narración, descripción o representación del mal moral: según el decreto conciliar, mediante los medios de comunicación social las acciones anteriores pueden ser útiles para el conocimiento y la exploración profunda del hombre, así como para exaltar la verdad y el bien, siempre bajo el sometimiento de las leyes morales para evitar causar más daño que utilidad.
Se realiza un énfasis especial en la correcta elección que deben realizar los destinatarios que acceden constantemente a dichas fuentes de información para que no se dejen engañar por determinados medios que, bajo el poder de ciertos individuos poderosos, intentan manipular a las masas para lograr objetivos ajenos al bien común, como ciertamente ha ocurrido y todavía ocurre. Al respecto, es válido precisar que, aunque las advertencias sobre este peligro son cada vez más certeras, aún hay personas que creen fielmente todo lo que se expone en los medios como si se tratara de verdades absolutas e indiscutibles. Aquí cabe preguntarse dónde está el raciocinio que nos caracteriza como humanos. No se trata de dudar o desconfiar de la información que se publica constantemente, sino, de saber elegir qué fuente es fiable y cuál no; por tanto, es necesaria una profunda preparación derivada de la educación general integral, pues muchas noticias que se anuncian en los noticieros o que se publican en la prensa u otros medios, por ejemplo, a veces son falsas y persiguen determinados intereses que no son los de la sociedad.
Otrofactor importante relacionado con lo anterior es que, generalmente, los destinatarios son los jóvenes, por lo tanto, se recuerda “a los padres que es su deber vigilar diligentemente para que los espectáculos, las lecturas y cosas similares que sean contrarias a la fe o las costumbres no traspasen el umbral de su hogar ni vayan sus hijos a buscarlos en otra parte”. En este sentido, se recomienda disciplina y moderación a los jóvenes en relación con el uso de dichos medios. Por ejemplo, la Internet actual es uno de los medios de comunicación social más completos, pues de ella se puede extraer cualquier tipo de información útil; sin embargo, todo el que acceda a esta red global debe estar consciente de que no todo lo que allí se publica es una fuente fidedigna para fines útiles y beneficiosos, por lo tanto, debe saber elegir de entre esa amplia gama de información (y desinformación) que allí aparece para no cometer errores que puedan traer serias consecuencias. Es por ello que la Inter Mirifica insiste constantemente en la absoluta primacía de la moral, es decir, que la ética personal debe tributar a la de la sociedad y jamás deben violarse ninguno de sus principios.
Por supuesto, todo lo anterior debe ser asumido también por la autoridad civil de cualquier país, pues a ella le compete el control de tales medios y del uso que de ellos hacen tanto los difundidores de la información como los destinatarios. La Iglesia propone todo lo anteriormente planteado en dicho decreto no solo para los fieles, sino también para los no religiosos, pues todos los seres humanos emplean los medios de comunicación social y ninguno está exento de sus perjuicios o beneficios. Es por ese motivo que apela a la conciencia, al respeto de la moral y a la acción competente de las autoridades civiles para que los medios sean solo un beneficio y no un mal. Claro, desgraciadamente en el mundo postmoderno hay una cierta inclinación al individualismo, al escepticismo y al pesimismo, lo cual provoca ciertas actitudes mezquinas que no respetan la moral ni la integridad humanas. Es por eso que se dan tantos casos espantosos de mal empleo de medios como la Internet, donde se publica desde la pornografía más aberrante hasta los casos de idiotez humana más alarmantes. Esto hace que se pueda cuestionar si este medio es un bien o un mal, entre otras razones que no se expondrán aquí, pero que son del conocimiento de todos.
Con el objetivo de preparar al pueblo cristiano en el empleo de los medios de comunicación social para difundir con mayor eficiencia el mensaje de salvación, la Iglesia propone que los laicos sean:
instruidos en el arte, la doctrina y las costumbres, multiplicándose el número de escuelas, facultades e institutos, en los que los periodistas y los guionistas cinematográficos, radiofónicos y televisivos y otros interesados puedan adquirir una formación íntegra, imbuida de espíritu cristiano, sobre todo en lo que se refiere a la Doctrina Social de la Iglesia. También los actores de teatro deben ser formados y ayudados para que con su arte sirvan convenientemente a la sociedad humana. Finalmente, hay que preparar con esmero críticos literarios, cinematográficos, radiofónicos, televisivos y otros, para que todos conozcan perfectamente su profesión y estén preparados y motivados para emitir juicios en los que el aspecto moral aparezca siempre en su verdadera luz.[2]
Válido interés de la Iglesia, pues, para contrarrestar el mal uso de estos medios la preparación de los fieleses fundamental, ya que así es posible crear emisoras de radio, películas, revistas, diarios, entre otros, que estén en función de ayudar en la evangelización y difundircon honestidad la verdad, ante todo.
Conclusiones
La Inter Mirifica demuestra el interés de la Iglesia por el recto uso de los medios de comunicación social y aunque aprueba y reconoce que su correcto empleo es beneficioso para la misión pastoral en la predicación de la salvación, no deja de advertir sobre los peligros que su incorrecta utilización acarrea. Es por eso que exhorta a las autoridades competentes, tanto civiles como eclesiásticas, a que predomine la moral no solo por parte de los destinatarios a la hora de elegir cómo y qué medios utilizar, sino también, de los individuos o entidades encargados de difundir la información mediante dichos medios. Es certera la idea de emplear sabiamente estos medios para la predicación del Evangelio, pues, muchos de ellos, como la Internet, poseen una envergadura global que puede facilitar con mayor rapidez la misión de la predicación pastoral.
Este decreto es muy preciso al exponer cómo debe ser el empleo de los medios de comunicación social, siempre con honestidad y respeto por la moral, pues son los jóvenes, o sea, las futuras generaciones, quienes más acceso tienen a ellos y es necesario que no se dejen engañar creyendo fidedigna toda la información que se divulga en dichos medios. Sin embargo, lo cierto es que en la actualidad se torna casi imposible controlar cómo los seres humanos los consumen, pues el factor individual pesa mucho en este sentido, ya que cada persona es libre de elegir cómo hacerlo. No obstante, la Inter Mirifica apela a la conciencia, la moral y la dignidad humanas para ello; además, sugiere a los padres la vigilia del acceso que sus hijos tienen a tales medios.
La importancia de este documente radica en la visión novedosa de la Iglesia respecto al empleo correcto de los medios de comunicación social, ya que, lejos de considerarlos una amenaza para la fe, los concibe como un factor favorable a esta, siempre que se utilicen sabiamente en favor del bien común. Además, es certero en su inclusión de los no religiosos en su exhortación al buen uso de esta tecnología, cuando se alude a “todos los hombres de buena voluntad”, pues cada ser humano, independientemente de si cree o no, está vinculado de una u otra manera a tales medios y lo importante es cómo y para qué los emplea desde su individualidad.
Bibliografía
Pablo Obispo: «Inter Mirifica», en: Vaticano II. Documentos Conciliares. Constituciones, Decretos y Declaraciones, Ediciones Paulinas, México, 2018.
[1] Pablo Obispo: «Inter Mirifica», en: Vaticano II. Documentos Conciliares. Constituciones, Decretos y Declaraciones, p. 667.
[2] Pablo Obispo: «Inter Mirifica», en: Vaticano II. Documentos Conciliares. Constituciones, Decretos y Declaraciones, p. 677-678.
Magdey Zayas Vázquez (La Habana, 1985).
Graduado en 2012 de la carrera Licenciado en Educación, Humanidades, en la Universidad de Ciencias Pedagógicas Enrique José Varona.
Maestría en Didáctica del Español y la Literatura (2017, también en el Pedagógico).
Profesor Asistente de Literatura Latinoamericana de la UCPEJV, desde 2015 hasta 2018.
Profesor Asistente de Literatura Cubana en la Universidad de las Artes desde 2019.