La falta de expectativas produce la inercia social y la apatía y, por tanto, la falta de compromiso cívico. Eso no es bueno para ningún país. Pero si además, la inercia y la apatía parecen romperse ante la posibilidad de consumir, entonces estamos ante los mismos males que han cultivado las sociedades desarrolladas. Y si el rompimiento de la inercia y la apatía se produce por necesidades básicas como el hambre y la carencia de artículos de primera necesidad, entonces estamos ante los males de los países más pobres.
La falta de expectativas en política en Cuba, ha hecho que puedan ser publicados los datos sobre las pasadas elecciones para delegados de circunscripción con errores muy significativos y muy pocos lo notaran antes de que apareciera la fe de errata del otro día. Así como asombra a muchos el comentario de que, más de un millón y medio de cubanos expresaron de alguna manera su inconformidad o indiferencia, no votando, dejando en blanco la boleta o anulándola, a pesar de haber sido publicado el dato en la prensa oficial. Pocos le prestan atención a estos “detalles”.
Esta actitud, aparentemente indiferente y apática, puede ser el resultado de años de repetición en los resultados de las elecciones y de falta de expectativas porque no hay cambios sustanciales desde hace más de 50 años. No importa el delegado elegido, las cosas en nuestro país, continuarán igual. No hay expectativas.
Sin embargo no se manifiesta la misma falta de expectativas en cuestiones cotidianas y de la vida práctica como la apertura de una nueva tienda en Pinar del Río. A pesar de los años que llevamos de la misma situación en la economía doméstica, los pinareños alimentaron expectativas alrededor de la apertura de una nueva tienda de la cadena TRD, como para hacer una cola de horas, con disturbios en los que tuvo que intervenir la policía, con tal de entrar el primer día, para encontrarse que dentro no había mucho más de lo acostumbrado y al mismo precio.
Si la situación de desabastecimiento se mantiene desde hace el mismo tiempo que la falta de posibilidad de los delegados de resolver o cambiar en algo la situación política, ¿por qué no hay expectativas ante las elecciones y sí ante la apertura de una “tienda estatal”?
No es buena la apatía social. Como tampoco es bueno que estemos dispuestos a comportarnos con violencia, para entrar a una tienda. Aunque parezcan contradicciones, estos comportamientos, son propios de una situación de divorcio entre un discurso oficial lejano a una realidad que no nos deja pensar en otra cosa que no sean las necesidades vitales.
La falta de educación cívica que padecemos, se manifiesta en esta combinación de indiferencia ante la política, con comportamientos de violencia cotidiana. Generar expectativas posibles con reformas y proyectos, y promover la educación cívica será una combinación feliz para el futuro de Cuba.
Karina Gálvez Chiú (Pinar del Río, 1968).
Licenciada en Economía.
Fue responsable del Grupo de Economistas del Centro Cívico.
Es miembro fundador del Consejo de Redacción de Convivencia.
Reside en Pinar del Río.