Los acontecimientos más recientes acaecidos en nuestro país demuestran hasta qué punto están llegando las cosas en la Isla y las nefastas consecuencias de tantos años de intolerancia que ya estamos viviendo en el presente y que se podrían generar en el futuro mediato.
Por Juan Carlos Fernández Hernández
La situación actual en Cuba se podría comparar, desde ya, con los deportes extremos, para ser exactos con el de un equilibrista que camina por la cuerda floja entre dos inmensos farallones, sin malla protectora que pueda parar la caída. Bajo sus pies solo está el abismo.
Hasta para las personas menos versadas en cuestiones sociológicas y económicas la actual situación de nuestro país es simple de analizar y fácil para emitir un diagnóstico: La situación es, por días, insostenible. De la desorientación y la confusión, una parte considerable de la población del país ha pasado a la irritación, con la subsecuente protesta, y en muchos casos, a la abierta crispación y reacción violenta contra funcionarios estatales, unas veces, y en otras ocasiones en contra de vecinos, amigos, familiares, conocidos o de cualquiera.
El creciente malestar social es consecuencia, en parte, de la toma de medidas gubernamentales, en su mayoría de impacto económico, en diferentes sectores de la sociedad que en nada benefician a la población. Ejemplo de algunas de estas son: La reducciones drásticas de plantillas en áreas como la Salud Pública y otros sectores estatales en los cuales se les ofrecen a los despedidos reducidas opciones, siendo las más comunes: la construcción o la agricultura, sectores estos que son rechazados por casi la mayoría de la población debido a los bajos salarios que se pagan en ambos y la notoria escasez de medios para realizar estos fuertes trabajos.
Otra nota de descontento es la creciente represión por parte de las autoridades policiales en contra de ciudadanos que emprenden un pequeño negocio, si así se le pudiera llamar a estas actividades particulares que, en la mayoría de los casos, solo da magras ganancias para una precaria subsistencia. Estas personas, son, en un elevado número, ancianos y mujeres, que han emprendido pequeñas iniciativas de compra y venta de artículos, tales como: bolígrafos, estropajos, baterías para radio o reloj, audífonos, bisutería, etc. La persecución ha sido despiadada, imponiéndoles multas elevadas y el decomiso de lo que venden, generando en la población reacciones de rechazo total hacia las autoridades.
Pero la represión gubernamental va más allá de los vendedores ambulantes, bicitaxis, intermediarios de mercados agropecuarios, (boteros) personas que ponen su automóvil en renta, en fin, todos los que de alguna forma piensan en sobrevivir por cuenta propia son eliminados de la escena de la competencia.
Pero adentrémonos más en el complejo entramado de la sicología gubernamental. Cuando se echa un vistazo al amplio mundo de la cultura allí también se ve de manera explícita la represión que está ejerciendo el gobierno de la Isla contra la libre creación, en toda la extensión de la palabra.
La lista es extensa y bien conocida, por lo que solo mencionaré algunos casos que resultan ilustrativos: Proyecto OMNI- ZONA FRANCA, Grupo de Rap ‘Los Aldeanos’, Grupo de Rock ‘Porno para Ricardo’, Los bloggers: Yoani Sánchez, Reinaldo Escobar, Claudia Cadelo, Eugenio Leal, Miriam Celaya y un largo etc. , la artista de la plástica pinareña Yamilia Pérez, el poeta Maikel Iglesias, pinareño también, el yogui Abel, la revista digital Convivencia, son algunos de los que han sufrido en carne propia los ataques de ese fenómeno que llamamos intolerancia que se manifiesta de diferentes maneras, todas ellas suficientemente conocidas.
Mientras esto ocurre en el interior del país, allende los mares, el gobierno cubano pretende vender otra imagen, la de la apertura, tolerancia y hasta desenfado en las respuestas de estos embajadores culturales cuando se tocan temas espinosos de la realidad de la Isla. Pienso en la Charanga Habanera, Van Van, Buena Fe, Amaury Pérez Vidal y otros músicos cubanos que desde Cuba están presentándose en escenarios norteamericanos gracias a la política de la nueva administración estadounidense. Confieso que soy partidario de un sano intercambio cultural y de todo tipo con todo el mundo, porque contribuye de manera concreta a romper el muro de la censura y silencio al que estamos sometidos. Pero lo que no voy jamás a compartir será el engaño y la mentira, digo esto porque en varios programas que he visto, gracias a muchos amigos que me lo han facilitado, como a muchas personas dentro de Cuba, los artistas cubanos entrevistados por María Elvira, Oscar Haza, Carlos Otero y otros, parecen venir de un país normal, sus respuestas me han dejado alucinando, no he sido el único y esto me consuela. Cuando dicen que son artistas y que van a ofrecer su arte, está bien, pero que confiesen que no les interesa la política y que no saben nada de temas, que, por decirlo de algún modo, son canciones cotidianas en nuestro pueblo, es algo inaceptable, lo confieso.
Me decía un amigo que esto sucedía porque son signos del cambio. ¿De cuál?, – me pregunto. Que vayan a los Estados Unidos no es noticia, ya lo hicieron con Carter y con Clinton pero si esto es intercambio y su consecuencia es el cambio ¿por qué le niegan una y otra vez la salida del país a Yoani Sánchez, Héctor Palacios, Juan Juan Almeida, etc.?¿Será que estas personas sí abordarán sin miedos ni cortapisas el tema de Cuba y sus respuestas no sean las deseadas por el gobierno cubano? Pero también está la otra parte, la norteamericana. Intercambio, en su manera más simple, significa que tú me das y yo te doy, pero en el caso cubano es lo contrario. Si no, ¿dónde están los artistas e intelectuales norteamericanos que interactúan con el pueblo y público cubanos?
Estas actitudes están creando un caldo de cultivo que en nada ayuda ni facilita la convivencia y el mutuo respeto entre los cubanos, por el contrario, echa leña al fuego de las pasiones desenfrenadas en todos los ambientes de la sociedad cubana.
Si el Gobierno pretende insertarse de pleno en la comunidad internacional, con las ventajas que esto y otras acciones traerían para el país, debe comenzar el diálogo desde adentro, respetando las diferentes propuestas e iniciativas que surgen en la Isla y la diáspora cubana y no manteniendo una actitud de plaza sitiada, esperando un ataque que todos sabemos, incluidos los que dicen temerle, nunca va a tener lugar. Un refrán reza que no se puede ser lámpara para la calle y oscuridad para la casa. Alumbremos todos la casa Cuba que tanto lo necesita en estos tiempos, más que nunca antes.
Que no se repitan hechos como los de Orlando Zapata y tantos y tantos cubanos que hoy se encuentran en situaciones similares. Sentémonos todos en la gran mesa que es la nación cubana y ocupémonos y preocupémonos de salvar esta hermosa tierra sin que una vez más se pierdan vidas preciosas. Mucho ha sufrido esta tierra. No se haga más daño a la reconciliación de sus hijos.
Cuando de la patria se trata, se deben dejar de lado las diferencias que, con voluntad, nunca llegan a ser irreconciliables.
¡Todavía estamos a tiempo!
Juan Carlos Fernández. (1965). Pinar del Río. Cuba.
Miembro del Equipo del Proyecto Convivencia.
Ex Corresponsable de la Hermandad de Ayuda al preso y sus Familiares de la Pastoral Penitenciaria de la Diócesis de Pinar del Río.