¡Gracias!

Yoandy Izquierdo Toledo

Jueves de Yoandy

Ayer ha sido el día más especial de mi trayectoria académica desde mi primera graduación de Licenciado en Microbiología en la Universidad de La Habana en 2011. No sin pocos esfuerzos he llegado a la meta de un Doctorado en Humanidades en la Universidad Francisco de Vitoria; pero también no sin el acompañamiento de muchas personas, algunas que seguro se quedarán fuera de la lista, pero seguro nunca alejadas de mi pensamiento y corazón. Es por eso que, el mejor homenaje que pueda realizar a todas ellas está en publicar, en mi columna semanal, los agradecimientos que escribí para la ocasión:

«La gratitud y el gozo van de la mano. Cuando agradecemos, nuestro corazón se llena de alegría y surge el deseo de contar a otros lo que Dios ha hecho en nosotros» Salmo 107,22. Es por eso que, llegado este momento de mi trayectoria académica, deseo extender mis más sinceros agradecimientos.

Primero que todo a Dios, por permitirme a través de su Eterna Providencia y de sus ángeles en la tierra acceder a esta alta casa de estudios. Por sostenerme en el largo camino, no sin los obstáculos que la vida nos plantea, los personales, los familiares, los que supone vivir en Cuba, pero provisto de la fortaleza que solo viene de Él.

Gracias a mi director y tutor de tesis, el Dr. José Ángel Agejas Esteban, por su guía precisa, las correcciones oportunas, el interés, comprensión y cercanía mostrados ante temas cubanos como el que desarrolla esta tesis.

Gracias a Lucjan Borg, sacerdote agustino maltés, por su sabiduría puesta al servicio de Cuba durante tantos años. Por acompañarme en la fructífera estancia doctoral, por la revisión exhaustiva del documento final, por el ánimo y por enamorarse del proyecto de investigación como si fuera propio.

Gracias al Instituto de Estudios Eclesiásticos Padre Félix Varela y a Yasmany Pérez, su presidente, por la acogida durante el período de estancia doctoral.

Gracias a los profesores que nos han acompañado durante el Programa de Doctorado. A Javier Cervera por su coordinación eficaz. A Ángel Sánchez Palencia por coordinar uno de los cursos más necesarios para la Cuba del futuro “Antropología con y sin persona”. A Cecilia Font, que siendo profesora del Máster en Acción Política y no del Programa de Doctorado en Humanidades, ha estado al tanto de nuestro paso por la UFV y siempre ha extendido su mano amiga.

Gracias a todas las personas que han facilitado que todos estos años de investigación hayan sido llevaderos.

En España: A Elena y Lázaro por su disponibilidad a toda prueba, por su entrega desmedida a los cubanos, por ser refugio, puente y rostro de la bondad. A Neyda, la prima que es compañera de la UFV porque vino tantas veces como nosotros a cursos, exámenes, reuniones, depósitos de tesis. Ella, como nosotros, va a extrañar el campus y el trayecto de Doctor Esquerdo a Pozuelo. A Nercy y Tere, por compartir las alegrías y las tristezas de todo este tiempo, por su ánimo y su jovialidad. A Daguito y Beisy por su ayuda para la impresión y depósito de la tesis. A las chicas del Simón siempre pendientes de nuestros problemas e interesadas por nuestros temas universitarios.

En Estados Unidos: A Amaya y Warry, que junto a Oscarito y Santiago (que se nos adelantó al encuentro con el Señor) confían en nuestro trabajo por Cuba y para ella, incluyendo esta tesis doctoral. Estos cuatro tejedores de sueños me han regalado su amistad y me han apoyado para llevar a feliz término la andadura académica.

En Cuba: Al equipo de amigos que, animados por el profesor Leduán desde México, ayudó en la búsqueda bibliográfica con el uso del software Atlas.ti para poder agrupar por categorías el gran corpus de texto analizado. Gracias Elaine y William, Lina y Manolito, Manolín, Jeanette y Rayko. Al grupo de padres, abuelos y padrinos de la parroquia de la Caridad por el estímulo para seguir estudiando con sentido de servicio a la Iglesia y a Cuba. Gracias a mis queridos amigos Luis y Marianela, por confiar y esperar junto a mí este día que celebran como una fiesta suya. Gracias a Idel por el apoyo espiritual y por levantar el ánimo cuando muchas cosas no parecían tener sentido. Al equipo de la revista y el Centro de Estudios Convivencia, mi familia ampliada con la que aplico los presupuestos que sostiene esta tesis doctoral: el ejercicio de la verdad, la libertad y la responsabilidad.

Mi agradecimiento especial a Dago, por quien y junto a quien inicié este Doctorado. Gracias porque si hoy llegamos a presentar nuestras tesis doctorales es fruto de la ayuda de Dios, de tantos amigos comunes mencionados, de otros que saben que están en mi corazón, pero también de todos los tiempos de terapia mutua. Compartir preocupaciones, el estrés de la conexión a internet, los largos apagones eléctricos en Cuba, sirvió de catalizador para que en los momentos de mayores flaquezas la carga fuera más ligera. Gracias por contagiar la resiliencia, porque también has cumplido tu sueño de doctorado 40 años después. Gracias por hablarme de Juan Pablo II desde tu experiencia personal, por contarme de la última palabra que te dijo (coraje) y que he tenido presente en mi proyecto de vida en Cuba.

En último lugar de esta larga lista, en la que faltan muchos nombres, porque sería interminable, quiero agradecer a toda mi familia, abuelos, tíos y primos. Pero en especial a mi familia nuclear: a mis padres, a mi hermana y a mis sobrinos Olivia y Alberto.

A mis padres por el sacrificio constante para que el hijo del campesino y la ama de casa llegara a la universidad y fuera un hombre de bien. A ellos agradezco todo lo que soy, sin su amor y su dedicación nada de lo bueno que me ha sucedido en la vida hubiera sido posible.

Gracias mami, porque sin saber muchas veces de qué escribía, qué estaba investigando o cuáles eran las nuevas metas, me alentaste a seguir, me ayudaste a tener tiempo para dedicarlo a la tesis, cubriste la retaguardia e hiciste todos mis problemas tuyos. Gracias mami, porque has sido la fuente de inspiración de toda mi vida, mi compañera sensata y tierna cuando te necesito, que ha sido siempre. Gracias mami, porque tu fortaleza es inquebrantable, ni los miedos de la enfermedad, ni los riesgos de mi trabajo por Cuba han suscitado una palabra de desaliento; por el contrario, tu integridad es ejemplo y guía. Gracias por el regalo de tu vida.

El escritor, filósofo y moralista francés Jean de la Bruyère decía que «solo un exceso es recomendable: el exceso de gratitud». Cicerón nos recuerda que «la gratitud no es solo la más grande de las virtudes, sino la madre de todas las demás». Pues, en el cultivo de esta virtud, que hasta la neurociencia reconoce que nos hace más felices, elevo alto y claro un ¡gracias a todos!

 

 


Yoandy Izquierdo Toledo (Pinar del Río, 1987).
Licenciado en Microbiología por la Universidad de La Habana.
Máster en Bioética por la Universidad Católica de Valencia y el Centro de Bioética Juan Pablo II.
Máster en Ciencias Sociales por la Universidad Francisco de Vitoria, Madrid, España.
Miembro del Consejo de Redacción de la revista Convivencia. Responsable de Ediciones Convivencia.
Reside en Pinar del Río.

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