Generación Y, el premio Príncipe Claus para Yoani Sánchez

El Premio Príncipe Claus para Yoani Sánchez
Foto: Reinaldo Escobar.

Rosa Díez junto a Yoani Sánchez (Al centro). Foto: Reinaldo Escobar.
Por Rosa Díez
Quien no haya oído hablar de Yoani Sánchez y de su blog no sabe nada de Cuba. Quien no sepa lo que significa la “Generación Y” no conoce la Cuba del siglo XXI.
Yoani es una mujer hermosa y luminosa, una mujer de su tiempo que vive en un país oscuro anclado en el siglo pasado. La conocí hace unos meses, en el viaje que hice a Cuba para entrevistarnos con los demócratas cubanos. De ella teníamos un teléfono de contacto y ya en la isla llamamos y le explicamos quiénes éramos y por qué queríamos verla. No nos hizo ninguna pregunta; nos dio su dirección y nos anunció que nos esperaría con una taza de café.
Y sin más nos presentamos en su casa. Ella, junto a su esposo, nos esperaba con las tazas dispuestas sobre la mesa y el café caliente y perfumado. Nos sentamos y empezamos a hablar como si nos conociéramos desde siempre. Nos contó cómo empezó a utilizar la red para conectarse con el mundo; cómo empezaron a multiplicarse los internautas que le prestaban su voz y sus teclas cuando su blog fue prohibido en Cuba; cómo se generó un movimiento de solidaridad activa para que saliera al mundo la voz de los cubanos que el régimen castrista tiene amordazados.
Nos habló de lo que representa “Generación Y”, ese movimiento de jóvenes cubanos que han decidido hacer la revolución hablada y pacífica más importante de este siglo. Son personas que, como ella, no han conocido la democracia. Son ciudadanos cubanos que aspiran a ser tratados como tal, que no tienen rencores, que aman a su país, que no quieren renunciar a sus raíces pero que tampoco quieren renunciar a vivir en libertad. Son jóvenes que han decidido quedarse en Cuba para que sus hijos puedan mañana quedarse o marcharse sin pedir permiso a nadie.
En esa tarde calurosa de La Habana en la que tuve el placer de conocer a Yoani también hablamos de libros (de cómo echa en falta el no poder acceder a todos los que le gustaría leer), de Internet, de política… Ella me confesó que no tenía mucha confianza en los políticos; pero compartió conmigo, una política de vocación y en ejercicio, todas sus aspiraciones y sueños. Ambas convinimos en la necesidad de dar las batallas hasta el final; ella decía que su lugar está en los movimientos cívicos; yo le conté la experiencia de Basta Ya! y le expliqué que, a mi juicio, hay dos tiempos y dos formas de comprometerse con la sociedad y que ambos se complementan y se necesitan: primero a la calle y después al Parlamento.
Nos despedimos con la seguridad de que volveríamos a vernos. Yo pensé que ella era la expresión viva de un cambio, del cambio que necesita Cuba, del cambio que necesitan los movimientos democráticos cubanos. Ella mira hacia atrás sin ira; y mira hacia adelante con esperanza. Ella es muy joven; pero tiene la mesura de quien se ha curtido en la lucha cotidiana, de quien no tiene nada que perder, de quien sabe que merece la pena dar la batalla para que dentro de unos años no la tengan que librar los chicos de la generación de su hijo.
Le conté a Yoani que en 2005 entregamos en Estrasburgo el Premio Sajarov a Huawa Ibrahim, abogada nigeriana y madre de dos hijos, comprometida con la defensa de las mujeres condenadas a muerte por lapidación en países islámicos y en especial en su natal Nigeria. Ella nos lo agradeció haciéndonos ver la importancia de obtener ese galardón para alguien que vive en un país en el que todavía se lapidan mujeres: “Si te nombran, te protegen”, nos dijo.
En Cuba no se lapida a las mujeres; pero se sigue encarcelando a los demócratas. En Cuba no se lapidan mujeres; pero se sigue denostando a las Damas de Blanco. En Cuba no se lapidan mujeres; pero la madre viuda de Orlando Zapata no puede visitar la tumba de su hijo. En Cuba no se lapidan mujeres: pero se tapa la boca a quien reniega de un régimen dictatorial que asfixia las ansias de libertad de los ciudadanos cubanos. En Cuba no hay libertad; y sin libertad no merece la pena vivir.
En Cuba hay una mujer llamada Yoani Sánchez que hay que nombrar. Hay que nombrar a Yoani para poderla proteger; hay que nombrar a Yoani para proteger a los millones de cubanos que gritan con ella: ¡¡LIBERTAD!!
Hoy, al entregar este galardón a Yoani Sánchez, nombramos a todos los cubanos que luchan por los derechos humanos de todos sus conciudadanos. Y el Premio Príncipe Klaus se convierte, a partir de este momento, en la voz de los cubanos libres. En su voz y en su escudo.
Rosa Díez González
Líder de Unión, Progreso y Democracia (UPD)
Formación política de España. www.upyd.es
Scroll al inicio