Galería – El grafiti: ¿arte o indisciplina social?

Por Dagoberto Valdés
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La obra de Danilo Maldonado Machado, conocido por El Sexto, nuestro grafitero mayor, no deja de ser sugerente y provocativa, ni para alguien como yo, que creció y se educó en un sistema y un país con las paredes sin grafitis espontáneos pero despintadas, o con el único y mismo grafiti que siempre comenzaba con la peligrosa palabra Abajo, y que casi nunca podía ser terminado.
O por paredes recubiertas con mastodónticos y siempre aburridísimos carteles oficiales que repetían con letra gruesa, cuadrada y de color rojo, negro, o cuando más azul…

Por Dagoberto Valdés
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La obra de Danilo Maldonado Machado, conocido por El Sexto, nuestro grafitero mayor, no deja de ser sugerente y provocativa, ni para alguien como yo, que creció y se educó en un sistema y un país con las paredes sin grafitis espontáneos pero despintadas, o con el único y mismo grafiti que siempre comenzaba con la peligrosa palabra Abajo, y que casi nunca podía ser terminado. O por paredes recubiertas con mastodónticos y siempre aburridísimos carteles oficiales que repetían con letra gruesa, cuadrada y de color rojo, negro, o cuando más azul, las mismas consignas que no decían, por repetidas y vacuas, lo que se leía, sino, y con mucha frecuencia, todo lo contrario.
Tuve un amigo que un día, por la autopista nacional, me dijo frente a unos de esos puentes que no conducen a ningún lugar, porque se les extravió el trébol y las carreteras adyacentes, que él se informaba de la situación del País leyendo los grandes carteles de las vallas sin aliento. Después de comprobar que no hacía una de esas bromas pesadas y cubanísimas para aliviar el tedio del camión renqueante y que su seria y picaresca cara me quería compartir un importante secreto, me dice susurrando al oído, no para que no lo oyeran los pegados viajeros sino para vencer el ensordecedor ruido y el aire de golpe: ¡Los leo al revés!
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El Sexto, Mal-donado para esos carteles ideológicamente “correctos”, nos Da-(un)-Nilo repleto de plagas de Egipto y cestas de Moisés. Sólo con sus grafitis. En ellos no tenemos que hacer la retorcida lectura de mi amigo que se empeñaba en escudriñar lo que faltaba a Cuba leyendo, al revés, lo que afirmaban las letras increídas e increíbles: ¡Más fuertes y unidos que nunca!
En los grafitis Bien-donados de El Sexto, no hay que poner el alma de cabeza para entender el mensaje: está ahí, para ser leído de pie. Limpio. Ameno. Directo. Instintivo. Incitante. En una palabra, todo lo contrario del aburrido medio siglo cubano al que se le llama eufemísticamente “quinquenio gris”.
Colega, más que seguidor de Jean Michel Basquiat, Maldonado, El Sexto, con su propio estilo y pasión comunicadora, abrió la puerta de la libertad y de la responsabilidad al grafiti cubano. Del letrero subversivo hemos pasado a la “normalidad”, igual de perseguida, de las pintadas en La Habana. Los letreros provocadores, las estrellas veloces, las imágenes de disidentes, blogueras y Damas de Blanco, se unen en sus pintadas con policías y colores.
Nada está excluido. El grafiti es la comunicación más incluyente de la Cuba de hoy: está en la calle, en las paradas de ómnibus ausentes, en muros rotos o descoloridos que han huido del aburrimiento gracias a Maldonado.
Todo el que pasa por ahí, por cualquier allí, acá, más allá, se puede comunicar con El Sexto. No necesita conexión wifi, ni laptops, ni tarjetas recargadoras de los CUC de Cubacel, ni papel de fotocopiar para las revistas impresas, ni un celular para twittear. El grafiti es soberano, gratuito, universal. (Una aclaración: gratis para acceder, pero carísimos los spray. Pobre Da-Nilo, si encontrara afluentes del río para recargar los “lápices” atomizadores de mensajes liberadores).
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Todo lo dicho hasta aquí es muy polémico para las autoridades anti-grafiti, dígase, policías, pintores de fachadas “pictóricamente puras”, clásicos artistas plásticos (de mente), y otros sobrevivientes del pasado momificado. Pero esos grafitis son generalmente simpáticos para los transeúntes, desesperados por la confronta en paradas nocturnas, buscadores de la verdad en las paredes, muchachos adictos a la rebeldía y viejos con titimanía con la diversidad y la discrepancia, esas dos siempre jóvenes que aparecen en cada margen o malecón de las sociedades totalitarias sin ser jineteras ni vender el alma.
Lo que no se ha llegado a asimilar todavía, aún en los espíritus más libérrimos, es si el grafiti es arte o ganas de ensuciar las paredes. (Aunque me ha dicho El Sexto que él respeta las fachadas y muros particulares). Si es obra de creación o reproducción de lo sucio.
¡Ay, ceguera de los que no quieren ver lo que hizo un cubano para alcanzar su expresión más popular y callejera! Que no es lo mismo, porque hay por ahí cada populares de gabinete y solera que le meten miedo al vulgo.
¡Ay, sordera de los que no quieren oír los comentarios de los que pasan frente a un buen grafiti!
¡Ay, de los mudos disimuladores que miran para la acera del frente del grafiti, porque de ninguno de ellos es el Reino de los Cielos!
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Es decir, del “cielo” de los frescos de Miguel Ángel, en su tiempo mirados con reojo por sus voluptuosos desnudos en la Capilla Sixtina, o de las irreverencias de Dalí, aún siendo un super conservador franquista, o de las pintadas de Basquiat, sin comentarios. Esos sí, ya son aceptados y venerados porque están muertos, congelados en museos, canonizados por sus respectivas academias, iglesias y mecenas.
Que ¿por qué El Sexto no es aceptado como lo que es y por lo que hace, hoy…?
¡Porque está vivo!
Porque nos mantiene vivos.
¡Que nunca lo momifiquen con zanahorias, viajecitos y expos personales!
Ni siquiera con galerías en Convivencia.
¡Solavaya!
Contactos con Danilo Maldonado Machado, “EL Sexto”
Facebook: Danilo Maldonado; Blog: http//elsexto.net.tc
Teléfono móvil: 53379 84 91
Dirección particular:
Danilo Maldonado Machado, Calle 266 #3944 e/39 y 4,Arroyo Arenas, La Lisa, Ciudad de la Habana, Cuba. CP:10 400
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