Por Ernesto Palomino
A menudo vemos errores que solo cuando dañan la dignidad humana es cuando recapacitamos y recurrimos al perdón. De hecho, el perdón siempre es bienvenido aunque llegue tarde.
A veces no somos capaces de estudiar métodos o vías para educar y no dañar, solo, dislocadamente, vamos a la causa sin analizar el efecto. Hago referencia a esto porque como muchos otros casos que suceden a diario en mi ciudad pinareña, este en especial me dejó perplejo…
Por Ernesto Palomino Labrador
A menudo vemos errores que solo cuando dañan la dignidad humana es cuando recapacitamos y recurrimos al perdón. De hecho, el perdón siempre es bienvenido aunque llegue tarde.
A veces no somos capaces de estudiar métodos o vías para educar y no dañar, solo, dislocadamente, vamos a la causa sin analizar el efecto. Hago referencia a esto porque como muchos otros casos que suceden a diario en mi ciudad pinareña, este en especial me dejó perplejo:
Hace unos días pude ver y fotografiar unos anuncios en las guaguas de la ciudad cabecera. Se trataba de fotos de presuntos carteristas. Este fenómeno de hurto es algo que, en verdad, afecta a la mayoría trabajadora.
No defiendo a los ladrones. Los que cometan delitos como este u otros deben ser juzgados y sancionados si son culpables, pero lo inaceptable es que alguien se haya tomado la facultad de colocar en un lugar público las fotografías de esas personas que, en la actualidad, ya están en libertad, algunas desde hace más de dos años. Me pregunto: ¿no tienen derecho estos ciudadanos a la debida rehabilitación? ¿No tienen derecho a reintegrarse a la sociedad sin un estigma público como se hacía en la antigüedad con los leprosos? ¿Serán acaso imperdonables sus errores, toda la vida, aún después de haber cumplido su sanción y haber saldado su deuda con la sociedad?
¿Tienen el derecho de rehabilitación y de protección de su privacidad? Acaso sus hijos y demás familiares no tienen derecho a que sus padres o hermanos convictos tengan una nueva oportunidad para su reinserción en la sociedad?
¿Quién aprobó la publicación de estas fotos? ¿Qué organismo tenía estas fotos y las facilitó para ponerlas a la luz pública? ¿Quién se hace responsable de la violación de estos derechos ciudadanos aun de los que son juzgados, convictos y condenados? ¿Acaso nuestro Código Penal no contempla que los reclusos y los exreclusos, conservan aquellos derechos que se refieren a su privacidad y su rehabilitación, junto a otros muchos derechos inalienables? ¿Tienen responsabilidad la empresa de transporte, el guagüero?
Sé que los errores son parte de nuestros quehaceres diarios y que de ellos aprendemos, pero qué hermoso sería cuando el que los acomete tenga la voluntad de rectificar y perdonar. Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona según el artículo 3 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, pero veo que a estos de una forma u de otra se les niega este derecho.
Y desde otro ángulo, ¿qué mensaje le transmitirían estas fotos de numerosos carteristas a visitantes de otras provincias o del extranjero, o para los mismos niños y adolescentes que usan diariamente el transporte público? ¿Cómo se sintieron los pinareños honestos y orgullosos de nuestra ciudad y provincia?
Al momento de publicarse este artículo pude comprobar que las fotos fueron retiradas. Estoy seguro que otro ciudadano como yo, o quizá las mismas autoridades y la población decente de Pinar reaccionaron ante este disparate que desprestigia a los cubanos sanos, impide la rehabilitación de los enfermos y envía un mensaje muy peligroso de tomar la justicia por cuenta propia en una guagua, o mejor de violar el Derecho y la Justicia con iniciativas que un día pueden precipitarse cuesta abajo con violencia y venganza. ¡Evitémoslo!
Agradecemos a quienes juiciosamente las retiraron y confiamos en que dejemos al César lo que es del César y a la justicia y el derecho lo que es la salvaguarda de los derechos y deberes ciudadanos y su debida rehabilitación y reinserción social.
Cuba lo merece.
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Ernesto Palomino Labrador (Pinar del Río)
Laico católico
Trabajador por cuenta propia