- “Quiera o no quiera Fernando,
- sea cual fuere la opinión de sus vasallos en la isla de Cuba, la revolución de aquel país es inevitable.
- La diferencia estará en el tiempo y en el modo”.
- Félix Varela[1]
Cuando en 1821 el Padre Félix Varela Morales[2] es elegido diputado ante las Cortes Españolas representando a Cuba, no sabe entonces que no volverá a ver más a su amada tierra. Forma parte de varias delegaciones que van a España con el objetivo de presentarle al Rey iniciativas para mejorar la instrucción pública en las provincias de ultramar. Varela redacta un proyecto de ley para abolir la esclavitud, a la cual se opone y considera totalmente opuesta a los valores cristianos. Propone el reconocimiento de la independencia de algunas naciones americanas ya liberadas, y lanza un nuevo proyecto de ley para un gobierno autónomo en las provincias de ultramar. Sin embargo, a solo un año de estar en las Cortes, decretan la deposición del Rey Fernando VII nombrando en su lugar a un consejo de regencia. El Rey condena a muerte a los diputados que han firmado su deposición, entre ellos a Varela y otros que mantienen la misma convicción. Sale entonces Varela huyendo precipitadamente hacia Gibraltar y de allí, escondido en el buque Draper, llega exiliado a Nueva York.
Desembarca en los muelles Atlantic Docks, el 17 de diciembre de 1823, donde trabaja una fuerza laboral reforzada por inmigrantes europeos que descarga el café que viene de Brasil; las pieles de la Argentina, el azúcar de Cuba y el guano del Perú. Al igual que hoy, los inmigrantes y exiliados dan apoyo con la mano de obra y agilizan el proceso de la industria americana. Las familias cubanas que exportan azúcar a Nueva York en esa época envían con frecuencia a sus hijos a esa ciudad para que aprendan el idioma, la destreza en los negocios, y las costumbres del país. España aún gobierna en Cuba, pero los cubanos adinerados empiezan a considerar a los Estados Unidos como un lugar importante. Nueva York ya entonces es una ciudad en constante ajetreo, llena de bullicio y vida que acoge a pobres y a ricos.
Varela es por entonces un hombre maduro, de sólidos conocimientos y vasta cultura, con un temperamento de luchador que derriba obstáculos como es todo aquel que empuña la pluma. En la travesía que ha hecho desde España ha estado meditando y se da cuenta que no habrá ya más cátedra en el Seminario de San Carlos de La Habana, por lo que ya no tendrá más alumnos. Se pregunta entonces si no es quizás el periodismo una cátedra con un amplio auditorio. Sin pensarlo más decide entregarse a esta empresa y como veremos, llegará a ser uno de los pioneros del periodismo católico de Norteamérica.
Tiene una gran facilidad para aprender idiomas y aunque lee inglés, no lo domina. Entonces, con Cuba en la mente y el corazón, mientras aprende el idioma, se dedica a trabajar y a publicar su primer periódico: El Habanero en cuyas páginas enseña a los cubanos la manera en que hay que prepararse para lograr la total independencia. El Habanero (1824-1826) sería el primer periódico en español publicado en los Estados Unidos. Dos años después, cuando domina perfectamente el inglés, comienza a distinguirse en la prensa de Norteamérica.
Entre 1829 y 1832 escribe para El Mensajero Semanal[3] de Filadelfia y para el New York Register and Catholic Diary (Registro y Diario Católico). Contribuye con la revista Bimestre Cubana de La Habana en la que también escriben prestigiosos intelectuales de la época como José de la Luz y Caballero, Felipe Poey, Joaquín Santos Suárez y Domingo del Monte, entre otros, que logran que la revista alcance renombre. También colabora en La Verdad de Nueva York y para el Repertorio Médico Habanero. En 1836 Varela funda The Catholic Observer, y en 1838 el obispo de Boston le encomienda la dirección de un periódico destinado a la juventud norteamericana: el Children’s Catholic Magazine. Esta revista para niños fue una de las primeras publicaciones dedicada a los niños católicos de Estados Unidos entre 10 y 16 años. Era tamaño bolsillo y se publicó en Nueva York entre 1838 y 1840.
Existe por entonces un movimiento anticatólico que, aunque tiene una finalidad política, recurre al antagonismo religioso. Vemos como se congregan 73 ministros protestantes y establecen en Nueva York la revista El Protestante en la cual desatan una campaña que es un verdadero furor religioso contra la Iglesia católica, en la que despliegan una oleada de odios, persecuciones y discriminaciones contra los católicos quedando incluso destruidas propiedades de la iglesia. Además del idioma y del clima, tan distintos a los de su Cuba natal, Varela tiene que enfrentarse también a la intolerancia y el fanatismo del protestantismo. Para contrarrestar esta campaña de El Protestante, Varela se echa sobre sus espaldas la tarea de refutarlos fundando por su cuenta el Protestant’s Abridger and Annotator[4] (El Abreviador y Anotador de El Protestante), donde hace gala de sus cualidades como polemista enérgico, que jamás se excede y que nunca ofende. Prueba de ello es su comentario de noviembre de 1839 en el periódico The Catholic Register[5] (El Registro Católico) de Nueva York de 1839-1840, en el que responde a ciertas críticas del sector protestante:
“los protestantes besan la Biblia en señal de respeto y reverencia. Ellos no están besándola como libro sino porque contiene la palabra de Dios expresada en letras y símbolos. No deberían objetar entonces a que nosotros, los católicos, besemos un crucifijo que más profundamente llama la atención a nuestros sentidos y significa lo mismo”.
En 1837 Varela es nombrado Vicario General[6] de la Diócesis de Nueva York que entonces abarcaba todo el estado de Nueva York y la parte norte del estado de Nueva Jersey. También es consultor de teología del Comité de obispos de Norteamérica que es responsable de redactar el famoso Catecismo de Baltimore que sirvió como instrumento de instrucción religiosa a los niños católicos de los Estados Unidos hasta mediados del siglo XX. Más tarde le confieren un doctorado en Teología del Seminario St. Mary’s de Baltimore, en el estado de Maryland.
El 20 de febrero de 1840 escribe el editorial “La educación de los niños católicos en las escuelas públicas” en el que expone:
‘La verdadera libertad y tolerancia se demostrarían si se tomase a la educación sin interferir con los principios religiosos de nadie. Lo primero que se hace en las escuelas públicas es poner la Biblia Protestante, sin notas ni comentarios, en manos de un niño, dejándola a su libre interpretación. En casi todas las escuelas públicas se utilizan libros que contienen muchos pasajes alterando y ridiculizando nuestra doctrina católica. Los mismos maestros no dejan pasar la oportunidad para añadir sus sarcásticos comentarios’.
Aunque la situación es muy tensa, el Padre Varela la maneja con delicadeza y sensibilidad a la vez que pone los puntos sobre las íes.
Un año más tarde vemos que escribe en The Catholic Expositor, y a petición del obispo John Dubois[7], dirige el New York Catholic Register. Luego en abril de 1841 funda The Catholic Expositor and Literary Magazine con la ayuda del padre Constantine Pise. En sus páginas encontramos la producción teológica más completa y madura de la pluma de Varela. Como si ya todo lo anterior no fuera suficiente, colabora también con el Truth Teller (El Narrador de la Verdad) y con The New York Freeman’s Journal and Catholic Register (Diario y Registro Católico Libre de Nueva York). Félix Varela es un hombre ilustrado y culto, prueba de ello es que en su biblioteca tiene colecciones completas de historiadores griegos y latinos en sus lenguas originales. Además del español y el inglés, el padre Varela entendía perfectamente el alemán, el portugués, el francés y el italiano.
Como hemos visto, sus largos años de exilio en los Estados Unidos fueron de intensa labor periodística y también parroquial, siendo el primer sacerdote cubano incardinado[8] en lo que entonces era la Diócesis de Nueva York. Fundó en Manhattan dos parroquias: la Transfiguración y Saint James. Conocido como pastor dedicado a los residentes pobres y desamparados de la ciudad, particularmente de los inmigrantes irlandeses, los ayudó con su pluma combatiendo la injusticia, luchando por el amor cristiano, y el derecho a la libertad de creer en Dios.
Luego de 30 años de labores y sacrificios en Nueva York, decide retirarse a vivir a un clima más cálido que lo ayude con sus dolencias ya que está enfermo y padece asma. A los 65 años se muda para la Florida donde fallece, en la ciudad de San Agustín, el 18 de febrero de 1853. Casi sesenta años más tarde, el 8 de noviembre de 1911 llegan a La Habana sus restos que son depositados en el Aula Magna de la Universidad de La Habana, el 22 de agosto de 1912, donde reposan desde entonces.
En las primeras décadas del siglo XX, la Iglesia norteamericana comenzó a valorar la labor periodística de Félix Varela. En 1898 el Padre Merrick publicó un artículo en la revista Mensajero titulado El Apóstol Cubano de Nueva York. Y en 1927 el Padre William F. Blackestee realizó un extenso trabajo para la Sociedad Católica de la Historia de Filadelfia en el que hace resaltar, no solo la solidez de los conocimientos científicos y religiosos del Padre Varela, sino también su sorprendente dominio de la lengua inglesa. Dice Blackestee: “Con su penetrante visión, estilo grácil y un dominio asombroso de la lengua inglesa, derrotó de la forma más completa a sus más audaces y formidables opositores en las controversias literarias y en los debates públicos”[9]. El nombre de Félix Varela también aparece en el Diccionario de Biografía Americana editado en 1936, y en el libro Pioneros del Periodismo Católico de la Sociedad Católica de la Historia[10] de los Estados Unidos donde se le hace justicia por sus innumerables contribuciones.
Desde su llegada a Norteamérica en 1823, el Venerable Padre Félix Varela Morales no dejó de luchar un solo momento. Con sus obras y con su vida defendió la independencia y la libertad de Cuba y luchó por los derechos humanos y sociales. Su ejemplo constituye un gran estímulo para todos los que buscamos la dignidad plena del hombre. Por eso, el 14 de marzo del 2012, el papa Benedicto XVI firmó el decreto, por medio de la Congregación para las Causas de los Santos, que declaraba al Siervo de Dios Félix Varela como Venerable, paso previo a ser proclamado beato y posteriormente santo. Ese día en su homilía, Benedicto XVI definió al Padre Félix Varela como un ejemplo preclaro de cómo un hombre de fe puede contribuir a la construcción de una sociedad más justa.
Desde hace muchos años se ha venido trabajando en la causa de beatificación del Venerable Padre Félix Varela y Morales en espera de un milagro. Estamos confiados que este pronto sucederá, y que Varela será ¡por fin! elevado a la santidad. ¡Cuánta alegría causará esta noticia en el pueblo cubano! Podremos entonces ponernos a su amparo e invocarlo como Santo de nuestra Iglesia. Que el Señor escuche nuestra oración y nos haga este regalo.
Nota:
El 25 de febrero de 1988, al conmemorarse el Centenario del nacimiento del Padre Varela, la Comisión del Centenario colocó una tarja conmemorativa y una escultura, junto a la Catedral de San Agustín en la Florida.
En 1998 se colocó un monumento a la memoria del padre Varela frente a la biblioteca pública West Dade Regional Library en el suroeste de Miami.
En agosto del 2000 se bautizó un colegio con el nombre de Félix Varela High School en Miami.
Una sucursal de correos de la calle 8 del suroeste de Miami lleva el nombre Father Félix Varela Post Office.
Estos han sido logros de la Fundación Padre Félix Varela de Miami.
[1] Obras de Félix Varela. T. II, Editorial Cultura Popular, La Habana 1997, p. 173. Varela se refiere a Fernando VII, rey de España [1808-1833].
[2] Félix Varela Morales (La Habana 20 noviembre, 1788-San Agustín de la Florida, 18 febrero, 1853).
[3] En el que colaboró con José Antonio Saco. El primer número apareció el 19 de agosto de 1828 en New York. Los números del 2 al 32 fueron editados en Filadelfia, y a partir del 33 y hasta el final, de nuevo en Filadelfia. Colaboraron Gaspar Betancourt Cisneros, Tomás Gener, Ramón Vélez y José Estévez. El último número es el del 29 de agosto de 1831.
[4]The Protestant’s Abridger and Annotator publicado por George F. Buncer y el Padre Félix Varela.
[5]The New York Catholic Register, Gallagher & Smith pubs., publicación semanal, 1839-1840.
[6] Vicario parroquial es el que apoya al párroco para que en esa misma comunidad se cumplan las funciones de enseñar, dirigir espiritualmente, ayudar en las necesidades de la comunidad.
[7] John Dubois (Paris 1764-Nueva York 1842), fundador de St. Mary’s College y tercer Obispo de la diócesis de Nueva York.
[8] Vincula de manera permanente a un eclesiástico en una diócesis determinada.
[9] Father William F. Blakeslee. “Félix Varela,” Catholic Historical Society, Vol. 38, No. 1, marzo, 1927, pp. 15-46.
[10] Publicado en 1930.
Teresa Fernández Soneira (La Habana, 1947).
Investigadora e historiadora.
Estudió en los colegios del Apostolado de La Habana (Vedado) y en Madrid, España.
Licenciada en humanidades por Barry University (Miami, Florida).
Fue columnista de La Voz Católica, de la Arquidiócesis de Miami, y editora de Maris Stella, de las ex-alumnas del colegio Apostolado.
Tiene publicados varios libros de temática cubana, entre ellos “Cuba: Historia de la Educación Católica 1582-1961”,
y “Mujeres de la patria, contribución de la mujer a la independencia de Cuba” (2 vols. 2014 y 2018).
Reside en Miami, Florida.