Por Iván Hernández Carrillo
Guillermo Fariñas Hernández, no es sencillamente una persona más. De hecho es un prestigiosísimo periodista y bibliotecario independiente, laureado internacionalmente en varias ocasiones, ahora con el Premio Andrei Sajarov, pero su vida se resume en la experiencia que le ha tocado vivir bajo un modelo absolutista y totalitario que ha dejado caer sobre sus hombros todas las injusticias de su despotismo como una espada de Damocles.
Es de común conocimiento que él ha estado bajo aberrantes situaciones políticas, de acoso, detenciones arbitrarias y encarcelamientos viviendo momentos difíciles que incluso, muy pocos prisioneros, han logrado resistir.
No estoy escribiendo esto simplemente porque sea uno de mis más estimados colegas ni porque es un líder de su barrio y dentro de la disidencia interna cubana, sino porque con su ejemplo ha calado en lo más hondo de nuestros sentimientos con su entereza, con su valor, con su gran estoicismo y su temple.
En lo que se refiere a su experiencia humana: El Coco, como cariñosamente lo llamamos, ha experimentado en carne propia lo que el suplicio, la tortura y el martirio significan. Él ha sido castigado, no por tener una conducta torcida sino por su vida dedicada íntegramente a las causas más nobles y justas como son la libertad y los derechos humanos. Ha sufrido porque piensa que el pueblo cubano y yo, merecemos más de lo que el régimen que gobierna la isla puede ofrecernos.
Su dolor es la medida de nuestra riqueza como seres humanos y de su altruismo. Si alguien duda de la pasión y del respeto de Fariñas por los prisioneros políticos y por su pueblo en sentido general, que vea lo que fue capaz de resistir, 135 días de huelga de hambre y sed. Quizás alguien pueda sorprenderse al ver que hago mucho énfasis en el aspecto del sufrimiento de su vida, lo hago porque los gobernantes cubanos y la prensa oficialista, trataron de restarle importancia, hablaron y escribieron sin tener en cuenta el altísimo precio que estaba pagando por su cívica protesta. No dijeron, ante los diputados a la Asamblea Nacional del Poder Popular, que la vida de este valeroso hombre estaba al borde de la muerte, tampoco lo hizo la prensa oficialista. No fueron capaces de reconocer el valor ineludible y humanitario de su petición, obviaron todo esto, obviaron su fortaleza moral, su austeridad, su honradez y su rectitud.
También lo hago por otra razón. Nunca se adquiere algo de la nada. Una causa que está condenada al fracaso es la de fabricar líderes de la nada. Pero, en este caso, la postura firme e inclaudicable de Fariñas, lo hace reverente, digno de todo mérito y de tan alta integridad moral como la de hombres de la talla de Mahatma Ghandi y Martin Luther King. Hombres que fueron capaces de soportar la prueba de fuego de la opresión a manos de sus adversarios sin recurrir a la violencia. Guillermo Fariñas debe contarse entre esos grandes hombres.
No cumpliría mi deber si dejo de mencionar que, junto a este hombre hay muchos otros que languidecen en las cárceles y otros a los que han dejado morir: como fue el caso del joven Pedro Luis Boitel y más reciente aún, el del prisionero de conciencia Orlando Zapata Tamayo, un joven de la raza negra.
Hay muchísimos otros que pudiera mencionar, algunos en estos momentos detenidos o encarcelados por razones de opinión o por manifestar sus ideas de manera pública y pacífica. Muchos de estos hombres son desconocidos para la mayoría del pueblo cubano por la férrea censura que imparte este tipo de sistema, ninguna información vinculada con los abusos y atropellos que se cometen contra nosotros son publicados en los medios de comunicación controlados.
El desolador testimonio de nuestras vidas y la de nuestros familiares, víctimas del flagelo del comunismo imperante nunca le ha llamado la atención a la prensa oficialista. Somos sencillamente parte de una masa de hombres y mujeres anónimos. En este sentido personas como Orlando Zapata Tamayo y Guillermo Fariñas Hernández son un ejemplo digno a seguir.
La imponente estatura moral de Guillermo, ha servido para arrojar luz sobre las víctimas del régimen que padecemos encierro y atroces castigos en todas las cárceles o en los departamentos de investigación donde somos fríamente torturados. Los “mercenarios” nunca mantendrían esta actitud. Eso prueba la integridad ética de cada uno de los opositores pacíficos.
Su ejemplo es como un espejo a través del cual podemos apreciar detalles importantes acerca de sus métodos de lucha no violentas, él es el tipo de persona a la que la prensa oficialista cubana, manipuladora y manipulada, no puede obviar a pesar de tantos años de silencio. Esta es otra razón por la que digo que es un ejemplo para todos nosotros.
Algunos disidentes ahora guardamos silencio, muchos porque estamos tras las rejas, otros porque han muerto y, paradójicamente algo que los muertos tienen en común con nosotros es que ambos guardamos silencio. En nuestro caso, ese silencio es involuntario debido al estricto control que ejercen los militares sobre los prisioneros políticos; pero no voy a entrar en detalles acerca de las artimañas de las que he tenido que valerme para sacar a la luz este escrito, esto quedará pendiente para un próximo encuentro.
Fariñas ha tenido la posibilidad de marcharse tranquilamente de Cuba junto a su familia y radicarse en cualquier país de Europa o América, sin embargo, no lo ha hecho, no lo ha hecho por personas como nosotros que nos hemos enfrentado a las adversidades manteniendo nuestra dignidad como insignia mientras que él ha sido capaz de desarrollar una fuerza psicológica y moral poderosa que ni la más brutal represión ha podido quebrantar.
En mi caso he captado su ejemplo de resistencia, de empuje y de coraje y he sobrevivido a este cruel ensañamiento. Estoy seguro que otros hermanos prisioneros políticos como yo, han sido fortalecidos por el ejemplo indiscutible de Guillermo Fariñas Hernández.
¡Gracias a su paradigma, a su solidaridad y a su apoyo!
Iván Hernández Carrillo (Matanzas, 1971)
Periodista y Bibliotecario Independiente.
Prisionero de conciencia de la causa de los 75.