“He ofrendado mi vida en el altar de la Patria y en el altar de Dios, espero que Él reciba mi ofrenda por la libertad de Cuba. Estamos en sus Manos.” – dijo a Convivencia.
Por Consejo de Redacción.
Convivencia ha conversado, varias veces, telefónicamente con Guillermo Fariñas, psicólogo y periodista, de 48 años. Nuestro objetivo es disuadirlo de un método de lucha que lesiona su vida, no desanimarlo de sus demandas y menos de su lucha pacífica por la democracia en Cuba. El vive en Santa Clara y ha estado 23 veces en huelga de hambre. La última huelga en 2006 duró 2 meses solicitando Internet para todos y tuvo que ser operado en varias ocasiones para salvarle la vida.
Esta vez, a raíz de la muerte de Orlando Zapata Tamayo, Fariñas decidió iniciar otra huelga sin ingerir alimentos ni agua. Ha dicho a El País que “hay momentos en la historia en que tiene que haber mártires” y que ve “su cuerpo como un instrumento más para alcanzar la libertad de Cuba”. “Si muero, que el mundo se percate de que el Gobierno deja morir a sus opositores y que lo que le ocurrió con Orlando no es un caso aislado”. Su madre, Alicia Hernández, y su esposa, Clara, se oponen radicalmente a esta protesta, aunque respetan su decisión.
Después de hablarle en nombre del equipo de Convivencia, y en el mío propio, rogándole que cambie de método de lucha para no atentar contra su vida, aunque lo respetamos y admiramos, me dice: He ofrendado mi vida en el altar de la Patria y en el altar de Dios, espero que Él reciba mi ofrenda por la libertad de Cuba. Estamos en sus Manos. Días después, recibió en su casa a dos sacerdotes católicos que le administraron la Unción de los Enfermos, sacramento de la Iglesia para fortalecer a los que sufren en su cuerpo. Fariñas los recibió con profunda y silenciosa convicción.
Mauricio Vicent, periodista de El País le ha preguntado, entre otras cosas: ¿Qué cree que piensa de esto su mujer, su hija, su madre? Su respuesta ha sido: “Bueno, cuando tomé la decisión de entrar en huelga de hambre mi madre estuvo 16 horas sin hablarme. Ahora, aunque se oponen, respetan mi decisión. Pero yo les digo que para hacer patria la familia tiene que sufrir. Supongo que la madre de Martí haya sufrido, y también la de Antonio Maceo.”
Convivencia se une a la oración y la acción pacífica de muchos que apoyan las demandas de Zapata, Fariñas y otros. Expresa su opinión de que la vida humana es sagrada y debe respetarse. Pero considera que la bioética, que es “la ciencia de la ética de la vida”, no solo debe respetar el derecho de la huelga sino, y sobre todo, los derechos humanos universales e inalienables que estos hermanos están solicitando y son la causa y la raíz de esos recursos extremos. Esto sucede cuando los más elementales derechos son violados sistemáticamente, cerrando la puerta al diálogo y la negociación humanitaria. Sucede cuando los recursos para una lucha pacífica por los altos ideales de la libertad, la justicia y la paz se agotan en el inmovilismo y la cerrazón de los que tienen en sus manos la vida y los destinos de los pueblos. Ellos son los máximos responsables de las huelgas y de las muertes. Bastaría un gesto de diálogo, amor y cambio… de verdad, y todo comenzaría a regresar a la Vida.