Miércoles de Quintana
Mucho se habla de la necesidad de exportar. Está en las campañas de comunicación oficiales, en los discursos de los funcionarios, en todos los noticieros informativos. Parece una necesidad económica concientizada. Sin embargo, no da señales de ser un proceso con vitalidad demostrada.
Hace poco más de una década la provincia de Pinar del Río exportaba más de 10 rubros en forma permanente. Más de 30 exportaba el país. Pero en la actualidad ha disminuido la diversidad y menguado las cantidades exportadas de casi todos los productos. La componente exportadora del Producto Interno Bruto (PIB) está en crisis, lo que resulta fatal para una economía abierta como la cubana que debe reproducirse a través del comercio exterior. Lo que se importa, sobre todo los combustibles y los alimentos, debe ser pagado con los ingresos provenientes de lo que se exporta o con créditos y deudas contraídos con ese fin. Y si el país no honra sus deudas cada vez tendrá menos prestamistas dispuestos a correr el “riesgo Cuba”.
Hay un conjunto de disposiciones legales y organizativas de reciente estreno, encaminadas a favorecer la actividad exportadora con estímulos que se esperaba produjesen impactos rápidos y visibles. Pero no han funcionado en la medida de lo esperado. La televisión muestra a un grupo de altos directivos del gobierno explicando, abogando o recabando apoyo para la actividad exportadora; solicitando se pongan en práctica las medidas ordenadas por las resoluciones y códigos legales. Los discursos de los funcionarios, reiterados, tenaces, elocuentes, no logran que aparezcan la productividad y la calidad que demandan. ¿Qué sucede?
Parece que la economía es un carro que no realiza su performance total debido a fuerzas que se le apliquen desde el exterior, a empujones que lo guíen en la dirección correcta. Parece más bien que precisa un empujón desprejuiciado, con suficiente fuerza para que arranque… y luego siga arrancando sin necesidad de empujones. El carro de la economía muestra su mejor performance gracias a sus automatismos, a sus autocorrecciones, a sus homeostasis financieras. El mecanismo económico tiende al equilibrio. Y la gracia no está en sustituir al equilibrio cuando lo creemos o lo percibimos desbalanceado, sino en recrear las condiciones que lo hacen funcionar casi bien… porque bien no funciona casi nada en el mundo y mucho menos en economía.
Y mucho menos en la actividad exportadora. En este ámbito se precisa de una cultura de exportación, algo que se crea en años de trabajo y dedicación. Y se desbarata en pocos meses.
Cultura de exportación es crear productos exportables dotados de calidades y precios que los hagan competitivos. Es visión estratégica para identificar lo que se venderá pasado mañana. Es conocer, enamorar y desposarse con mercados estables, leales y exigentes. Cultura exportable es estudiar y conocer lo que se puede hacer en el país a menos o igual costo y con igual o más calidad que en el extranjero. Cultura exportable es conciencia del riesgo. Es reto. Es dormir poco y soñar solo lo necesario. Es hacer más que decir. Es intentarlo. Es crear condiciones de libertad para que no se marchite ninguna iniciativa. Hay que dejar hacer a los que quieren hacerlo. Y para que quieran hacerlo deben tener estímulos generosos. Ejemplo: ¿Es la tasa de cambio ofrecida a los exportadores cubanos un estímulo movilizador? Espero respuestas.
- José Antonio Quintana de la Cruz (Pinar del Río, 1944).
- Economista jubilado.
- Médico Veterinario.
- Reside en Pinar del Río.