Experiencia liberadora frente a un muro de pompas de jabón

Por Juan Carlos Fernández
Ya no le alcanzan los parales para apuntalar lo que queda de un sueño que hace bastante tiempo se ha convertido en pesadilla.
Levantan muros, el desastre siempre trata de escudarse tras los muros, piensan que será refugio seguro, cuando en verdad es una tupida tela de araña de la que ya no saben cómo salir, enredados los del ejército inseguro y han llevado a enredarse también a unos cuantos seres que no han tenido la capacidad y la lucidez de decir simplemente: no. ¡Lástima de ellos, que han formado parte de un circo de la peor calidad!
Las planchas de zinc que hoy 15 de Diciembre han puesto en el patio de la familia Gálvez Chíu son, por ellas mismas, la prueba del desespero, la incapacidad, la cerrazón de mentes y, sobre todo, la crueldad pensada y llevada a cabo con la mayor frialdad; pero lo torcido y oscuro le teme a la luz, nuestra Cachita, la Madre de todos los cubanos, los miraba desde su sencillo altar. La oscuridad tembló, ni acercársele querían, ¿qué hijo le teme a su madre? Solo un hijo que ha hecho algo bochornoso. Hoy he visto cómo una anciana madre, encorvada por el peso de los años, le hiciera bajar la mirada a la intolerancia.
Hoy hubo miradas de odio escudadas tras uniformes disimulando miedos, patrullas, detenciones y esposas demasiado apretadas en las muñecas, empujones. Hubo confiscaciones y violaciones, burlas y risas cómplices, lágrimas y dolor. Pero sobre todo ha sido un día liberador para muchos, un día donde ha mandado la solidaridad, el amor y el decoro.
Hoy se le dio un buen empujón a la transición que ya camina en Cuba. Ha sido una experiencia que nos ha hecho crecer como personas un poco más. Hoy he sentido una inmensa compasión de esos que no la han tenido. Me he sentido fuerte frente a la fuerza bruta y he vivido la verdadera mayoría de edad de mi hijo, ¡cómo ha crecido! Hoy tengo que agradecer, una vez más, a Dios por permitirme conocer y compartir la vida con una mujer que todos los días se descubre inmensa en un cuerpo tan pequeño y unos hermanos y hermanas que son un verdadero regalo de Nuestro Señor. Esto, nada ni nadie lo puede empañar.
Antes de irme tarde en la noche a mi casa, me he parado frente al muro de planchas de zinc, juro que he visto pompas de jabón en él, tan efímeras que se rompen antes de alcanzar altura y nadie se acuerda de su existencia. Casi de inmediato se disuelven o explotan y no contienen en su interior nada. Así es el muro del patio de la familia Gálvez Chiu, vacío, efímero, aguantado por parales que por el momento impiden que caiga físicamente, pero que de hecho está en el suelo desde el momento en que fue levantado, porque la crueldad y la injusticia nunca tendrán la última palabra. Hoy se optó en la cruda práctica por la convivencia y el amor, y el mundo respondió a esa opción.
¿Quién dijo que todo está perdido?
Juan Carlos Fernández Hernández (1965). Pinar del Rio.
Ex Corresponsable de la Hermandad de Ayuda al Preso y sus Familiares de la Pastoral Penitenciaria de la Diócesis de Pinar del Rio. Animador de la Sociedad Civil.
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