El avance de las nuevas tecnologías en el campo de la información y las comunicaciones reclama con urgencia sólidas conductas éticas que supriman la mentalidad de las redes sociales sobre la persona como mercancía.
La concepción de la informatización de los procesos, a veces, asocia a la persona con una reacción, un número más a favor de una métrica que transforma las relaciones interpersonales en reacciones del tipo “me encanta”, “me gusta”, “me enoja” y otras tantas.
Negarse al avance de las novedosas tecnologías que propone el cambio de época sería nadar contra la corriente en un mundo digitalizado, en una sociedad donde se aprovechan las ventajas de esos cambios que, bien orientados, demuestran el grado de desarrollo alcanzado y optimizan los procesos.
Partiendo de esa verdad que supone beneficios, podemos abordar algunos aspectos que sería necesario tener en cuenta a la hora de evaluar el desempeño como usuarios:
- Administración correcta
El uso que haga cada persona de las redes sociales estará acorde a la educación recibida no solo en el plano de la informática. Va más allá. Tiene que ver con la formación cívica recibida. El hecho de que es un espacio virtual no significa que se equipare al grado de confianza de una relación interpersonal, donde la presencialidad puede indicar ciertamente las emociones, el verdadero sentido y tono del mensaje y la explicación exhaustiva, con interacciones más fieles a lo que se quiere transmitir.
Administrar correctamente las redes sociales significa: emplear un lenguaje adecuado; analizar antes de publicar cualquier tipo de contenido; no atacar a otras personas; reflejar las fuentes si no publicamos contenidos originales; respetar las fuentes si no quieren ser reveladas; entre otras medidas que nunca son pocas.
- Derecho a la privacidad. Información pública y privada
La libertad tiene un límite, justo cuando en nombre de ella se comienzan a disminuir los grados de libertad de otra persona. Esto pasa mucho en las redes sociales que se convierten, en ocasiones, en verdaderos campos de batalla. Es notable como cuando se comparte un artículo de opinión, una oración religiosa, un texto temático, el alcance puede ser menor que cuando se publica algo más noticioso, más amarillista. Hay personas en las redes que son más famosas por publicar contenidos vulgares o contenidos relacionados con ciertos estilos de vida degradados.
Si bien es uno de los usos que puede darse, también sirven para promocionar contenidos de otro tipo que produzcan conciencia crítica en los seguidores, propicien la formación y no sean meros posts que interesan más a quien los publica que al consumidor. Es importante mantener ese filtro sensible entre qué es lo público y qué es lo privado, que a veces, con el afán de llegar a más lectores, seguidores y hasta fanáticos, se olvida. El derecho a la privacidad en las redes, como es totalmente subjetivo, debe ser cuidadosamente preservado.
En los sistemas cerrados las redes sociales también constituyen un mecanismo de control. Datos que podrían ser normales en sistemas más abiertos, como es el caso de una dirección de correo electrónico o un número teléfono se deben mantener bajo estricta privacidad porque pueden ser empleados con otros fines.
También los contenidos que se publican son rastreados por los vigilantes del ciberespacio para hacer noticia y hasta para desmoralizar.
No querer usar las redes sociales también es un derecho y para algunos es la mejor forma de mantener la privacidad.
- Respeto de la diversidad
Este es un principio extensible no solo a las redes sociales sino a la vida en general. En el caso que estamos analizando debemos también garantizar la educación, porque esta nos mantendrá en armonía, en una convivencia sana y civilizada y se traducirá en relaciones humanas exitosas. No debemos atacar a nadie ni reaccionar a los ataques con nuevas publicaciones, además del mal gusto, genera tramas que pueden pasarse de tono y aumentar las ofensas al escudarse en un perfil que nada tiene que ver con la relación cara a cara.
El respeto a la diversidad siempre ayuda a ampliar la visión que tenemos de las cosas. Cada uno es libre de publicar en las redes sociales como desee, eso sí, siempre que sea con respeto y no afecte a los demás.
Es más deseable usar las redes bajo un clima de respeto y armonía. Llevarse bien no supone muchos requisitos, basta proponérselo. Y para llevarse bien no se necesitan las mismas ideas, sencillamente tener el mismo respeto.
- El razonamiento y el mecanicismo
Cuando nos volvemos adictos a las redes sociales y buscamos en ellas nuestra mejor compañía, nos alejamos del razonamiento básico que nos indica que nada sustituye una relación humana presencial. No nos pueden cegar los miles de seguidores o los cientos de comentarios de quienes solo nos conocen a través de lo que publicamos. Generar los espacios que pasen de la comunidad virtual a la comunidad presencial empuja a la persona a valorar más las interacciones que por una razón y otra dejamos pasar alguna vez.
El otro aspecto a tener en cuenta es el mecanicismo propio de quien se acostumbra a realizar la misma tarea, se instrumentaliza o robotiza. Esta rigidez se aleja de la riqueza humana de la conversación diáfana, de la calidez de una reacción que no se traduce mediante un emoji. Hay quienes se escudan en las redes sociales para evitar tener una conversación seria, prefieren esta vía para evadir la responsabilidad que significa plantar cara a un problema.
- Compromiso con la verdad
La constante búsqueda de la verdad es una máxima que aplica también para las redes sociales. Ni publicar falsedades ni hacernos eco de ellas son actitudes que reflejen nuestro compromiso con la verdad.
Con el uso de las redes sociales cada persona se ha convertido en un reportero, en un periodista ciudadano, por tanto, comparte el primer compromiso ético de todo periodista que es el respeto a la verdad. Desmontar los mitos, las noticias falsas, los bulos o los rumores son tareas a veces difíciles, lo mejor es no contribuir a ellas, no producirlas.
En este aspecto de la veracidad es donde radica la credibilidad de los contenidos que se producen, la generación de una verdadera y activa comunidad virtual, la permanencia de un espacio en el tiempo, el reconocimiento más allá de las redes sociales, de usuarios que se identifican con los autores y generadores de contenidos, pasando de ser amigos virtuales a compartir trabajos y jornadas de debate alrededor de una mesa.
Eso se logra cuando lo que se produce viene arraigado a la verdad y respeta la libertad de los demás.
Las redes sociales, bien usadas, son una poderosa herramienta para mejorar la comunicación, acortar las distancias, generar empleo, obtener retroalimentación sobre productos y servicios que se brindan, realizar sondeos sobre el estado de opinión social y mover a las masas a través del fenómeno de multitudes conectadas.
Mantener los cinco principios que hemos comentado brevemente nos ayudará a coexistir en armonía sin negar su importancia y utilidad para el ciudadano de estos tiempos. Recordemos que detrás de cada publicación hay un ser humano.
Yoandy Izquierdo Toledo (Pinar del Río, 1987).
Licenciado en Microbiología por la Universidad de La Habana.
Máster en Bioética por la Universidad Católica de Valencia y el Centro de Bioética Juan Pablo II.
Máster en Ciencias Sociales por la Universidad Francisco de Vitoria, Madrid, España.
Miembro del Consejo de Redacción de la revista Convivencia. Responsable de Ediciones Convivencia.
Reside en Pinar del Río.