Cuba es un país donde para muchos no es una prioridad preocuparse por el cuidado del medio ambiente, algo que en cierto sentido es entendible, dadas las carencias de la vida cotidiana y las preocupaciones que ocupan sobremanera la mente y la vida de las personas. No obstante, es una realidad muy preocupante a la que se debería prestar mayor atención, pues el cuidado de la casa común es un tema más importante y transversal de lo que a veces podríamos pensar.
Sin dudas, los medios de comunicación, las instituciones, las leyes, las políticas gubernamentales, no están volcados –como quizás sí suceda en otros países– en tener como prioridad el cuidado y respeto del medio ambiente. De hecho, es común ver cómo desde la actividad agrícola en los campos cubanos hasta en las ciudades, se generan prácticas nocivas para el medio ambiente y para la especie humana, sin que esto trascienda y sea enfrentado como debería ser. A veces se denuncian las malas prácticas en ese sentido, pero pocas veces vemos respuestas efectivas.
Dentro de esta realidad, he visto nacer un pequeño e incipiente oasis dentro de la comunidad emprendedora cubana, y de manera especial habanera. Se trata de pequeños negocios privados que ponen en el centro de su atención el interés por una gestión responsable y respetuosa del medio ambiente. Podríamos mencionar algunos ejemplos como el proyecto de reciclaje “Ciclo Eco Papel”, que produce objetos con base en papel reciclado; y otros ejemplos de emprendimientos que dedican jornadas a hacer acciones dedicadas al cuidado del medio ambiente, las cuales pueden conocerse en sus redes sociales y en comunidades virtuales de emprendedores que existen en Facebook y otras plataformas.
En las condiciones de la economía cubana, prácticas como el reciclaje y el aprovechamiento al máximo de los pocos recursos con que se cuenta, es sumamente importante y representa una oportunidad para los emprendedores. En lugar de depender de importaciones u otros canales mediante los cuales acceder a insumos, costosos y a menudo no coherentes con el cuidado ambiental, reciclando y reutilizando es posible también desarrollar propuestas de valor atractivas y únicas para los clientes.
Estas experiencias, si bien son pequeñas, representan un ejemplo a seguir para los emprendedores cubanos, y un precedente de que a pesar de las limitaciones del contexto, es posible apostar por una gestión responsable con el medio ambiente. Ampliar esa cultura y lograr que el sector privado cubano se siga expandiendo de forma responsable ha de ser una tarea tanto de las autoridades –a través de marcos legales que incentiven este tipo de prácticas–, como de los emprendedores.
Cuando se habla de sector privado, a veces tenemos el miedo de que la empresa privada es enemiga del medio ambiente, y ciertamente hay experiencias que apuntan en esa dirección, especialmente en países latinoamericanos. Pero también existen en muchos lugares del mundo –y en Cuba de forma incipiente, pero esperanzadora– ejemplos de negocios que son social y ambientalmente responsables. En Cuba, estoy seguro de que podremos construir, de cara al futuro, un sector privado activo, dinámico, eficiente, y responsable con el medio ambiente. Es un reto que demanda el aporte de todos y en el que estamos invitados a implicarnos.
Jorge Ignacio Guillén Martínez (Candelaria, 1993).
Laico católico.
Licenciado en Economía. Máster en Ciencias Sociales por la Universidad Francisco de Vitoria, Madrid, España.
Miembro del Consejo de Redacción de la revista Convivencia.
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