Emilio Martínez y Martínez –médico, investigador, científico y profesor (1864-1948)–, nació y murió en La Habana. Cursó los estudios primarios y secundarios en Baltimore (Estados Unidos). En Cuba se graduó de Bachiller en Artes en la escuela San Francisco de Sales, en 1882, con notas de sobresaliente. En 1887 terminó la licenciatura en Medicina y Cirugía en la Real y Literaria Universidad de La Habana con la tesis de grado “Profilaxis de la Fiebre Amarilla”, y el doctorado en 1889 con la tesis “Ictero grave primitivo, su curabilidad”, en 1889; en ambos casos con Premio Extraordinario.
Al concluir la Licenciatura realizó en La Habana estudios sobre el posible agente etiológico de la fiebre amarilla con el médico norteamericano George Sternberg[1], quien de regreso a su país solicitó la colaboración del cubano como auxiliar de laboratorio en Estados Unidos.[2] Allí conoció al famoso laringólogo británico Morell MacKenzie, quien influyó en su interés por esa especialidad y por la cancerología.
En el año 1900 obtuvo por oposición la cátedra auxiliar de Microscopía y Química Clínica y Patología Médica. En 1901 el Gobierno de Ocupación lo designó para estudiar Medicina Sanitaria en Washington. En Inglaterra se familiarizó con una nueva técnica aplicada en el tratamiento del cáncer de las cuerdas vocales. En Alemania, conoció al profesor Gerick iniciador de la laringectomía.[3] En España, conoció al famoso otorrinolaringólogo Antonio García Tapia, quien introdujo el método de aplicación de anestesia local; método que Martínez conoció y aplicó en Cuba, donde hasta ese momento se utilizaba la extirpación de la laringe con anestesia general, que provocaba un alto índice de mortalidad por broncoaspiración. [4]
Martínez introdujo en Cuba la intubación laríngea para el tratamiento de la difteria. Fue el primer cubano en observar un caso de esta enfermedad tratada y curada con el suero de Behring.[5] En 1901 colaboró en la organización y redacción del reglamento de las Escuelas de Enfermería, de la que fue asesor y profesor. Junto al cirujano, microbiólogo, bacteriólogo, científico, ensayista y catedrático Leonel Plasencia Montes, confeccionó el Manual Práctico de Microscopía y Química, adoptado en 1907 como libro de texto oficial para la Cátedra. Y en 1923, gracias a su labor, se estableció el diagnóstico y tratamiento de los tumores malignos.
Fue fundador de la sociedad Liga Contra el Cáncer (1925), una organización de la sociedad civil encargada de recoger dinero para fundar un hospital, creador del Instituto del Cáncer (1929), primer hospital oncológico de Cuba, y fundador y director del Boletín de la Liga contra el Cáncer (primera publicación científica de su género en Cuba). Impulsó el registro sistemático de los casos de cáncer a nivel nacional, y contribuyó a que esta enfermedad se estableciera como de declaración obligatoria. Coadyuvó a crear una Red Oncológica Nacional y a la construcción del Hospital Oncológico Madame Curie (hoy Instituto Nacional de Oncología), donde radica el actual Hospital Oncológico.
Por sus conocimientos y entrega fue nombrado vocal de la Junta Central de Beneficencia de Cuba. En 1921 ocupó el cargo de director de Sanidad de la República desde el cual organizó y dirigió campañas contra la epidemia de la viruela; organizó la campaña contra la epidemia en varios lugares del país, y contra la amenaza de la peste bubónica, para lo cual ordenó medidas drásticas como inundar varios comercios de La Habana Vieja, donde se alojaban colonias de ratas. Con esas medidas evitó la propagación de la enfermedad. En 1924 fue designado jefe del Servicio de Cáncer en el Hospital universitario Calixto García, donde ocupó las cátedras de Microscopía, Química Clínica y Patología Médica, creó la cátedra de Garganta, Nariz y Oído, y estableció una sala de prácticas. Y en 1936 lo nombraron secretario de Sanidad y Beneficencia, la posición más elevada dentro de la organización sanitaria cubana.
Desde su cargo de Inspector interino del “Marine Hospital Service” del puerto de La Habana -un servicio creado por el gobierno norteamericano para atender a los marineros enfermos y vigilar el estado sanitario y brotes epidémicos-, sirvió de correo a la Junta Revolucionaria de New York, a la que facilitó la información necesaria por medio de cartas y documentos que entraban y salían del país.
Martínez fue miembro de la Comisión de Enfermedades Infecciosas, escribió numerosos trabajos sobre esas enfermedades en diversas publicaciones científicas como la Revista de Medicina Tropical creada por el gran sanitarista cubano, el doctor Juan Guiteras Gener.
En mayo de 1907, fue nombrado, mediante ejercicios de oposición, Profesor Titular de la cátedra de enfermedades de la laringe, oídos y fosas nasales de la Escuela de Medicina. Y en enero de 1923 ocupó la máxima dirección de la escuela, al ser nombrado Decano de esa Escuela.
Por el trabajo y estudio durante su vida recibió múltiples honores y reconocimientos de sociedades nacionales y extranjeras: miembro titular en la Sociedad de Estudios Clínicos de La Habana; socio fundador de la Sociedad de Medicina Tropical (1908); presidente del II Congreso Médico Nacional (1911) y presidente de Honor del III Congreso Médico Nacional (1917). Representó oficialmente a la sanidad cubana en el Congreso Internacional de OTL, celebrado en París (1922); académico de número de la Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana (1923); condecorado con la orden Honor y Mérito de la Cruz Roja de Cuba y orden de la Legión de Honor de Francia (1936); Presidente de la sección de cancerología en el VII Congreso Médico Panamericano celebrado en La Habana (1937), y condecorado con la Orden Finlay (1946), la más alta distinción que otorgaba la sanidad cubana.
Los graduados del curso de 1918 le pidieron a Martínez unas palabras de despedida para imprimir en su álbum de graduados, donde escribió: “Mis alumnos me piden unas palabras de despedida y yo gustoso les daré una sola: EFICIENCIA.”, lo que habla por sí solo del rigor de su obra.
Los aportes del doctor Emilio Martínez Martínez confirman que, desde principios del siglo hasta la primera mitad del siglo XX, Cuba contó con científicos del campo de la medicina que hicieron notables aportes a la salud pública de Cuba y de fuera de sus fronteras. Además de que Cuba fue el primer país del mundo (1909) en elevar la organización de la salud pública a categoría de Ministerio.[6] Por esa razón los resultados exhibidos por la revolución de 1959 no se pueden exhibir soslayando nuestra pletórica historia de la Medicina.
Lleida, 29 de julio de 2024
[1] George Miller Sternberg (1838-1915), médico, general de brigada, primer bacteriólogo estadounidense.
[2] En: http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0864-34661998000100007
[3] Ibídem.
[4] Ibídem.
[5] Suero de Behring: inmunización activa contra la difteria mediante la inyección de mesclas de toxina diftérica y antitoxina que se neutralizan.
[6] En: https://www.researchgate.net/publication/330145213_DOCTOR_EMILIO_MARTINEZ_
- Dimas Cecilio Castellanos Martí (Jiguaní, 1943).
- Reside en La Habana desde 1967.
- Licenciado en Ciencias Políticas en la Universidad de La Habana (1975), Diplomado en Ciencias de la Información (1983-1985), Licenciado en Estudios Bíblicos y Teológicos en el (2006).
- Trabajó como profesor de cursos regulares y de postgrados de filosofía marxista en la Facultad de Agronomía de la Universidad de La Habana (1976-1977) y como especialista en Información Científica en el Instituto Superior de Ciencias Agropecuarias de La Habana (1977-1992).
- Primer premio del concurso convocado por Solidaridad de Trabajadores Cubanos, en el año 2003.
- Es Miembro de la Junta Directiva del Instituto de Estudios Cubanos con sede en la Florida.
- Miembro del Consejo Académico del Centro de Estudios Convivencia (CEC).