Por Luis Cáceres
Me dirijo a un pequeño comercio de mi ciudad en busca de 5 tabacos. Veo los dos únicos productos que anuncia el tablillero: cigarros y tabacos. Cuando pedí lo que quería pude ver la inquisición personificada en el rostro de aquella mujer.
Parece que es algo común que se ha extendido hasta en las tiendas por divisas donde estas conversan con amistades o empleados que se están viendo todo el día, y la atención que usted espera es solamente cuando no haya quedado un solo detalle de cada tema.
Volviendo a la inquisidora mujer y mis 5 tabacos, esta no me respondió palabra alguna. Yo decidí esperar, sabía que me había oído y repetírselo sería molestarla aún más. En ese instante viene del fondo de ese comercio un empleado con cajas de yogurt de soya, la señora del carácter se puso de espaldas, abrió la nevera y comenzó a depositar uno a uno cada bolsa de yogurt, a cada instante aparecía el empleado con más cajas, aquello parecía interminable, pero tenía que esperar, había venido de otras partes y era solo allí donde estaban mis tabacos. Mientras todo aquello transcurría yo meditaba: no soy extranjero, no me vio descender de un lujoso automóvil, y mucho menos, parecía haber llegado de La Florida, sólo ropa de trabajo y un crucifijo en el pecho. Veo que la pila de yogurt sobrepasa los límites de capacidad de la nevera al extremo que la puerta no cerraba y así la dejó.
Llega alguien y pregunta a la hora que despacharían el yogurt, esta vez la señora con mejor carácter y una sonrisa le responde que a las tres de la tarde. Eran solo las 9 de la mañana y este se marcha. Vuelvo a quedar solo y cuando me veo próximo a lograr el objetivo llega otro señor con unos papeles de factura para que la señora los firmara. Después se dirige a mí y saca de la parte baja del mostrador el esperado mazo de tabaco. Había tres, pero solo tomo uno, pues los otros estaban rotos.
Como toda causa tiene uno o muchos efectos, me gustaría salir en defensa de las distintas personas, que trabajan detrás de un mostrador haciéndoles solo 4 preguntas. Cálmese, por favor, amigo lector, permítame terminar, sé que está molesto, aprendamos a dialogar, ahora le invito para que, hagamos algunas preguntas y me dirá si tengo o no la razón:
1era.-¿Estás conforme con lo que te pagan por tu trabajo?
2da.- ¿Estás satisfecho por la canasta básica que recibes?
3ra.- ¿Estás de acuerdo con los precios de la mayoría de los productos que debes comprar con tu salario o cambiando este para comprar por divisas?
4ta.- ¿Eres el dueño del comercio donde trabajas?
Sin duda, cada respuesta será NO, entonces, ¿qué otra cosa puede esperar usted de personas que trabajan en estas condiciones?
Si quiere darle rienda suelta a su imaginación, invierta cada respuesta y verá la metamorfosis del gusano en mariposa delante de sus propios ojos.
Esta décima del Indio Naborí expresa el tema tratado en este artículo con la cubanidad propia de su autor:
El que tiene que atender
al público, y no lo mira,
mientras habla, ríe y gira
de espaldas a su deber,
y demora en resolver,
la más urgente cuestión,
ese está en emulación
de inculto y de distraído:
¡campeón del tiempo perdido
y la mala educación!
Luis M. Cáceres (Pinar del Río, 1937)
Pintor. Reside en Pinar del Río