El valor de una boleta electoral en Cuba

Foto tomada de Internet.

Las elecciones de los delegados municipales para los órganos del Poder Popular, han sido el nuevo escenario político que ha empleado un segmento de la sociedad civil cubana para lanzar una campaña cívica que motive a la ciudadanía a recurrir a la abstención electoral o anular sus boletas. De este modo se pretendía crear un voto de castigo, que reflejará un nivel considerable de reprobación sobre el sistema totalitario cubano. En este artículo se desarrollará un breve análisis sobre las ganancias y limitantes cívicas de esta acción.

Un primer elemento que se debe destacar se basa en el efecto rearticulador que ha tenido sobre el activismo y la comunidad artística-intelectual disidente establecida en la diáspora. Atención especial merece el regreso al concierto del ejercicio político de importantes voces opositoras, que se vieron obligadas a exiliarse por las presiones del Partido-Estado. Esta campaña ofreció a estos sujetos un móvil para continuar su incidencia cívica: una acción concreta y de incidencia sobre el terreno.

Otro aspecto que destaca en este ejercicio electoral se basó en la fuerte presencia en las redes sociales de un mensaje concreto, que motivó la abstención o un voto negativo. Mediante el empleo de una estética visual que aprovechó posters, carteles, videos o sátiras, que conectaron con la ciudadanía millennials. Este grupo social fue un estamento social con una importante presencia en el espacio público durante el estallido social del 11 y 12 de julio del 2021. A su vez, la campaña generó una alianza entre activistas exiliados, familiares de presos políticos y disidentes en el país, quienes a pesar de las últimas protestas ocurridas entre mayo y septiembre del 2022 se encontraban en un ciclo de repliegue producto de la migración y el acoso de la Seguridad del Estado.

La estrategia política en cuestión, tuvo como centro a un sector de la ciudadanía descontenta con la crisis del modelo político cubano y que se había evidenciado en la votación del Código de Familias en el pasado mes de septiembre del año en curso. Este voto de castigo, en un contexto autoritario se convierte en un voto de disenso a gran escala con el statu quo. Además, este proceso reforzó el papel de la ciudadanía como sujeto protagónico de cualquier cambio político en la isla.

Al igual que como ocurriera con el Código de las Familias se ha ido consolidando el entrenamiento de diferentes organizaciones e inclusive ciudadanos no articulados, en el monitoreo a los procesos electorales cubanos. Esta veladuría ha demostrado las inconsistencias e irregularidades del proceso eleccionario impuesto por el sistema gubernamental imperante.

A su vez cómo todo proceso de incidencia política, esta campaña ha tenido limitaciones, que constituyen retos para proyectos cívicos futuros. El primer elemento que se debe apuntar se basa en la necesidad de reconectar con las demandas y necesidades de los sujetos populares. En este aspecto también se debe incluir un grupo de estrategias comunicativas dirigidas a las comunidades rurales y semirurales. Estas franjas poblacionales constituyen uno de los espacios sociales donde el estado totalitario mantiene altos niveles de aprobación. En cambio, el campesinado cubano es asediado por una política de impuestos excesiva, atraso en los pagos y ausencia de insumos productivos. Lograr un voto de castigo en este sector sería una estocada simbólica sobre el Partido-Estado, pues se les restaría uno de sus principales resortes de legitimidad.

Otro aspecto que se debe fortalecer de cara a los próximos comicios se basa en crear alianzas, así como fortalecer las ya existentes con los activistas que permanecen en el terreno, entre ellos grupos religiosos, comunidad LGTBQ+, agrupaciones culturales y pequeñas agrupaciones políticas. Además, se debe trabajar en la idea, que todo cambio cívico o iniciativa de disenso constituye un paso hacia el estado de derecho.

La Campaña por No constituye una de las estrategias políticas más exitosas de la sociedad civil cubana durante el año en curso. Con ella se ha concientizado al conjunto de la ciudadanía del valor de su poder cívico como principal actor de cambio hacia una Cuba democrática. Además, en el silencio de las urnas o en el acto público de la abstención se demostró la urgencia de la Cuba democrática.


  • Leonardo M. Fernández Otaño.
  • Máster en Ciencias.
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