Introducción
Entre 2005 y 2020, el número de migrantes en América Latina y el Caribe aumentó en más del doble, pasando de 7 a 15 millones de migrantes (OIM). De esa forma, la región se convirtió en la que experimentó el mayor crecimiento de migrantes internacionales a nivel global durante ese periodo. A esta tendencia, han contribuido de manera significativa los flujos de migrantes procedentes de Cuba, quienes entre el 2021 y fines de 2024 han aportado cerca de un millón de personas, si consideramos solamente quienes han ingresado a los Estados Unidos por diferentes vías.
El más reciente éxodo migratorio de cubanos hacia los Estados Unidos ha sido calificado como un tsunami de proporciones históricas (Albizu-Campos, 2024; Albizu-Campos y Diaz-Briquets, 2023). En un texto de 2017, Duany identificaba cinco etapas de la migración cubana en el período posrevolucionario. La primera, conocida como el Exilio Histórico (1959-1962); la segunda se identificó con los llamados Vuelos de la Libertad (1965-1973); la tercera correspondió al éxodo de Mariel (1980); la cuarta se produjo con la llamada crisis de los balseros (1994); y la quinta se marcó desde mayo de 1995, con la instauración de la política de “pies secos/pies mojados” hasta su fin bajo la administración Obama en enero de 2017. En la postpandemia, a partir de noviembre de 2021, con la implementación de la exención de visado para los cubanos hacia Nicaragua, comienza una sexta etapa, que aún no cuenta con un nombre consensuado en la literatura especializada, aunque informalmente se le ha llamado “La ruta de los volcanes” o “La Travesía”. Esta etapa ha superado numéricamente la sumatoria de todas las oleadas posteriores a 1959 (Tabla 1).
Tabla 1: Ingresos de cubanos a Estados Unidos (año fiscal 2020-2024) y exceso comparado con principales oleadas migratorias previas.
Fuente: Albizu-Campos (2024)
En esta presentación destacaremos los siguientes aspectos. En primer lugar, identificaremos los principales rasgos que caracterizan a los “nuevos” flujos migratorios de cubanos, tanto en términos de composición como de dinámicas de movilidad, así como algunas de las motivaciones que están detrás de sus decisiones de salida. En segundo lugar, comentaremos las rutas que los migrantes cubanos están transitando para llegar a su principal destino, en este caso, Estados Unidos y los riesgos que hemos podido identificar a través de las primeras entrevistas realizadas. Por último, nos referiremos a los impactos que este flujo de proporciones históricas está teniendo al interior de la sociedad cubana, tanto en términos demográficos como sociales.
Rasgos de los “nuevos” flujos migratorios de cubanos y principales motivaciones.
Magnitud y composición
Uno de los principales rasgos que caracteriza a esta nueva oleada es su magnitud, que en términos numéricos ha superado todas las oleadas previas post 1959 (Tabla 1). En un periodo muy corto de tiempo, entre 2020 y 2024 han migrado, solo hacia los Estados Unidos, un aproximado de 895,422 personas de origen cubano (Tabla 2). La gran mayoría de ellos -cerca de 700.00- lo ha hecho a través de la frontera terrestre entre México y los Estados Unidos y allí han sido registrados como “national encounters”. Dicha categoría comprende diferentes tipos de procesamiento y estatus para cada migrante, una vez que son liberados de los centros de procesamiento migratorio. Algunos fueron liberados bajo “parole”[2], otros tuvieron que pagar una fianza para salir de los centros, mientras un número bastante elevado, pero aún indeterminado -se estiman que alrededor de 200.000- se les otorgó el formulario I220A[3]. La gran mayoría de quienes están en dicha situación han tramitado solicitudes de Asilo político[4], lo que les permite optar por un permiso de trabajo temporal y obtener un Seguro social, de manera que puedan sostenerse en el país mientras está en proceso la tramitación de su asilo. Debido justamente a la avalancha de personas en dicha situación, además de la demora acumulada en las cortes, las citas para comparecer ante un juez se han ido postergando en la mayoría de los casos entre dos y tres años.
Tabla 2: Ingresos de cubanos a Estados Unidos, según modalidad (años calendario 2020-2024).
Fuente: Albizu-Campos (2024)
La suma de solicitudes de asilo y total de refugiados bajo el mandato de la ACNUR indica que durante el 2023 Estados Unidos fue el país que acogió un mayor número de cubanos a nivel global y el segundo destino fue México. El impacto de tal volumen de inmigrantes en la sociedad de destino aún lo desconocemos, pero es de prever que la emigración cubana seguirá teniendo una alta relevancia en el panorama demográfico, económico, cultural y social de Estados Unidos, además de su implicancia política. Sin embargo, las estadísticas oficiales publicadas por el gobierno cubano durante el 2023 no reconocieron este éxodo histórico ni su impacto interno ni internacional. Los datos proporcionados por la ONEI en el Anuario Demográfico correspondiente al año 2022, situaron la tasa media anual de crecimiento en el país en -2.1, proyectando un progresivo decrecimiento de hasta el -5.7 para el 2035.
En términos de la composición de estos nuevos flujos, destaca el hecho de su feminización y alta presencia de grupos familiares, incluyendo niños y personas mayores, a pesar de los mayores riesgos que implican las nuevas rutas migratorias por las que transitan para llegar a los Estados Unidos (Acosta, 2022). Solamente por la peligrosa ruta del Darién, un 22% del flujo total estaba conformado por niños y adolescentes. La tendencia de una mayor presencia de mujeres en los flujos migratorios de cubanos -133 mujeres por cada 100 hombres desde el 2019 (Albizu-Campos, 2024) se fortalece, representando el 57% de todo el flujo de personas cubanas hacia el exterior. Sin embargo, por otro lado, se quiebra el patrón previo de que las mujeres son mayoría en los flujos cuando la migración es predominantemente realizada por vías regulares o rutas menos riesgosas. Además de la mayor presencia de mujeres, la distribución por edades de estos nuevos flujos está concentrada en edades entre 15 y 59 años (76.7%), lo que indica una composición predominante de migrantes en edad laboralmente activa.
Policrisis como trasfondo del éxodo
Las causas que motivan tal éxodo migratorio son muy diversas y evidencian el carácter estructural de la policrisis por la que atraviesa la sociedad cubana, que se ha profundizado en los últimos años. Especialmente después de la pandemia y las medidas de ajuste tomadas por el gobierno cubano, que han contribuido a empeorar la calidad de vida y la capacidad de agencia de la ciudadanía para alzar su voz contra las diferentes injusticias que se están cometiendo, la migración ha emergido nuevamente como una salida, una estrategia personal y familiar de resolución de las crisis. Al mismo tiempo, es importante considerar el uso instrumental de la migración por el sistema político cubano como una suerte de “válvula de escape” cada vez que el malestar político y social empeora en la isla. En los últimos años, la migración también se ha convertido en una significativa fuente de ingresos para las arcas del Estado, así como de apoyo y sustento para las familias que quedan en Cuba.
Desde el desacuerdo político con el sistema, esté más o menos elaborado en la argumentación de los migrantes, pasando por la inseguridad económica y la desesperanza por el futuro, especialmente de las generaciones más jóvenes, la narrativa que emerge de las entrevistas revela un significativo malestar con el estado actual de cosas en Cuba y la dificultad por encontrar alternativas sostenibles para la vida en el futuro relevante para las biografías personales.
“Nosotros los cubanos tenemos una historia de migración bien arraigada…si yo me voy de ese país y decido irme es por varias razones, ya sea que políticamente no estoy de acuerdo con nada …yo sentía que yo tenía que pensar una cosa y decir otra. Si yo me voy de ese país es porque ya yo concluí que ahí no es donde yo voy a vivir”. (Mig cubana-005)
Por otra parte, la persecución y represión desatadas por el gobierno cubano con posterioridad a las masivas protestas sociales del 11 de Julio y las consecuencias que ello ocasionó en muchas personas que permanecen privadas de libertad con extensas condenas, funcionó como mecanismo de expulsión de muchos jóvenes y, al mismo tiempo, como factor desalentador para gestionar colectivamente el malestar interno. Muchos familiares y algunos participantes de las protestas, emigraron en busca de refugio de la represión y el hostigamiento al que estaban siendo sometidos por el gobierno. Otros, fueron obligados al exilio, bajo amenazas de encarcelamiento.
“Yo no quiero salir pa’ la calle mañana o involucrarme más en política y en cosas que me van a llevar a la cárcel, como amigos que tengo, que están presos al 11 de julio y a nadie le importa” (Mig cubano, 003)
La creciente inseguridad económica agudizada con la Tarea Ordenamiento, el alza en el costo de la vida con la inflación descontrolada y la menor protección social, pusieron en jaque a muchas familias que hasta antes del 2020 podían gestionar, aunque fuera precariamente, la sobrevivencia cotidiana. La inseguridad económica ha sido uno de los efectos resultantes de la gestión política gubernamental, que no ha podido ofrecer un paquete de medidas que permita superar la crisis. Por el contrario, sus impactos son cada vez más devastadores y se traducen en la insostenibilidad económica y el empobrecimiento de grupos cada vez más amplios de la población.
“Con mi salario no podía mantener a mi familia, no podía hacer prácticamente nada” (Mig cubano-001).
Para muchas familias con niños pequeños, el deterioro de las condiciones de vida se ha traducido en un empeoramiento de la calidad de la educación que reciben sus hijos, así como en la imposibilidad de ofrecerles oportunidades razonables de superación, en un escenario de mercantilización y deterioro progresivo de los servicios educativos, sociales y recreativos.
“Pensé mucho en el futuro de mis hijos… la situación en Cuba está empeorando cada día más… Y es muy incierto, muy inseguro, el futuro de ellos allá. Y por eso me arriesgué” (Mig cubana-002)
Rutas migratorias más largas, peligrosas y costosas
Otro de los rasgos que caracteriza a estos nuevos flujos es el uso de rutas migratorias más largas, peligrosas y costosas, frente al incremento de la demanda de salidas y el cierre de las oportunidades tradicionales disponibles para los cubanos, especialmente después del término de la política pies secos/pies mojados. Desde el 2017, los migrantes cubanos han sido protagonistas del incremento de flujos migratorios por canales irregulares e inseguros. En 2023, la OIM registraba una intensificación importante del movimiento migratorio terrestre desde América del Sur, usando como indicador el número de cruces fronterizos que se ubican desde Colombia hacia Panamá por la región del Darién y de las ciudades fronterizas ubicadas en Centroamérica. A partir de finales del 2021, se intensifica el tráfico en la región centroamericana, a partir de llegada de más de medio millón de cubanos en tránsito hacia los Estados Unidos, una vez que el gobierno nicaragüense eliminó el requisito de visado para los cubanos.
Descontrol de la gestión política y legal sobre el tema migratorio
La crisis del sistema judicial y de gestión de las políticas migratorias en los Estados Unidos ha sido un factor de peso en el procesamiento de cientos de miles de inmigrantes cubanos en la frontera sur y su posterior regularización migratoria. Este también constituye un nuevo rasgo de los flujos recientes, en lo concerniente a sus posibilidades de integración social posterior. Cabe recordar el contexto donde el aumento de estos flujos se ha producido. La imposibilidad de acuerdos políticos respecto de una reforma del sistema migratorio estadounidense, que en la actualidad se traduce en alrededor de 2 millones de indocumentados, sumado a la falta de claridad en las vías de procesamiento de entrada de los migrantes ha aumentado la carga del sistema de justicia, que ya tenía más de un millón de casos de retraso de hasta 15 años de antigüedad.
Algunos actores del sistema judicial, abogados de inmigración especialmente, sugieren que el “el sistema está roto”. Han aumentado las barreras administrativas y legales para la regularización de estatus migratorio, tanto en términos de información, costos económicos, demoras en procesamiento de casos por USCIS y tribunales, entre otros factores. Los propios abogados han experimentado los efectos de las informaciones contradictorias desde el sistema jurídico, la falta de personal y la saturación de las cortes.
Los problemas en el procesamiento de entrada en la frontera han aumentado considerablemente las solicitudes de asilo político, una vía que es altamente restrictiva por los requisitos que contempla y porque el derecho a solicitar asilo en Estados Unidos ha venido limitándose desde hace varios años. Recordemos que en 2019 se comenzó a enviar a los solicitantes de asilo de regreso a México para que esperaran allí mientras se procesaban sus solicitudes. En 2020, se comenzó a utilizar abusivamente una norma de salud pública, conocida como Título 42, para cerrar casi por completo el acceso al asilo por medio de la expulsión de casi todos los solicitantes de forma rápida y sin oír sus solicitudes.
En mayo de 2023, el gobierno de Biden puso en marcha una nueva norma que limita severamente el acceso al asilo, al obligar a los solicitantes a esperar durante meses en México para obtener una de las limitadas citas a través de CBP One, una aplicación de telefonía móvil desarrollada por el gobierno estadounidense para estos fines. La aplicación ha resultado inaccesible para muchos solicitantes de asilo debido a barreras económicas, idiomáticas, tecnológicas, entre otras, afectando desproporcionadamente a los solicitantes más vulnerables. En el mismo año, se anunció la creación de un programa de “Movilidad Segura” para permitir a originarios de Cuba, Venezuela, Nicaragua y Haití presentes en Colombia, Costa Rica y Guatemala solicitar reasentamiento como refugiados en Estados Unidos y se implementó el programa de Parole Humanitario para ciudadanos de origen cubano, venezolano y haitiano, a través del cual han podido ingresar hasta el 2024 más de 100.000 cubanos (Tabla 1).
Procesos de integración social en destino más complejos
La magnitud de los flujos y las barreras antes mencionadas se convierten en factores adversos para los procesos de integración social de los migrantes cubanos, quienes llegan a contextos de recepción más desfavorables, debido a la saturación de servicios sociales frente al incremento intensivo de la demanda, dificultades en el acceso a la vivienda, especialmente en Miami por sus altos costos, servicios educacionales que deben responder al incremento y diversidad de necesidades con los mismos recursos, sobrecargas para las familias que deben enfrentar los costos de la travesía más los asociados a los procesos legales de regularización migratoria.
Por otra parte, muchas de las familias cubanas no contaban con la preparación e información adecuadas sobre los nuevos procesos migratorios que deben enfrentar sus parientes. La gran diversidad en los procesamientos de entrada, incluso dentro de un mismo grupo familiar, ha generado altos niveles de incertidumbre en los migrantes y sus familias, así como errores en los procedimientos y duplicación de costos. Para quienes entraron con el formulario I220A ha sido particularmente difícil. Su situación legal ha sido descrita como la de un “limbo migratorio” y por ello, han tenido más dificultades para obtener licencias de conducción y permisos de trabajo, hasta tanto no tramiten sus solicitudes de asilo.
De otro lado, las organizaciones sociales enfrentan una alta sobrecarga y escasez de recursos para acompañar las necesidades crecientes de la comunidad inmigrante. Además de las necesidades mencionadas, muchos migrantes enfrentan un deterioro de su salud mental después de haberse enfrentado a largas y riesgosas travesías. El bienestar emocional y la ayuda psicológica, sin embargo, están muy poco atendidas.
Deterioro de la percepción sobre la migración en la región
Con el incremento de la movilidad internacional en los últimos años se han deteriorado las percepciones que tienen las sociedades receptoras respecto a la población migrante que llega a sus países. Encuestas recientes del Laboratorio de Percepción ciudadana del BID han detectado un incremento en el volumen de la conversación sobre migración, tanto en redes sociales como en medios de comunicación. Los temas principales son seguridad, políticas migratorias y empleo. La seguridad persiste como el tema de mayor relevancia, lo que confirma una asociación negativa entre los flujos migratorios regionales y el aumento de las tasas de criminalidad en la región. Esta asociación no siempre es fundada en datos reales, ya que no existe evidencia del impacto de la migración en el aumento de las tasas de victimización.
Sin embargo, a nivel de opinión pública, esta asociación tiene una alta influencia en la proliferación del discurso xenófobo hacia las personas migrantes, especialmente en temas de seguridad y empleo. En Estados Unidos, la migración se ha convertido en los últimos años -con mayor énfasis desde el primer mandato de D. Trump- en uno de los asuntos de mayor interés y preocupación para la opinión pública. Ha sido además un factor clave en la más reciente campaña electoral. Los estereotipos e imágenes negativas sobre los migrantes han prevalecido, mientras que las causas estructurales más profundas que explican la crisis migratoria en la región y en la sociedad estadounidense pasan a un segundo plano.
Nuevas rutas migratorias y riesgos identificados
Las trayectorias espaciales de estos nuevos flujos migratorios de cubanos han ido cambiando en los últimos años y ajustándose a las nuevas dinámicas, barreras y peligros que se presentan en las distintas alternativas para llegar a los Estados Unidos. Aunque la trayectoria de la mayoría de los cubanos tiene como su punto de partida la isla, algunas evidencias muestran que las nuevas rutas también son utilizadas por personas que han residido anteriormente en algunos países de América del Sur y deciden relocalizar su proyecto migratorio.
Imagen 1: Rutas migratorias de los cubanos a partir (2021-2024)
Fuente: Elaboración propia en base a resultados preliminares del estudio.
De manera preliminar hemos detectado tres rutas recurrentes en los movimientos migratorios de carácter irregular de los cubanos y formas de tránsito diversas.
Cuba -Nicaragua- Honduras-Guatemala- México
Cuba-Panamá-Nicaragua-Honduras- Guatemala-México
Paso del Darién
El paso del Darién, la franja de tierra que conecta a Centroamérica y Suramérica ha tenido varios picos de migración. Los cubanos tuvieron mayor presencia entre 2017 y 2020, cuando no existía la exención de visado hacia Nicaragua, que acortó la ruta a partir del 2021. Sin embargo, según organizaciones internacionales, el tráfico de personas que atraviesa el área actualmente sigue aumentando. Solo en 2023, más de 400 000 personas atravesaron el Darién.
Los riesgos que han enfrentado los cubanos durante el recorrido por dichas rutas han sido diversos. Extorsiones, accidentes en la carretera, enfermedades, detenciones, amenazas físicas, secuestros, desapariciones y muertes. Muchos de ellos han tenido que lidiar con grupos del crimen organizado que controlan el tráfico de personas y otros negocios en la región; además de funcionarios y policías corruptos que van extorsionando a los migrantes durante el camino. Las mujeres han experimentado mayores riesgos, siendo víctimas de violencia sexual, de trata y otras amenazas, especialmente si viajan con sus hijos.
Los costes de este éxodo son incalculables, tanto en términos económicos, como de salud física y mental. Los migrantes y sus familias han pagado entre 10.000 y 15.000 dólares para costear la travesía, incluyendo el pago de “coyotes” y otros gastos. En algunos casos esta cifra incluye los altísimos precios de los pasajes hacia Nicaragua que, en los momentos de mayor demanda, llegaron a costar entre 4000 y 6000 dólares. El especial Migrar, una decisión de vida o muerte reporta más de 300 muertes y casi 800 desapariciones en las trayectorias de los cubanos para llegar a los Estados Unidos desde el 2014 hasta la fecha (El Toque, 2024).
Impactos de la crisis migratoria en la sociedad cubana
La emigración sin precedentes que se ha experimentado en los últimos años ha sido uno de los factores que más ha contribuido a la aceleración del envejecimiento en Cuba. Ya en 2017, las Naciones Unidas clasificaron a Cuba como el 50 país más envejecido del mundo y proyectan que ocupará el puesto 12 en 2050. Sin embargo, el impacto del éxodo migratorio ha sido subestimado en las estadísticas oficiales, debido a la manera de calcular el saldo migratorio por la ONEI, que difiere incluso de las nociones consensuadas por los organismos internacionales respecto de lo que se entiende por personas migrantes.
Las estimaciones actualizadas al 2024 muestran la población cubana puede haber descendido hasta 8,619,931; una caída del 18% solo durante el bienio 2022-2023, sobre la acumulada entre 2012 y 2021 (Albizu-Campos, 2024). La estructura por edades de la población sigue profundizando el patrón del aumento de la proporción de personas mayores dentro de la población y el deterioro de la razón de dependencia. En la actualidad, Cuba tiene un 24,4% de su población mayor de 60 años.
Pese a la falta de reconocimiento público por parte del gobierno de la crisis migratoria, la emigración continuó agravando, en lugar de aliviar, las consecuencias del envejecimiento demográfico. La escasez de recursos humanos, debido a la reducción de la población y la disminución de la población económicamente activa, los desequilibrios del sistema previsional que afectarán la cobertura de las pensiones, el déficit de servicios de cuidados y personas cuidadoras en las familias, así como las nuevas demandas que se generan en términos de servicios sociales y de salud para responder adecuadamente a las necesidades específicas del incremento de usuarios con más de 60 años, son algunas de las consecuencias que se derivan de la estampida migratoria.
Otro de los impactos se traduce en un aumento del déficit de cuidados de la población mayor en la isla. Las mujeres han tenido una participación numérica significativa en el éxodo y son ellas las que tradicionalmente proveían los cuidados a sus padres y familiares mayores. La situación más crítica la enfrentan los hogares unipersonales de personas mayores y de personas con discapacidad, cuya presencia aumenta en la medida en que el éxodo migratorio continúa.
Por otra parte, el Estado ha continuado achicando cada vez más su ámbito de acción y los recursos destinados a la protección social, traspasando a las familias -en la isla y en la diáspora- las responsabilidades de cuidado y asistencia social. Una de las consecuencias más evidentes es que con la migración, la gestión del bienestar familiar y los cuidados adquiere dimensiones transnacionales. Y con ello, se continúan reproduciendo patrones de desigualdad de género. Por un lado, las mujeres migrantes cubanas, en su gran mayoría, asumen el protagonismo de la gestión del envío de alimentos, medicinas, pagos de servicios de cuidados de familiares en Cuba, entre otras tareas asociadas al trabajo de parentesco.
En el caso de las mujeres que quedan en la isla, refuerzan sus labores de cuidados de las personas dependientes de quienes migran (hijos/as, nietos/as, sobrinos/as, etc.), pero cada vez con menos apoyos del Estado y redes familiares. Los hogares cubanos continúan reduciendo su tamaño y aumentan la cantidad de ellos donde viven personas mayores solas. Este último fenómeno requiere además de intervenciones sociales especializadas, para lo cual el sistema de protección social en Cuba no cuenta con una estrategia adecuada. Con la migración de mujeres, muchos niños, niñas y adolescentes quedan al cuidado de otros parientes, en su mayoría también mujeres y muchas de ellas mayores, con todos los retos que ello implica. Muchas personas mayores experimentan sentimientos de abandono y soledad frente a la emigración masiva de sus familiares cercanos.
Por otro lado, la emigración de jóvenes y, por tanto, de personas en edad laboral, tiene una fuerte incidencia en el desarrollo del país, tanto a mediano como corto plazo. En primer lugar, porque influye en la disminución de la población económicamente activa (PEA) y en la descapitalización (material y humana) de la sociedad cubana. El déficit actual de recursos humanos debido a la migración es un fenómeno que impacta todos los ámbitos laborales, además de resentirse en los servicios sociales y sanitarios, siendo los más notorios la educación y la salud. Por otro lado, se provocan desequilibrios en el sistema previsional, haciéndolo insostenible en el largo plazo, por la menor cantidad de aportaciones al sistema.
En síntesis, la crisis migratoria, sus complejas causas y múltiples impactos debe ser una prioridad de la agenda de investigación social y de la incidencia internacional. Los costes presentes y futuros de estos procesos en marcha son incalculables y traspasan fronteras. Las necesidades emergentes de los migrantes y sus familias en la isla están siendo desatendidas y, a menudo, instrumentalizadas política y económicamente por el gobierno cubano. La gestión de los flujos migratorios requiere de acciones y estrategias que involucren diferentes actores, tanto de la isla como de la diáspora y, al mismo tiempo, de restitución de derechos y ampliación de libertades que permitan que los cubanos, donde quiera que nos encontremos, podamos decidir e incidir en el futuro de la nación.
[1] Este texto corresponde a la presentación realizada en el XXIII CONGRESO ANUAL DEL CENTRO CULTURAL CUBANO DE NUEVA YORK titulado LOS EXILIOS DE CUBA, 17 de noviembre, 2024. Está basado en una investigación actualmente en curso titulada Nuevos flujos migratorios en América Latina, desarrollada por la Fundación 4Metrica. En la presentación se comentan algunos hallazgos y reflexiones preliminares. Más información sobre el estudio puede encontrarse en el siguiente enlace: https://www.4metrica.org/nuevas-olas-migratorias
[2] El Parole ofrece un estatus legal temporal que permite a los migrantes trabajar y acceder a ciertos beneficios. En el caso de los cubanos, este estatus puede abrir la puerta a ajustar la situación migratoria a través de mecanismos como la Ley de Ajuste Cubano, al año y un día de encontrarse en los Estados Unidos.
[3] Este formulario que significa “Orden de liberación bajo palabra”, es un documento migratorio que emiten las autoridades de inmigración de Estados Unidos a no ciudadanos que han sido liberados bajo palabra tras ser colocados en procedimientos de deportación. El I-220A permite que la persona permanezca en el país, pero no le otorga estatus legal ni permiso para trabajar. La persona debe asistir a la cita con el Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE). Estas personas no están en riesgo de deportación inmediata si tienen un caso de asilo pendiente. Sin embargo, quienes tienen un formulario I220b ya tienen una orden de deportación final.
[4] Aquellos migrantes que puedan demostrar que han sufrido persecución en su país de origen, ya sea por motivos políticos, religiosos o de derechos humanos, pueden optar por solicitar asilo en Estados Unidos. Si el asilo es aprobado, los migrantes pueden obtener la residencia permanente al cabo de un año.
- Elaine Acosta González.
- Doctora en Estudios Internacionales e interculturales por la Universidad de Deusto, Bilbao.
- Master en Estudios Sociales y Políticos Latinoamericanos, ILADES, Chile y Licenciada en Sociología por la Universidad de La Habana en Cuba.
- Actualmente dirige Cuido60, un Observatorio sobre Envejecimiento, cuidados y derechos y es investigadora asociada al Cuban Research Institute de Florida International University en Miami.
- Sus áreas de investigación son el trabajo de cuidados, el envejecimiento, las migraciones internacionales y las políticas de bienestar.