Por Olga Lidia López Lazo
Desde los años 90, Cuba ha pasado por varias etapas en relación con los alimentos, que pudiéramos identifica:
La etapa de la crisis casi total: no había nada.
La etapa de los inventos “caseros”: el picadillo de cáscara de plátano, el arroz con leche sin leche, las pizzas de yuca, el dulce de berenjena y otros; a los que se unieron los inventos dañinos de los vendedores inescrupulosos: las pizzas con queso de condones derretidos, los bistés de frazada de piso o de cáscara de toronja, etc., (los que vivieron esa etapa podrán dar fe de esto).
La etapa de los “inventos” estatales o “intentos de solucionar los problemas”, en la que se destacó la creación de las conocidas hamburguesas de carne, que, debo aclarar, que en la actualidad no se parecen a lo que fueron en un principio.
la etapa de todo por divisas y de legalización del mercado agropecuario por segunda vez.
Lo que les voy a contar tiene su origen en la tercera etapa: la de las hamburguesas. Ya sé que a muchos lectores esa palabra no les dice nada, pero para los cubanos, es todo un concepto. En Pinar del Río, hubo un momento en que fue necesario el carné de identidad para adquirirlas, con el fin de que todos pudieran comprar, por lo menos, dos diarias.
Esta sección tiene varios riesgos, pero el mayor es la falta de credibilidad. Sí, porque siempre lo absurdo parece, por lo menos, una caricatura. Y muchos también se asombrarán de que hasta los que escribimos en ella caeremos, durante la narración, en cosas absurdas que consideraremos normales. La intención de esta sección es presentar ante los lectores diversos hechos, de los cuales cualquiera en Cuba puede ser protagonista. Queremos que se conozcan cotidianidades del cubano, sin análisis ni reflexiones, solo los hechos que evidencian que no es absurdo creer que vivimos en el “Reino del absurdo”.
Por Olga Lidia López Lazo
Desde los años 90, Cuba ha pasado por varias etapas en relación con los alimentos, que pudiéramos identificar:
– la etapa de la crisis casi total: no había nada.
– la etapa de los inventos “caseros”: el picadillo de cáscara de plátano, el arroz con leche sin leche, las pizzas de yuca, el dulce de berenjena y otros; a los que se unieron los inventos dañinos de los vendedores inescrupulosos: las pizzas con queso de condones derretidos, los bistés de frazada de piso o de cáscara de toronja, etc., (los que vivieron esa etapa podrán dar fe de esto).
– la etapa de los “inventos” estatales o “intentos de solucionar los problemas”, en la que se destacó la creación de las conocidas hamburguesas de carne, que, debo aclarar, que en la actualidad no se parecen a lo que fueron en un principio.
– la etapa de todo por divisas y de legalización del mercado agropecuario por segunda vez.
Lo que les voy a contar tiene su origen en la tercera etapa: la de las hamburguesas. Ya sé que a muchos lectores esa palabra no les dice nada, pero para los cubanos, es todo un concepto. En Pinar del Río, hubo un momento en que fue necesario el carné de identidad para adquirirlas, con el fin de que todos pudieran comprar, por lo menos, dos diarias.
Actualmente pueden adquirirse en varios establecimientos por moneda nacional y, claro, su demanda es menor que cuando surgieron, igual que su calidad. Hecha esta introducción les cuento lo que me contaron y ustedes valoren si es o no absurdo:
En mi casa se consumen las hamburguesas de varias formas, generalmente para el almuerzo. En estos días fui a comprarlas:
__ Déme 10 hamburguesas, por favor.
__ Sólo tengo nueve fritas (precio: $2,00)_ le contestó la dependiente.
__ No importa, puede venderme una sin freír, yo siempre las frío otra vez en mi casa.
__ No puedo hacer eso, porque sin freír no se la puedo vender con pan.
__ ¿Las otras me las va a vender con pan?- preguntó Olga asombrada.
__ No, no hay pan, pero si están fritas, puedo vendérselas como si tuvieran pan, a $2,00, de lo contrario, valdrían $1,90 y no estoy autorizada para venderlas a ese precio.
__ ¡Véndame entonces, una sin freír y yo se la pago a $2,00!
__ Ya le expliqué que no puedo. Solo puede llevarse 9. ¿No entiende?