El racionamiento en Cuba

Por Oscar Espinosa Chepe
Estante de una bodega cubana

Estante de una bodega cubana
El 12 marzo de 1962 se estableció el sistema de racionamiento de los alimentos en Cuba, a través de la llamada Libreta de Abastecimiento. Lo único que ha cambiado en estos 46 años de penurias y cientos de millones de horas de espera en las colas para comprar las magras cuotas, es la reducción continua de las asignaciones a adquirir o la desaparición de muchos productos.
Desde hace años, la carne se sustituyó por media libra -230 gramos- mensual por consumidor de una mezcla de un poco de carne y soya, y 460 gramos (1 libra) de pollo. En un principio se distribuía una libra de manteca de cerdo y otra de aceite comestible, actualmente solo se adquieren 230 gramos de este último por persona al mes. El jabón de baño se distribuye a razón de una pastilla por persona en meses alternos, igual ocurre con el jabón de lavar. Con este grado de insuficiencia y miseria son asignados el resto de los productos ofertados a través de la Libreta.
Estos artículos solo ¨…garantizan aproximadamente la mitad del consumo de calorías per cápita diarias de los cubanos y cubanas¨, según informe presentado por el gobierno acerca del cumplimiento de las Metas del Milenio, a las Naciones Unidas. No obstante, muchos especialistas no consideran exacta esa apreciación, al valorar que lo recibido mediante la libreta de abastecimiento solo satisface los requerimientos alimentarios para los primeros 10 días del mes.
Por otra parte, el racionamiento supuestamente aplicado como medida igualitaria, con precios subsidiados, en realidad representa una política social injusta, pues financia a muchas personas que no necesitan esa ayuda; mientras no se protege adecuadamente a amplios sectores sociales. Hoy el salario mínimo es de 225 pesos cubanos y la pensión mínima de 164, (11.25 y 8.20 US dólares, respectivamente) en un país donde un kilogramo de leche en polvo de producción nacional vendido en las tiendas de gobierno cuesta el equivalente a 8.13 dólares, o sea, aproximadamente el ingreso mínimo de un pensionado, el más frecuente.
Por ello sería mucho más racional la eliminación de ese calamitoso instrumento de control para sustituirlo por una asignación directa, ya sea financiera: elevación de las pensiones y el salario mínimo, el incremento de las prestaciones por asistencia social o mediante bonos alimentarios, entre otras posibles medidas para una más eficaz ayuda a las personas que realmente lo requieren. Los beneficios que reportaría ese cambio no solo provendrían de la disminución radical de las actuales subvenciones generalizadas -algunos productos como la leche, el arroz y el pan podrían seguir subvencionándose a determinado nivel – , sino también permitiría suprimir el extenso y costoso aparato burocrático para controlar el racionamiento, sin olvidar que esto podría significar un aumento amplio de la productividad en las tiendas de ventas de alimentos y ahorro de cientos de millones de horas perdidas anualmente en engorrosos trámites y esperas para adquirir los artículos normados por parte de la población.
Además, hay que señalar que el sistema cubano de racionamiento de alimentos desde sus inicios fue extremadamente irracional e imposible de controlar efectivamente, pues consiste en anotaciones en la libreta de millones de consumidores que no permiten comprobar si efectivamente esas personas adquirieron los productos o si estos tomaron otro destino, como la venta en el mercado negro a precios varias veces superiores a los ofertados en el marco del racionamiento, habiéndose convertido también en una fuente significativa de corrupción.
En conclusión, las ventajas sociales además de representar la eliminación de una improductiva e ineficaz burocracia, pudieran significar la reducción de importantes costos sociales al liberar al ciudadano de gestiones innecesarias que en ocasiones causan la pérdida de muchas horas de trabajo por tener que emplearlas en la adquisición de los productos en el obligatoriamente establecimiento comercial asignado, a la vez que daría la opción de comprar los alimentos en otros lugares, en la cantidad y calidad deseada.
La liquidación paulatina del racionamiento, sin duda alguna, significaría un alivio a las difíciles condiciones de los cubanos. No obstante, debe quedar claro que el problema fundamental no reside en la complicada distribución existente, sino en la ausencia de una oferta segura de productos y servicios de calidad, con precios acordes a los niveles de ingreso de la población, metas únicamente alcanzables con un gradual incremento productivo logrado de forma eficiente y competitiva, con altas tasas de productividad, lo cual solo es obtenible a través de la reforma radical de un sistema disfuncional que en el curso de casi 50 años ha sido una formidable barrera al desarrollo y la prosperidad nacional.

Oscar Espinosa Chepe (Cienfuegos, 1940)
Economista y Periodista Independiente. Miembro de la Asociación para el Estudio de la Economía Cubana (ASCE)
Fue Consejero en la Oficina del Primer Ministro. Jefe de departamentos en la Junta Central de Planificación, en el INRA y en el CECE. Especialista en comercio exterior del Banco Nacional de Cuba y diplomático en Belgrado.
Es uno de los 75 de la Primavera de 2003.
Reside en La Habana.
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