Por Livia Gálvez Chiú
“La esperanza más sencilla está más cerca de la verdad que la desesperación más razonada”. Wagner
Hace un año y medio que Cuba no está igual. Hace año y medio que se despertó en los cubanos algo que, a veces remolonea, descansa, bosteza, pero que no se ha dormido más: un hilo de esperanza.
Trazas de apertura en cuanto a la libre expresión en empresas y barrios, de manera oficial, un discurso en el que se habla ya de cambios, de renovación, en el que se manejan palabras como “facilitar”, “espacios”, “absoluta libertad” es algo muy nuevo para el cubano. Hablar de prohibiciones injustas y de injustas medidas, aunque a muchos les parezca politiquería nos ha adentrado en un nuevo camino. De nosotros depende entrar en él con la manga al codo o con el brazo canijo. Nadie tiene que darnos permiso para hacer, hacer es nuestro deber y nuestro derecho.
En las manos de los que ahora nos dirigen y en las nuestras está la solución del problema de hace 50 años. ¿A quién si no corresponde?
Es muy bueno y apreciamos mucho a los amigos de todo el mundo que en su nombre y en nombre de organizaciones, instituciones y gobiernos nos brindan su ayuda valiosa, su consejo oportuno, sus experiencias, a esos no les agradeceremos nunca lo suficiente. Nadie puede ir solo por la vida. Pero hay que aprender a reconocer a los verdaderos amigos. No necesitamos para nada de discursos viejos que vienen de otros países que nada tienen que ver con nuestra historia, no necesitamos posturas cerradas y de enfrentamiento. Mucho menos necesitamos que se nos engañe. No debemos permitir injerencias en nuestras decisiones. Nadie conoce a Cuba como los cubanos, solo nosotros los cubanos, los de aquí, los de allá y los de acullá sabemos ciertamente lo que queremos, lo que necesitamos, lo que somos capaces de hacer y creo que hace mucho tiempo que entendimos que el lenguaje conciliatorio sin cobardías, que el diálogo y la apertura son el verdadero camino.
Nuestro tiempo es ahora, no podemos seguir esperando análisis, reflexiones, no hace falta. Lo que nos hace falta es voluntad, voluntad, y decisión, decisión y acción, acción y compromiso, compromiso y responsabilidad.
Los gobernantes, además de escuchar, tienen que actuar, y un buen obrar, precisamente, es dejar hacer, abrir espacios y respetar aquellos que se vayan abriendo y conquistando, espacios en los que los cubanos podamos reconstruirnos como personas y levantar a nuestra patria. Actuar, actuar, actuar.
No podemos seguir esperando, se nos arruina el país económica, política y socialmente. Los cubanos de aquí y de allá y muchos de nuestros amigos de todo el mundo hemos sufrido lo suficiente. Sé que hay muchas buenas ideas e intenciones en algunas personas del gobierno en las que también hay que confiar y ¡qué decir de este pueblo! Empecemos unos, continuemos otros, poco a poco, en oleadas, a veces en marejadas, aprendiendo, equivocándonos, apasionados, alentados, recelosos. Por supuesto que habrá escollos ¿En qué camino justo y verdadero no los hay? Caminemos.
“El alma humana que logra extenderse hasta alcanzar una nueva idea, nunca retrocede a sus originales dimensiones”. Oliver Wendell Holmes.
Livia Gálvez (Pinar del Río, 1971)
Lic. en Contabilidad y Finanzas
Reside en Pinar del Río