El Proceso de Enseñanza-Aprendizaje en Cuba

Yoandy Izquierdo Toledo
Jueves de Yoandy

El alejamiento de la familia del Proceso de Enseñanza-Aprendizaje (PEA) es un fenómeno muy usual en Cuba; así como la propia concepción que tienen nuestros educadores sobre este proceso bilateral donde coexisten el sujeto que enseña y el sujeto que aprende. El profesor debe contribuir a que cada estudiante desarrolle por sí mismo su personalidad, por tanto es un elemento activo, es un sujeto en la planificación, organización, desarrollo y control del proceso. De las dos acciones que se observan en la figura, es la segunda, la concerniente al alumno (aprender a aprender) la más importante, y desafortunadamente, la mayoría de nuestros educadores no lo consideran así, pues siguen viendo su labor como la esencial, la determinante y ven al alumno como un objeto dentro del PEA. Enseñar a pensar con cabeza propia es facilitar que el alumno se convierta de objeto en sujeto de su propia formación integral.

Sobre esta interacción necesaria en el PEA y la preparación del educador nos dice un gran maestro: “La educación no puede ser algo impersonal, tiene que haber diálogo. Debería haber un consenso donde se respeten todos los puntos de vista, pero partiendo de la trascendencia del hombre, entendiéndola en su forma más amplia. Los profesores muchas veces no se apartan del texto, no abren el corazón. No queremos que la religión restrinja, pero tampoco que pase al revés… Hay una diferencia entre ser profesor y ser maestro. El profesor da fríamente su materia, mientras que el maestro se involucra. Es profundamente testimonial. Hay coherencia entre su conducta y su vida. No es un mero repetidor de la ciencia, como el profesor. Hay que ayudar a los hombres y a las mujeres para que sean maestros, para que sean testigos, esa es la clave de la educación.”1

Ante la falta de preparación de los educadores existe una realidad que no debemos olvidar: “Para que la formación ciudadana sea una cuestión esencial es necesario también reeducar al maestro. Porque él tampoco creció con los referentes de justicia, participación, democracia y respeto. El profesor es fruto de la historia de este país legada por la falta de participación, la intolerancia y el irrespeto por la diferencia.” 2

Otras de las debilidades fundamentales en este proceso es que el sistema educativo actual no provee al estudiante de herramientas que posibiliten interpretar y mejorar, con criterio propio, el entorno que le rodea, sino que se basa en la enseñanza memorística que dificulta el aprendizaje y la interpretación que se desarrolla a través de la práctica experimental.

La libertad de acción de las escuelas y las cátedras docentes se reduce a la mínima expresión, desechando la riqueza de la diversidad. Esto trae consigo que el objetivo curricular esté lejos de cumplir con las exigencias reales de cada comunidad y de la familia.

Una atención especial requiere la formación de valores en la escuela. Esta prioriza el antimperialismo, el internacionalismo y la incondicionalidad y deja en otros planos el desarrollo de habilidades intelectuales generales y específicas de cada asignatura, como son: la observación, la abstracción, la generalización, la explicación, el discernimiento, la modulación, el análisis y la síntesis, la ortografía y la lectura, el hacer juicios críticos y valorativos, etc.

El concepto de formación ciudadana indica como meta formativa, hacia los estudiantes, el logro de personas con conciencia recta, verdadera y cierta de sus derechos, de sus deberes y de la importancia de su participación en la dinámica del contexto social y político. La formación ciudadana es aquel potencial de la persona humana capaz de argumentar sus demandas, sus intereses y necesidades sociales y, a la vez, capaz de entender el razonamiento de los demás, el planteamiento de los otros, la diferencia y la disidencia. Solo mediante una participación ciudadana de naturaleza democrática, comprendida como una “actitud ante la vida”, es posible el Desarrollo Humano Integral.

A modo de resumen: las insuficiencias en el PEA impiden solucionar problemas de la profesión y limitan sus posibilidades para contribuir al desarrollo integral del educando.

1 Skorka A. Sobre el cielo y la tierra. Las opiniones del Papa Francisco sobre la familia, la fe y el papel de la Iglesia en el siglo XXI. 2010. p. 313.

2 Torres A, Álvarez N y del Roble M. La educación para una ciudadanía democrática en las instituciones educativas: Su abordaje socio pedagógico. Revista Electrónica Educare. 2013; 17(3): 151- 172.

 

 


  • Yoandy Izquierdo Toledo (Pinar del Río, 1987).
  • Licenciado en Microbiología.
  • Máster en Bioética por la Universidad Católica de Valencia y el Centro de Bioética Juan Pablo II.
  • Máster en Ciencias Sociales por la Universidad Francisco de Vitoria, Madrid, España.
  • Miembro del Consejo de Redacción de la revista Convivencia.
  • Responsable de Ediciones Convivencia.
  • Reside en Pinar del Río.
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