“EL PODER DE LOS SIN PODER”

Foto tomada de Internet.

El título del pequeño libro de Václav Havel, quien es una autoridad moral en la República Checa y fue su presidente luego de la transición pacífica, da tema y nombre a este Editorial en momentos en que pareciera que Cuba se desintegra, que la nación huye, que la esperanza se seca.

La dinámica de los poderosos es la fuerza, la prepotencia, el terror. Intentan parecer fuertes, unidos, uniformados, grandes por fuera. La dinámica de los poderosos de este mundo es, como decía Martí: “mucha tienda, poca alma”. El poder vive de la imagen. Muestra músculo en lo externo… pero se seca por dentro. Ese poder tiene anemia en el alma. Y en eso radica la debilidad de la fuerza y de la violencia, están desalmadas. 

La dinámica del espíritu humano y del alma de los pueblos es otra. Parecen indefensos por fuera, pero la represión curte el alma. Tal pareciera que en la medida que la fuerza bruta y la violencia se quedan como los últimos recursos sin razón, y crecen desesperadamente, en el interior del alma de la nación crecen imparablemente la verdad, la virtud, la fortaleza de espíritu.

El poder de los sin poder es la virtud que crece bajo la opresión.

La virtud es la fuerza no violenta de los que cultivan los valores del espíritu. Ese es el misterio de la resiliencia del alma humana. Es la única explicación a la capacidad de reinventarse de las personas, de las culturas, de las religiones y las naciones. No hay fuerza exterior que pueda con la virtud probada en la injusticia. Es la respuesta a esa pregunta cada vez más frecuente cuando vemos a pueblos como Cuba, Venezuela, Nicaragua: ¿cómo puede resistir su gente? ¿Qué fuerza misteriosa, humilde, pero perseverante, los sostiene en su permanencia y fidelidad a su vocación de entrega, sacrificio y propuestas? 

El poder de los sin poder no se ha marchado de Cuba.

La fortaleza de alma no emigrará totalmente de nuestra Isla. En la historia de la humanidad siempre ha quedado “un resto fiel”, una pequeñez insignificante que es despreciada por los poderosos que alardean: ya no quedan, se fueron, los hemos vencido. Error. La victoria de la fuerza es siempre provisional, efímera, se apaga como el espectáculo de los fuegos artificiales. Impresionan pero se desvanecen en el momento de su mayor fuerza y esplendor.

La victoria del “resto fiel”, de los vulnerables, de los que no brillan ni aplastan, es la victoria de la virtud. Es la fidelidad del que ha conocido la verdad y ha abierto los ojos a la libertad de la luz. La victoria del poder de los sin poder no alardea, casi no se ve, pero permanece, persevera, no se cansa, se reinventa, cree, crea, está siempre ahí, sin alarde pero con firmeza. En Cuba queda mucha gente así. Lo que pasa es que no ostentan, perseveran. No manotean, proponen. No necesitan imagen, tienen identidad propia.

Ese es el resto fiel que sostiene nuestra esperanza. Gravísimo sería que los poderosos y entendidos de la fuerza y la violencia creyeran que van a poder extinguir la dignidad y la fuerza interior que llevamos los seres humanos grabadas a imagen y semejanza del Espíritu que se identifica “como un soplo leve y fresco”, no como la tormenta del poder.

Cuba vivirá de la mística del resto fiel. Cuba será libre y próspera.

Lo creemos y lo esperamos firmemente arraigados en el testimonio de esos cubanos sencillos pero inquebrantables que, en el silencio oprobioso de la noche del terror, vigilan, esperan el amanecer y creen en la luz que todavía se esconde solo minutos antes de llegar la aurora.

Cuba está en esa hora. Amanecerá.

Pinar del Río, 9 de abril de 2023

Fiesta de la Resurrección de Jesucristo

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