Cada año más de cien periodistas son asesinados y varios centenares torturados o encarcelados en el mundo. En nuestro país dos generaciones de periodistas en exilio, más de veinte confinados en centros penitenciarios y el acoso constante por parte de la policía política, convierten al periodismo independiente en una de las ocupaciones más peligrosas de la Cuba revolucionaria.
Por Jesuhadín Pérez Valdés
Al periodista corresponde el espinoso trabajo de exhumar la verdad. La labor del sepulturero pero al revés; pico y pala para desenterrar. Comienza donde los demás terminan, escarba donde caen terrones La sobriedad y el compromiso definen su eficacia. Y como en todos los desenterramientos algo hiede; el peligro.
El verdadero periodista –como cualquier intelectual- es inquieto, obstinado y curioso. Desconfía de los grandes poderes y tiene siempre el oído pegado a la tierra. Sabe que mientras la pobreza es muda, al poder le sobran propagandistas. Finley Peter Dunne dijo: “la tarea del periodista es tranquilizar al afligido y afligir al tranquilo”. Esto es especialmente difícil cuando el tranquilo es poderoso.
Cada año más de cien periodistas son asesinados y varios centenares torturados o encarcelados en el mundo. En nuestro país dos generaciones de periodistas en exilio, más de veinte confinados en centros penitenciarios y el acoso constante por parte de la policía política convierten al periodismo independiente en una de las ocupaciones más peligrosas de la Cuba revolucionaria. (1) ¿Qué pasa en Cuba con el periodismo? El poder los considera trabajadores ideológicos, soldados de la revolución. ¿El resultado?; Gabriel García Márquez admite: “la prensa cubana más parece hecha para ocultar que para difundir” (2)
En Cuba el periodismo oficial es acrítico por censura y dependencia absoluta a intereses reproductivos estatales. Basta echar una ojeada a los medios nacionales para comprender su función básicamente propagandista. ¿Cómo es posible ser un comunicador objetivo si por encima de las realidades, crisis y aspiraciones sociales está la mano omnipresente del censor gubernamental? Julio García, decano de la Escuela de Periodismo declaró sobre la prensa oficialista: “es apologética, unanimista y con sus posibilidades agotadas.”(3)
¿Es posible mantener durante mucho tiempo este estado de cosas? A partir del debilitamiento y gradual deterioro del bloque de naciones comunistas en Europa del este y la consecuente crisis económico-ideológica sufrida en años subsiguientes brotan en Cuba gérmenes de un nuevo tipo de prensa; la prensa independiente.
Sus fundadores: periodistas y escritores de nuevo perfil, descontentos por el espacio mínimo concedido a la crítica y la diversidad de pensamiento dentro de los órganos oficiales. Otros, expulsados o marginados de la nueva sociedad comunista que se procuraba construir, defensores de los derechos humanos y/o personas con determinadas aspiraciones políticas incongruentes con el proceso revolucionario. Aunque algunos periodistas tenían formación académica, la mayoría fueron autodidactas que aprendieron sobre la marcha.
Aparecerían entonces grupos como la Asociación de Periodistas Independientes de Cuba, Habana Press y Cuba Press, y nombres como Rafael Solanas, Manuel Vázquez, Raúl Rivero e Indamiro Restano.
Otra época comenzaba y era imposible que pudiera Cuba mantenerse totalmente aséptica a los cambios ocurridos a nivel mundial. El proyecto marxista sufría la peor crisis económica y política de su historia. La credibilidad popular en la construcción de la futura sociedad comunista decrecía considerablemente.
Partidos políticos, grupos de derechos humanos, asociaciones de médicos y sindicatos independientes fueron arropando y alimentando la incipiente y apasionada prensa independiente cubana. Fenómeno mutualista por excelencia porque esta nueva prensa tenía los medios para visibilizar a nivel internacional las aspiraciones de aquellos grupos inquietos, así como para denunciar los ataques de linaje oficialista.
El proyecto comunista con líderes de mano dura no daba tregua a lo que consideraba propaganda enemiga, diversionismo ideológico o contrarrevolución. Era el paquete incendiario que se utilizaba contra estos gérmenes de resistencia cívica.
Decenas de periodistas pasaron por los calabozos de la Seguridad del Estado cubana, cumplieron condenas o marcharon al exilio por el ejercicio del criterio y la divulgación de informaciones.
La década de los noventa fue un época difícil, marcada por una fuerte crisis económica y alimentaria así como la creciente expectativa de la emigración fundamentalmente hacia los Estados Unidos. Esto, añadido a la crisis social y existencial reinante, motivó espontáneos estallidos sociales que pusieron en grave peligro la estabilidad del gobierno comunista de la Isla. Sin embargo -gracias a reformas económicas, que aplicaban técnicas capitalistas de mercado y una concepción mínimamente actualizada por la praxis de la supervivencia- el régimen resistió la peor etapa de una crisis, que por su profundidad e intensidad, dejó en muy mal estado todo el dogmático aparato ideológico gubernamental. Para fines de los noventa, el espíritu revolucionario militante y combativo había decrecido considerablemente. Mientras la retórica oficial insistía en el heroísmo y el sacrificio, la mayoría perdía poco a poco la fe en la recuperación total de la nación.
En marzo del 2003, mientras Bagdad temblaba por el fuego de los cañones norteamericanos, una nueva ola represiva barrió de plano las más destacadas figuras de la oposición pacífica cubana. Entre ellos los periodistas independientes más activos y conocidos. Era la purga de lo que para el gobierno era, la incómoda piedra de su zapato. Años más tarde, aquel trágico acontecimiento sería recordado como La Primavera Negra. (4)
Manuel Vázquez, Jorge Olivera, Raúl Rivero y Víctor R. Arroyo fueron algunos de los detenidos en espectaculares operativos policiales en los que se les ocuparon cámaras fotográficas, ordenadores, radios, cargadores de baterías, libros y material periodístico personal. Todos fueron condenados a desproporcionadas condenas. Había sido el más duro golpe al periodismo independiente cubano. Algunas fuentes oficiales se apresuraron a decir que era el fin de la disidencia en Cuba.
Una campaña nacional e internacional se levantó en favor de las setenta y cinco víctimas de la Primavera Negra, esto, adjunto a la mala salud de algunos prisioneros, hizo que varios fueran liberados por licencias extrapenales, entre ellos el periodista y economista independiente Oscar Espinosa Chepe, la economista Martha Beatriz Roque Cabello y el sociólogo Héctor Palacios Ruiz.
Algunas figuras relevantes del periodismo independiente cubano, encarceladas durante la ola represiva del 2003, una vez puestos en libertad anticipada por los motivos antes mencionados, optaron por el exilio, otros reiniciaron el trabajo desde su eventual libertad. La mayoría continuó, mientras cumplía su condena, ejerciendo su labor desde dentro de las cárceles en las que cumplían sentencia. Desde ahí reportan los que aun no han sido liberados.
A partir de este punto surgen nuevas asociaciones profesionales afines. Grupos de varios lugares de la Isla fundan núcleos de periodistas independientes, Cubanacán Press y Jóvenes sin Censura son ejemplos de ello.
También el laicado católico cubano, desde años precedentes a la Primavera Negra venía realizando proyectos editoriales que correspondían con el periodismo social contemporáneo. Las revistas católicas Espacios, Vitral y El pensador, todos desde el occidente cubano tipifican esta obra.
Pero con la llegada de la era digital comienza un nuevo movimiento periodístico. Ahora los ordenadores y las memorias electrónicas representan el nuevo reto de la ortodoxia revolucionaria. El flujo de información se dinamiza y fluye. Correos electrónicos, enlaces satelitales y teleconferencias acortan distancias y nutren de material didáctico la nueva generación de comunicadores.
El almacenamiento electroóptico de datos, cámaras y radio-grabadores que caben en el más pequeño bolsillo de un jeans, hacen que cada día sea mas difícil de controlar la masa de información que se maneja, información que va y viene con una dinámica e inmediatez nunca vista. Cada día es más costoso y difícil esconder o manipular informaciones.
Algunos opinan que esto fue lo que obligó al nuevo gobierno a despenalizar la tenencia y autorizar la comercialización de reproductores digitales, computadoras, y teléfonos móviles a inicios del 2007.
Otras de las facilidades de la nueva era digital es lo relativamente asequible y eficiente que resultan las nuevas tecnologías en el diseño, edición y realización de los proyectos editoriales. Lo que antes se hacía en enormes espacios físicos con muchísima gente, hoy es perfectamente practicable con dos o tres personas desde una habitación pequeña, una barbacoa, o el traspatio de cualquier familia cubana.
Por último habría que añadir el más vanguardista exorcismo periodístico; las páginas web. Una información dinámica y actualizada en la que no solo se escribe sino se conocen los intereses, inquietudes y preferencias de los lectores a través de las coletillas de comentarios que ofrecen estos servicios de red. O sea, ya no solo se esgrimen opiniones, sino que se pueden conocer inmediatamente las reacciones. Se trabaja con el criterio del lector a primera mano que es, a la vez, un consumidor informado y exigente.
Dentro del contexto del periodismo digital, que incluye revistas, periódicos y noticieros informativos, también aparecen los blogs o bitácoras (en español), que representan el periodismo más fresco y personal. Acorde a las expectativas de un internauta que no le sobra el tiempo y al cual, leer en el display de su ordenador, no le resulta del todo placentero.
Algunos de estos bloguistas han conseguido éxitos impresionantes. Yoani Sánchez comenzó Generación Y en marzo del 2007, y ha recibido millones de entradas a su sitio lo que le valió para ganarse el premio Ortega y Gasset de periodismo. Posteriormente la revista norteamericana Times la incluye entre las cien personas más influyentes del mundo…
Sin duda un mundo nuevo y lleno de retos tecnológicos se le presenta hoy día al nuevo periodismo cubano. Un periodismo joven y enérgico en el que predomina la opinión y el debate. Un periodismo implacable, tildado por algunos de exagerado, pero lo que sí es seguro es que el periodismo independiente cubano es el reflejo de una época y lleva inscrito el espíritu de independencia que pretendió siempre. El periodismo alternativo cubano, aun arrastrando en el tobillo el grillo de la Ley 88, avanza.
Jacques René Hébert nunca comenzaba un número del Le Pêre Duchênesin poner algunos “¡mierda!” o algunos “¡carajo!”. Esas groserías no significaban nada, pero marcaban una situación revolucionaria. La función del periodismo es, además de comunicar, exponer el estado psicosocial de los períodos históricos. Por eso el periodismo real, no es mero observador pasivo de fenómenos generales, sino actuante comprometido de la justicia social; espejo de situaciones históricas y representante de las más avanzadas corrientes progresistas. Y, al llegar a este punto, la prensa no solo comunica sino que impone e impulsa la historia así como define y defiende la posición que se tome frente a ella. En lo que a esto respecta, el periodismo independiente cubano no tiene cargos de conciencia. Ha sido, con penas y glorias exponente alternativo del último vástago absolutista latinoamericano.
Tildado de bastardo por el oficialismo ha sabido levantar bandera en el difícil escenario revolucionario contemporáneo. A pesar de las limitaciones y los peligros se ha comprometido seriamente en la construcción de la nueva era.
El periodismo independiente es, a pesar de sus defectos, un importante baluarte para la futura democracia. Porque sin prensa libre no hay, ni puede haber democracia.
¡La semilla ya está en el surco!
Jesuhadín Pérez Valdés. (1973)
Mecánico Radioelectrónico.
Miembro del Consejo Editorial de la revista Convivencia.
Estudiante de Derecho.
Varios trabajos suyos fueron publicados en la revista Vitral.
Reside en Pinar del Río.