El Padre Manolo de Céspedes, cubano y obispo, de una sola pieza, ejemplar y valiente

El Padre manolo, Dagoberto y mons. Siro, Obispo de Pinar del Río, en la Parroquia de la Caridad, durante la reparación del templo. Foto de archivo Convivencia.

En la noche del 26 de marzo de 2025, a la edad de 81 años, regresó a la Casa del Padre, S.E. Mons. Manuel Hilario de Céspedes y García Menocal, obispo emérito de Matanzas.

Nuestro Padre Manolo ha sido un cubano de honda raíz patriótica, un sacerdote ejemplar y un obispo solícito.

Natural de la Víbora en La Habana, se exilió con su familia y estudió para el sacerdocio en Caracas, Venezuela, después de graduarse de ingeniería eléctrica en Puerto Rico.

Fue ordenado sacerdote el 21 de mayo de 1972 y regresó a Cuba en 1984, después de 12 años como sacerdote en Caracas. Pidió regresar a Cuba y trabajar en Pinar del Río, la Diócesis que menos sacerdotes tenía. Fue el mejor colaborador, amigo y hermano de Mons. José Siro González Bacallao, Obispo de Pinar del Río. Fue nombrado Párroco de Nuestra Señora de La Caridad y de Minas de Matahambre, aunque en su afán de servir a los más pobres, siempre decía que él era el Párroco de las Minas y administrador parroquial de La Caridad, tal como fue nombrado a su llegada a tierras de Vueltabajo. Después fue nombrado Párroco de la Caridad y Administrador fundador de la Parroquia de San Francisco de Asís en el barrio de El Calero, comunidad que es hija de la Parroquia de la Caridad.

Participó activamente y con gran entusiasmo como delegado al Encuentro Nacional Eclesial Cubano (ENEC, 1986). Fue sacerdote asesor de la Comisión Católica para la Cultura, de la que este servidor fue nombrado Presidente (1987-2005) y ambos fuimos miembros fundadores del Centro de Formación Cívica y Religiosa y de su órgano de expresión la revista Vitral desde 1993 hasta 2005.

Ese año fue nombrado Obispo de Matanzas por el Papa Benedicto XVI hasta su jubilación en 2022, a la edad de 78 años. Durante los 21 años que estuvo sirviendo en Pinar formamos un fraterno equipo de trabajo: el Obispo Siro, el Padre Manolo y el que escribe este testimonio. Ahora solo quedo yo del lado de acá. Espero estén intercediendo por Cuba, por esta Iglesia y por este colaborador.

Me honra haber trabajado juntos en ese equipo desde 1984 hasta 2005.

Como sacerdote asesor de obras apostólicas seglares, el Padre Manolo fue ejemplar en la formación y promoción del laicado católico en Pinar del Río, fue paradigmático en el ejercicio respetuoso, corresponsable y activo de su desempeño como sacerdote acompañante asesor, educándonos, animándonos y facilitándonos el poder asumir las responsabilidades propias de nuestra espiritualidad, vocación y misión como fieles cristianos laicos.

Cuando todavía no se hablaba de sinodalidad, el Padre Manolo fue, él mismo, una escuela de corresponsabilidad, comunión y coparticipación entre el obispo, los sacerdotes y los laicos comprometidos. Eso experimentamos juntos durante la Reflexión Eclesial Cubana (REC) de 1982-1986 y durante el Encuentro Nacional Eclesial Cubano del 17 al 23 de febrero de 1986 en la Casa Sacerdotal de La Habana, y en todas las demás obras apostólicas, en los Consejos Pastorales diocesanos y parroquiales, en las misiones, en las comisiones diocesanas, en el Centro de Formación, en la revista Vitral, en la Pastoral juvenil, en la fraternidad sacerdotal, en la atención a las cárceles, a los presos y sus familiares, entre otras muchas

En el plano personal fue un amigo fiel, valiente y solícito. No puedo dejar de mencionar que cada vez, sin faltar una, que yo era citado e interrogado por la Seguridad del Estado, inmediatamente después de salir, siempre la primera llamada, aún después de ser obispo de Matanzas, era del Padre Manolo, por el teléfono directo sin escondrijos ni palabras en clave, me preguntaba cómo estaba, lamentaba que “esas cosas estén pasando en Cuba y siempre me aseguraba su apoyo y oraciones. Lo mismo hacía Mons. Siro hasta su muerte. Así son los amigos, hermanos y pastores.

Nos llamábamos “compadres” porque fue el padrino de mi hijo Javier. Aprendí mucho de su insobornable e íntegro amor a Cristo, a Cuba y a su Iglesia, unidos sin resquicio en un solo corazón. Fue un ferviente devoto de la Virgen de la Caridad y del Venerable Padre Félix Varela, cuya devoción propagó.

Doy gracias por su fecunda vida. Le ruego a Dios que el ejemplo, las virtudes y el estilo de vida sacerdotal de Mons. Siro y el Padre Manolo sean ejemplo y camino para la Iglesia en Cuba.

Descanse en el regazo de su Padre Dios.

Amén.

 


  • Dagoberto Valdés Hernández (Pinar del Río, 1955).
  • Ingeniero agrónomo. Máster en Ciencias Sociales por la Universidad Francisco de Vitoria, Madrid, España.
  • Premios “Jan Karski al Valor y la Compasión” 2004, “Tolerancia Plus” 2007, A la Perseverancia “Nuestra Voz” 2011 y Premio Patmos 2017.
  • Dirigió el Centro Cívico y la revista Vitral desde su fundación en 1993 hasta 2007.
  • Fue miembro del Pontificio Consejo “Justicia y Paz” desde 1999 hasta 2007.
  • Trabajó como yagüero (recolección de hojas de palma real) durante 10 años.
  • Es miembro fundador del Consejo de Redacción de Convivencia y su Director.
  • Reside en Pinar del Río.
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