¿Sabe usted, amigo lector, qué es el Índice de Precios al Consumidor, para qué sirve, cómo se calcula y quién lo construye y cuándo? Si le digo que en enero de 2023 este indicador alcanzó la cifra de 276.28, todavía le dice poco. Pero lo entenderá mejor si le informo que es la medida del crecimiento de los precios que usted paga para vivir, que este crecimiento se mide a partir del año 2010, tomado este año como base del cálculo porque fue la última vez que se realizó en Cuba la Encuesta de Ingresos y Gastos de la Población, fuente imprescindible de datos para completar el IPC.
De 2010 a 2023 (¡13 años!) el promedio de precios que pagamos por nuestras compras ha crecido 176.28 puntos, desde 100 (en 2010) hasta 276.28 (en 2023). El crecimiento anual o interanual como lo llama la prensa es 42.08 y la variación mensual es de 2,32 por ciento. Crece la inflación cada mes, cada año y ha crecido desde 2010 sin que los salarios hayan podido igualar su crecimiento. Esto es la inflación: una carrera entre los precios y los salarios en los que estos van perdiendo por más de una cabeza.
El IPC es un indicador de la dinámica, del movimiento de los precios. Es un índice que expresa la inflación (42.08 en 2023). Indica cuando el auge económico comienza a convertirse en patológico y sugiere que se activen los mecanismos para detenerlo.
Ese 276.28 que vimos antes es el número que expresa la variación de los precios de una cesta de 298 artículos que hacen el 90 por ciento del gasto de los hogares cubanos. En esta cesta se promedian y ponderan 32 462 precios. Los mismos artículos tienen diferentes precios según quien los venda, dónde los venda y otras circunstancias que propician la variación.
Los 298 productos y servicios son una muestra representativa del gasto (90%) de los hogares como he dicho. Esta muestra se toma en 8 365 establecimientos comerciales ubicados en 18 municipios de 14 provincias del país. Esto se hace en casi todo el mundo de manera parecida. Y es más complejo de lo que yo lo hago parecer. Usted no tiene que esperar a que se calcule el índice para conocer la inflación. Usted la sufre primero en la piel y en el estómago y luego la racionaliza con las estadísticas del gobierno. Pero es muy importante que un ciudadano en una democracia, además de sentir que lo quema la inflación, pueda conocer su magnitud, vigor y las brechas por dónde ir a enfrentarla.
Es muy importante que los ciudadanos conozcan que hay inflaciones específicas que superan al Índice General de Precios (276.28). El puntaje más alto del IPC en 2023 lo tienen los alimentos y bebidas no alcohólicas (453.26). Por encima de 300 puntos están el transporte (366) y los servicios a la vivienda (309). Como una contradicción podría considerarse que las bebidas alcohólicas y el tabaco estén muy por debajo (195) del índice general (276.28). Es interesante conocer, además, que los servicios de educación y salud tienen un IPC superior al que tenían en 2010. Educación (152) y salud (136). La inflación se expande como la COVID y ataca a cualquier sector.
En la perseverante variación mensual hacia arriba del IPC, los rublos que más la impactan son los alimentos y las bebidas no alcohólicas que conforman el 54 por ciento de la misma. A las ramas de la agricultura y a la industria alimentaria correspondería corregir esta situación. ¿Podrán?
Habrá que esperar por el acicate que el gobierno ha llamado “estremecimiento” para reactivar al aparato empresarial del país. Esperemos que pase de 5 en la Escala de Richter.
- José Antonio Quintana de la Cruz (Pinar del Río, 1944).
- Economista jubilado.
- Médico Veterinario.
- Reside en Pinar del Río.