Lo veo a diario, huelo su podredumbre y lo sufro, no solo yo, sino todo el barrio y los de paso también. El basurero fue creciendo, tanto, que ya ocupa todo el espacio del largo muro y toda la calle.
Está tan sucio y feo el lugar, que no dan ganas de pasar ni cerca. Los edificios que están en frente sufren producto a esta situación. La falta de higiene que desprende el gran basurero es de alto riesgo, más en estos momentos donde la enfermedad de Dengue está a la orden del día y la escasez de medicamentos es más que sabida.
El gran contenedor de basura debe cambiarse con frecuencia, para evitar se acumulen los desechos, y los vecinos de la zona puedan botar la basura dentro y no fuera de él.
Desafortunadamente, el cambio del contenedor vacío por el lleno, demora en suceder, los pobladores no tienen más remedio que echar la basura afuera y esta se riega y esparce por todo el lugar. El mal aspecto y la fetidez son inevitables.
Los vecinos de los edificios, que son los mayores afectados, se han quejado de esta situación y nada se soluciona. Los ciudadanos también tienen un alto nivel de responsabilidad, pero es necesario que la basura que se acumula, se pueda desechar.
En la actual situación que vive la Isla, no se puede esperar más de los encargados de mantener estas tareas en orden, han demostrado que les resulta imposible.
Mientras tanto, el pueblo sigue sufriendo las consecuencias de su mal trabajo.
- Rosalia Viñas Lazo (Pinar del Río, 1989).
- Miembro del Consejo de Dirección del CEC.