El cubano, su identidad y cultura luchan contra la falta de libertad que los aleja de ser ellos mismos. En Cuba, ser uno mismo, es un reto muy difícil de afrontar. La gran mayoría de los cubanos se pregunta más de una vez si lo que van a decir, hacer o escribir no les traerá algún problema con el gobierno.
Por Virgilio Toledo
En Cuba, ser uno mismo, es un reto muy difícil de afrontar. La gran mayoría de los cubanos se pregunta más de una vez si lo que van a decir, hacer o escribir no los perjudicará, no les traerá algún problema con el gobierno. Es necesario aprender códigos para no “estar o quedar señalado”, máscaras, comportamientos, lenguajes, estilo de relación con los otros (de manera oficial porque a nivel interpersonal o familiar, otra es la situación) que alejan a los cubanos de lo que generalmente los ha caracterizado y definido.
A las personas que viven en situaciones diferentes, puede serles difícil entender esta realidad. No se preocupen, no están locos, están cuerdos, lo absurdo e inverosímil es lo que vive Cuba. Por fortuna esta situación es bastante singular en el mundo, raro híbrido en peligro de extinción.
¿Cómo podría entenderse esta dualidad en la manera de ser y comportarse si es algo que fracciona y dispersa, lesionando la integridad de la persona?
¿Cómo podría entenderse que los cubanos no pueden protestar por las injusticias de las que son objeto por parte del gran censor sin ser castigados por ello?
¿Cómo es posible entender que: si soy padre o madre, no pueda escoger el tipo de escuela, los contenidos pedagógicos y la orientación ideológica que quiero darle a mis hijos?
¿Cómo entender que si soy maestro, no puedo aplicar mi programa de enseñanza porque es uno solo y viene orientado desde el “nivel central”?
Ni hablar si soy un hombre de negocios, la propiedad privada, ingresa a la lista (demasiado larga) de prohibiciones del gran censor.
Los ejemplos pudieran ser tan abundantes y variados como las vivencias de un país donde el absurdo se ha convertido en realidad y las fronteras de lo real y lo imaginario se han trastocado.
En resumen pudiera decirse que el colmo de los cubanos es no poder ser auténticos cubanos, porque el costo que hay que pagar para ello es muy elevado. Y como es natural, antes de pagar ese costo, y debido a que la supervivencia tiene la primacía, surgen opciones de actitudes y conductas que son más naturales y fáciles de adoptar como:
Irse del país, temporal o permanentemente, para escapar de este absurdo.
Ponerse varias caretas que permitan ser como esperan que seas, en cada ambiente. Por desgracia para Cuba, los que más máscaras tengan, son los que más “progresan”. Dicho de otra manera, si tu manera de decir y comportarte responde al código del gran censor, más “alto” y “lejos” puedes llegar en su escala. No importa que ocultes tu manera de ser, o si no eres el más capaz para cumplir con alguna responsabilidad, lo que decide es tu aparente “fidelidad”. No importa que no estés de acuerdo con lo que baja del nivel central, siempre y cuando seas obediente y no lo manifiestes públicamente.
3- Ir a la ilegalidad, donde se desarrolla más del 95% de la vida de los cubanos o al menos, ese elevado porciento irrumpe con mucha frecuencia las fronteras de la ilegalidad, y es seguro, que no es por libre opción de disfrute de las sensaciones y satisfacciones que puede generar para algunos, ese estar haciendo algo a escondidas, sino porque es necesario para satisfacer las necesidades vitales.
La gran interrogante es ¿por qué los cubanos no pueden ser ellos mismos? Qué bueno sería que todos pudieran contestar esa pregunta, claro, sin miedo a ser reprimidos en dependencia de la respuesta que den. La verdad se encontraría entre todos, sería más objetiva y cierta, pero como aún no llega ese añorado tiempo, en que todos puedan participar, después de medio siglo, 50 años, casi nada para la historia humana, pero casi todo para la vida de un ser humano, solo nos queda esbozar, criticar, buscar causas y proponer soluciones, para que estos errores que cuestan tanto a las personas y a la vida de un país no se repitan, o por lo menos, sirvan de referencia a las generaciones futuras.
Se puede vislumbrar que hay una causa raigal, que impide a los cubanos ser ellos mismos, la falta de libertad interior y la falta de libertades:
La falta de libertad interior nos lleva a obedecer en no pocas ocasiones las imposiciones que puedan venir de fuera. Si una persona es libre internamente puede asumir una actitud y comportamiento independiente de cualquier coerción o influencia venida de fuera, puede ser dueña y protagonista de su vida, a pesar del costo que esto conlleve. Es lo que algunos han llamado la última de las libertades. Claro, esta libertad se hace más difícil vivirla cuando no hay libertades exteriores y en Cuba estas no son muy abundantes, más bien escasean como el maná en el desierto, porque pretende imponerse por parte del censor una falta de libertad milimétrica, que permita, favorezca y cree, unas estructuras de injusticia que controlen y sometan a todos y a todo. Aquella falta de libertad que se identifica y llega a ser ella misma un totalitarismo que pretende dominar el ser de las personas, independientemente de lo que tenga que hacerse para lograrlo, lo importante es el fin, no los medios empleados. El sometimiento de la voluntad, la razón, los actos y actitudes de las personas e incluso la aspiración de controlar los sentimientos, de quitarle su libertad interior, es su gran objetivo.
Existe una contradicción para los cubanos entre libertad interior o ser ellos mismos, y libertades externas, que puede ser complicada de entender y de asumir, pero que es esencial para conocer la realidad de Cuba. Si tratan de ser ellos mismos, expresando su interioridad y actuando consecuentemente con ella, los cubanos corren el riesgo de pasar a ser “no personas”, excluidos socialmente, o por lo menos no reconocidos oficialmente por las estructuras del Estado, dificultándoseles alcanzar: buenos empleos, estudiar lo que quieren, viajar libremente, o sea, se les obstruye más la vida en este país y el disfrute de las libertades porque son sometidos a un mayor escrutinio y represión de su vida privada y pública.
Que los cubanos tengan libertad para ser ellos mismos, atenta esencialmente contra el control personal y social del gran censor, porque ser ellos mismos, libera y potencia sus capacidades, ser ellos mismos, los ayuda a asumir un comportamiento que no se somete al control de ningún poder, sino que se rige y orienta por su escala de valores, sus opciones de vida y por lo que le dicta su conciencia.
Un alto costo está pagando Cuba por el hecho de que los cubanos tengan muchas dificultades para ser ellos mismos, algo que es difícil siempre en situaciones normales, mucho más con riesgos y costos adicionales.
El camino de la profundización y perfeccionamiento de la autenticidad, del crecimiento pleno, de la realización de la vocación es el único capaz de contribuir al desarrollo personal y social, es el único que conduce a ser uno mismo, los demás, son espejismos que pueden deslumbrar o encandilar temporalmente, pero a la larga son engañosos porque conducen a la despersonalización y masificación, a la peor de la miseria, el deterioro moral y humano.
En la medida que los cubanos dejen de ser ellos mismos más se alejan de su cultura, de sus raíces, de lo que los define como pueblo y nación, más se empobrece Cuba. Los cubanos tienen que comenzar a ser ellos mismos para que Cuba comience a ser ella misma, solo así comenzarán a aprovecharse las enormes capacidades y talentos que están reprimidos y enterrados en este país.
El alma de esta nación necesita ser encontrada, congregada, sanada. Se respira, se trasluce, se palpa esa necesidad, pero solo cuando los cubanos sean capaces de encontrarse y ser ellos mismos, se podrá lograr esta ingente tarea. Solo cuando los cubanos se liberen de las ataduras que no lo dejan ser ellos mismos, podrán liberarse de las cadenas que tratan de aferrarlos a la obediencia y el inmovilismo.
Se notan ya en nuestra sociedad signos que muestran que los cubanos quieren ser ellos mismos, a pesar del cansancio de este largo bregar por senderos que nos han alejado de nuestro ser, los cubanos y Cuba se están encontrando.
Todos debemos ayudar con nuestros esfuerzos a que sea lo más rápido posible.
Virgilio Toledo López (Pinar del Río, 1966).
Ingeniero Electrónico. Premio Ensayo 2006 en el concurso
“El Heraldo”. Ha publicado en revistas nacionales y
extranjeras. Es miembro fundador del Consejo de
Redacción de Convivencia. Reside en Pinar del Río.