En Cuba se han tomado y se siguen tomando decisiones desde el gobierno central que afectan a un gran sector de la población sin tener en cuenta o consultar en la mayoría de los casos a los que van a ser perjudicados o beneficiados por ellas. Las recientes transformaciones en el sistema de enseñanza secundario, preuniversitario y universitario son una muestra de ello.
Por Virgilio Toledo López
A lo largo de estos 50 años, múltiples son los ejemplos de toma de decisiones del gobierno central que han afectado y afectan la vida de los cubanos. Si agregamos a esto que la mayoría se han realizado sin consultar su opinión se agrava la cuestión. Ejemplo de ello han sido: la nacionalización milimétrica de los medios de producción, la reducción al mínimo de la propiedad privada, la eliminación del tejido que conforman las diferentes organizaciones de la sociedad civil, el envío de cubanos a guerras sin sentido como Angola y Etiopía y otros muchos casos. Las recientes transformaciones en el sistema de enseñanza secundario, preuniversitario y universitario son una muestra más de esta forma de operar.
Después de finalizar el curso escolar 2008-2009, fue anunciado de manera confusa e informal que se iban a realizar algunos cambios en la enseñanza secundaria, preuniversitaria y universitaria en nuestro país.
La gran mayoría de las personas que se preocupan por las cada vez mayores deficiencias que se están presentando en la escuela, espacio tan vital para el desarrollo, la preservación de la cultura, los valores, la educación de la persona y la existencia misma de un país, no sabíamos si alegrarnos o preocuparnos por esos cambios, “anunciados, pero aún no aprobados”, según el decir de algunos profesores y la voz populi.
Lástima que cada vez más, la forma de comunicar transformaciones que tienen que ver con la vida de nuestro pueblo se hagan a través del mecanismo de lanzar “bolas” o comentarios que van circulando de uno a otro, creando incertidumbre y confusión. A veces parece como si se hiciera para crear un estado de opinión primario, medir el impacto que esto ocasiona y preparar el camino para la aplicación a posteriori de la medida en cuestión. Es muy lamentable, poco serio y excluyente, que se apliquen a una realidad tan sensible por su trascendencia e incidencia en el futuro de un país, como es la educación y la enseñanza, este tipo de transformaciones sin tener en cuenta la opinión y el aporte de los implicados.
Cuba necesita de transformaciones estructurales para salir del inmovilismo y la desesperanza, con más razón en el ámbito de la enseñanza y la educación para erradicar la desvalorización y deterioro que está reinando en nuestra sociedad, pero estas transformaciones deben ser hechas con transparencia, sistemáticas, graduales y contando con el aporte de todos los cubanos. Si se cometieron errores en los programas de enseñanzas, pues que se reconozcan con sinceridad y valentía, después de una evaluación seria y equilibrada. Es la mejor manera para enmendarlos y no volver a cometerlos.
Desde un principio existían recelos por parte de muchas familias y profesores, con la sustitución del maestro por una clase televisada. Sin dudar de la calidad que puedan tener las mismas, existen procesos de interacción entre el alumno profesor que no se abarcan ni sustituyen con la calidad de una clase de un profesor por televisión. Los alumnos no son autómatas, existen diferencias en los ritmos de aprendizaje, en los coeficientes intelectuales, en los problemas psicológicos, familiares, sociales y anímicos que los afectan, que necesitan de un profesor-educador que esté atento a las particularidades de cada alumno, porque cada persona es “un mundo” en sí misma.
La implantación de la llamada merienda escolar o las más de ocho horas de permanencia de los estudiantes en las escuelas también son cuestiones que son dignas de analizar, a pesar de las razones positivas que puedan tener, hay que ver que el cambio de un almuerzo en edades propias del desarrollo físico por una merienda escolar, tiene que pensarse bien, todos sabemos que una mala alimentación provoca una deficiencia funcional a corto, mediano o largo plazo, sin contar las afecciones al sistema nervioso que pueda provocar.
Qué decir de la permanencia en los centros de enseñanzas por más de seis horas, prácticamente sin salir del aula, eso por lo menos es antipedagógico y contraproducente, o las mal llamadas “becas” que provocan la separación de los hijos de la familia y que someten a los hijos a vivir en condiciones realmente infrahumanas donde predominan la ley del más fuerte e inescrupuloso.
¿Cuáles son las razones por las que no se tienen en cuenta la opinión y la contribución de los cubanos a la hora de tomar decisiones? ¿Por qué si se está valorando hacer cambios en la enseñanza no se comunican con tiempo para que las familias y los alumnos puedan hacer sus planificaciones con tiempo? ¿Será que no se cree en el aporte que puedan dar los cubanos porque un grupo de “sesudos” se cree con el talento suficiente para decidir lo que les conviene a otros? ¿O será que un grupo de personas con poder se arrogan el derecho de decidir qué es lo que le conviene a otros?
Una cosa sí es segura, cuando se excluye de la participación a una parte, en este caso la más numerosa, se pierde toda la riqueza que esta puede aportar. Ser autosuficiente o autoritario, en sí mismo, empobrece y mutila la grandeza y la perfección. No dudemos que los numerosos errores cometidos a lo largo de nuestra historia hayan sido provocados en gran medida por no contar con todos los implicados. Puede que a alguien no le guste o no esté de acuerdo con lo que dice otro, pero eliminándolo, apartándolo o excluyéndolo del proceso de participación no gana la causa o la razón que se esgrime, más bien pierde, porque se empobrece al perder lo positivo que da la confrontación de una idea, un proyecto con las opiniones contrarias al mismo.
La principal fuente de riqueza de una realidad es la diferencia, mientras más diversa sea, mejores serán sus frutos. Imaginemos que tenemos un proyecto. Si en la elaboración, concreción y evaluación del mismo participan más personas con opiniones y criterios diferentes, ¿cuál será el resultado? En primer lugar, será mucho más eficaz porque se habrá pensado en un mayor número de inconvenientes, de destinatarios, de variables, y en segundo lugar, quedará la satisfacción de conciencia de haber tenido en cuenta todas las opiniones, seguro que eso lo hace más pragmático y humano, sin contar que cuando nuestro ejercicio de poder tiene límite no nos corrompemos con él.
Está claro que contar con todos no es fácil, es un camino muy largo y escabroso, pero paradójicamente es el camino más seguro, porque no hay que virar atrás porque quedó alguien olvidado. Ya lo decía nuestro Apóstol José Martí “con todos y para el bien de todos”.
Los cubanos necesitan que cuenten con ellos, son tantos años de permanecer en el anonimato, que se ha generado una cultura de no participación, donde no se valora en su justa medida la importancia del aporte de la persona. Esas son algunas de las principales razones por la que estamos sumidos en esta miseria material y espiritual.
Una cosa sí está clara y es que en Cuba, en los cubanos, existe un enorme potencial que sería capaz de revertir la situación de calamidad que estamos viviendo, pero se necesita que se respete el derecho a ser tenido en cuenta y eso pasa por escuchar las opiniones de todas las partes y no excluir a ningún protagonista.
El futuro de nuestra Patria será mucho más próspero teniendo en cuenta el aporte de todos, aunque sea pequeño, ese aporte es imprescindible, es por eso que es grande en sí mismo, no lo subvaloremos.