El derecho a la manifestación pacífica

Yoandy Izquierdo Toledo
Jueves de Yoandy

El 11 de julio de 2021 marcó un hito en la historia de Cuba. Cuando pase el tiempo, y nuestros días sean historia en un libro para la enseñanza de la materia en las aulas, esa fecha se recordará como el momento en que muchos cubanos pusieron fin al silencio de décadas y se lanzaron a las calles para reclamar libertad. La excepcionalidad cubana que caracterizaba a una nación donde, aparentemente, las protestas sociales no existían, quedó rota, y en las calles se escucharon los gritos de disenso que por muchos años fueron reprimidos.

Han pasado dos meses y no se han vuelto a producir protestas como la iniciada en San Antonio de los Baños. No ha sido porque el gobierno encontró soluciones a las demandas de los manifestantes, sino porque la vigilancia ha aumentado, sabemos que existe la represión, y es de amplio espectro, y la orden de combate quedó dada aquel domingo histórico, como para validar los golpes y la censura. Todavía hoy decenas de personas permanecen presas y en espera de juicio por haber participado en las protestas del 11J. Algunos cargarán con la culpa de los sucesos, pero también con la gloria, que solo será vista a posteriori, de haber sido protagonistas de algo inédito en Cuba.

Lo que se inició en San Antonio y pronto se extendió por muchas ciudades del país, se corresponde con un derecho intrínseco a la persona humana: la libertad de expresión. Esa que por tantos años ha sido vetada en Cuba, que intenta presentarse como adalid de la democracia y los derechos humanos. Será que el país representa una versión muy caribeña de estos grandes principios universales. Cuando para pedir calma a quienes se manifiestan se convoca a la calle, y se excluye a quienes no profesan el mismo credo “revolucionario”, no se busca la paz sino se divide y se enfrenta a los hijos de una misma nación, iguales en dignidad y derechos. Cuando la espontaneidad lleva apellidos, y solo es bien valorada si califica a una parte reducida (que sabemos responde a órdenes, convocatorias y preparación previa) no se respeta la libertad sino se reduce a la cultura de los permisos. Cuando el perdón y la reconciliación no se tienen en cuenta, sino que se propicia el descrédito a través de campañas de difamación en los medios de difusión masiva y en las redes sociales, no se puede hablar de trabajar por los caminos de la paz, ni de receptividad de la crítica, ni de pluralismo y diversidad.

El derecho a la manifestación es legítimo en sociedades que han alcanzado su madurez política, y donde los representantes son elegidos libremente por los ciudadanos. Mismos que pueden expresar, a través de la palabra, la escritura o la manifestación pacífica el descontento popular. Parecía que en 2019, cuando entró en vigor la nueva Constitución de la República de Cuba, algunos derechos plasmados en ella podrían ejercerse con mayor facilidad. Los sucesos del 11J y las cifras de personas con las que las autoridades han confundido el derecho con el delito demuestran lo contrario.

El artículo 56 de la Carta Magna cubana vigente dice que: “Los derechos de reunión, manifestación y asociación, con fines lícitos y pacíficos, se reconocen por el Estado siempre que se ejerzan con respeto al orden público y el acatamiento a las preceptivas establecidas en la ley.” Pero sucede como tantos otros artículos comprendidos en el Capítulo de Derechos: pasan por un filtro, sufren una interpretación antes de su aplicación, dejan abierta una brecha para la manipulación. ¿Acaso manifestarse reclamando libertades y derechos fundamentales puede considerarse un fin ilícito? Si los palos y las armas para contrarrestar la marcha que crecía el 11J fueron entregados en los centros de trabajo a los revolucionarios “no confundidos”, que iban a enfrentar a sus compañeros “confundidos” ¿quién violó el artículo en lo referido al clima pacífico y al mantenimiento del orden público? Este artículo de la Ley de Leyes no se presta para ambigüedad, se aplica o no se aplica, y hay que reconocerlo: las manifestaciones en Cuba son reprimidas a como dé lugar, y luego son sucedidas por difamación, más censura y hasta juicios ejemplarizantes.

Por estos días un grupo de cubanos ha solicitado permiso para manifestarse pacíficamente en La Habana, como suele suceder en las sociedades democráticas. Veremos cuál será la respuesta a esta petición. Entretanto, no dudemos que la Patria es de todos, que todos los hijos de esta tierra tenemos derecho a tener Derechos, y que la libertad no se mendiga. Rezamos también para que todos los encarcelados del 11J pronto puedan estar fuera de prisión porque la verdad y la justicia siempre tienen la última palabra.

 


  • Yoandy Izquierdo Toledo (Pinar del Río, 1987).
  • Licenciado en Microbiología.
  • Máster en Bioética por la Universidad Católica de Valencia y el Centro de Bioética Juan Pablo II.
  • Máster en Ciencias Sociales por la Universidad Francisco de Vitoria, Madrid, España.
  • Miembro del Consejo de Redacción de la revista Convivencia.
  • Responsable de Ediciones Convivencia.
  • Reside en Pinar del Río.

Ver todas las columnas anteriores

Scroll al inicio