Por Néstor Pérez
La actual política del gobierno cubano muestra constantemente en los medios de comunicación su interés por el desarrollo agrícola en el país, para ello entre muchos de sus aspectos a mejorar, se encuentran los Contratos y el papel de la ANAP
Por Néstor Pérez González
La actual política del gobierno cubano muestra constantemente en los medios de comunicación su interés por el desarrollo agrícola en el país, para ello entre muchos de sus aspectos a mejorar, se encuentran los Contratos y el papel de la ANAP (Asociación Nacional de Agricultores Pequeños) enfocado hacia el proceso productivo.
De la intención a lo que muestra el presente cabe preguntar: ¿es real la aplicación política en esta dirección? ¿La ANAP, a qué intereses responde? Un ejemplo real entre tantos que suceden con frecuencia nos puede ayudar a pensar con respecto a los objetivos que se propone la máxima dirección del gobierno y sus resultados.
En el municipio de San Juan y Martínez, la empresa Hnos. Saíz realiza la contratación para frijol, cosecha 2012-2013 en mes de junio de 2012, en la que se da garantía de una canasta básica de insumos frente a la Cooperativa y al campesino, para un estimado de producción a acopiar de 22 quintales por hectárea, al precio de pago de $6,00 MN la libra de frijol negro con el secado, de obligatorio cumplimiento tal como establece el contrato.
A la altura de noviembre, ya en campaña productiva se informa por la Empresa y “dice, dice” que se varía el precio de compra pues: “Finanzas y Precios” ha dictaminado nuevos precios para 2013 que les disminuyen en $50,00 MN por quintal para todas las variedades de frijol a acopiar y en las mismas condiciones de secado para su precio inicial.
Según el director de la ANAP municipal, en reunión ordinaria de la asamblea de la cooperativa Rafael Morales el 20 de enero, “esta es una situación en la que no debe haber solución según lo contratado en cuanto a precio se refiere, pues es una resolución de nivel superior, que es ley aunque el contrato también lo sea y advirtió que el único destino legal para estas ventas es el Estado, otro camino es ilegal y severamente sancionado. De otro lado, la asesora jurídica piensa semejante al de la ANAP y expresa que “es la única cooperativa que mantiene desacuerdo expreso por sus campesinos”, que para este caso se encuentra frente a la solicitud individual de campesinos, y la ANAP como organización no ha expresado ningún interés en cuanto a demanda e inconformidad por esta violación del contrato.
Es decir, para esta situación podemos ver varios aspectos fundamentales que contradicen en la práctica el propósito de buscar el desarrollo agrícola, pues en este engranaje la estructura falla y la organización campesina reconocida oficialmente en este caso la apoya, quedando desprotegido e indefenso el campesino frente al poder del Estado y sus empresas como último eslabón de una cadena que sufre las consecuencias.
¿Cómo es posible que el Ministerio de Finanzas y Precios dictamine precios después de realizados los contratos en detrimento de los mismos, si ha sido tal como lo ha informado la Empresa? Solo para una producción de 20 toneladas, se dejaría de pagar a las familias campesinas, 22 mil pesos en nuestro municipio. ¿Cuánto más no se afectan los campesinos y sus familias en el resto de los municipios de Pinar del Río?
Esta ha sido sin dudas una arbitrariedad de la que está fuera el campesino como ente productivo. ¿Por qué sigue afianzando el criterio especialmente en los ejecutivos de la ANAP, de que la buena voluntad y disposición natural de nuestro campesinado ha de sujetarse a la arbitrariedad institucional, negociando siempre en nuestro detrimento?
Los que creen desde la oficialidad y sus estructuras que es posible alcanzar sus objetivos de desarrollo, deben ser más coherentes y creíbles respetando los contratos y su carácter de ley. Violarlos es una acción entonces inexplicable e injusta pues son acciones que vienen de una misma parte. Al igual, mostrar cuál es esa vía mediante la cual la ANAP puede fortalecer el desarrollo de sus fuerzas productivas, que no será sin dudas con un camino plegado al poder de las empresas, la convierte en un sindicato opresor de quienes representan.
El gobierno en su representación actual se ha sentido capaz de cambiar y anular, de abrir y cerrar viejas cosas que nos han regido durante 50 y más años, pero no ha renunciado a sus organizaciones e instrumentos para mantener su poder y omnipotencia. Si queremos el bien de Cuba no debemos esperar tanto, miremos especialmente aquellas voces que han sido y siguen siendo acalladas y con todas asumamos un auténtico protagonismo.
Debemos seguir trabajando y como campesinos creo que muchos estamos dispuestos a seguir haciéndolo, aún sujetos a la estructura vigente, pero sin dudas el propósito de un auténtico desarrollo agrícola que propone el gobierno junto al cambio de mentalidad exige que miremos más allá de lo que quieren que miremos y veamos.
Hay que cambiar de mentalidad, es una máxima que propone el gobierno y con la que coincido, pero no será posible mientras se mantengan bajo opresión todos los grupos, iniciativas y proyectos que piensan y proponen diferente. La búsqueda de este objetivo sin cambios estructurales continúa siendo retórica baldía, que oprime y hace lo peor de una Nación.
Los que trabajamos la tierra y nos empeñamos en lograr ese beneficio esencial que brinda la naturaleza, contamos para una Cuba mejor, los campesinos necesitamos crear algo que nos identifique, que nos permita ir más allá frente a los abusos de poder y la búsqueda de nuevos caminos.
Imaginemos que ese algo, llámese sindicato, hubiere visitado a cada campesino y dado fuerza a ese derecho que nos asiste por el contrato para una demanda conjunta frente a cada empresa. Sin dudas algo se movería.
La ANAP pertenece a ese viejo orden único y homogenizado. Quienes lo consideren, ojalá le dinamicen en su legítimo derecho como un instrumento eficaz en la defensa de los campesinos pero, nuevas formas e iniciativas deben surgir desde abajo, soberanas y con autonomía del poder. Sería y es sin dudas, la mejor forma de hacer realidad coherente los propósitos comunes de convertir a Cuba en una nación próspera y donde el campesinado cuente, para el gobierno vigente y los futuros que vinieran, como actor fundamental en nuestra sociedad. Bajo su situación actual permanece lejos este legítimo sueño. Hagamos algo por variarle.
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Néstor Pérez González. (Pinar del Río, 1983).
Obrero calificado en Boyero
Técnico Medio en Agronomía.
Campesino y miembro del Proyecto Rural “La Isleña”.