El color de la Navidad

Yoandy Izquierdo Toledo

Jueves de Yoandy

De niño recuerdo, entre los tantos villancicos que cantábamos, uno que repetimos cada año: “La Navidad será del color que tengas tú el corazón”. El texto, como la mayoría de los que se cantan alrededor de la fecha del nacimiento de Jesús, invita a la reflexión sobre el verdadero significado de la Navidad, más allá de las jornadas de celebraciones que no alcanzan a todos y más allá de las decoraciones con los escasos recursos que poseemos.

Si nos fijamos literalmente en lo exterior, partiendo de que la tradición navideña en Cuba, como la propia religión, fue prohibida durante décadas y luego declarado un Estado laico con algunos “permisos” que se confunden y aparentan cumplimentar el concepto y el derecho humano de libertad religiosa, podríamos decir que la Navidad es negra, como la oscuridad que nos acompaña en los apagones.

La falta de visión de un futuro luminoso podría opacar el sentido de esta fecha, desterrar la esperanza que necesitamos para el fatigoso camino que nos puede quedar por recorrer hasta alcanzar las metas más deseadas. Fijémonos que pluralizo: las metas más deseadas, las que justamente cada uno guarda en su corazón.

La metáfora utilizada en el estribillo del villancico, que relaciona el color del corazón y el modo de vida navideño, indica la diferencia que existe entre los colores cálidos (relacionados con la alegría, el calor humano, la generosidad, la amistad, el amor, el sentido de familia) y los colores fríos, que indican precisamente frialdad, soledad, hermetismo, desidia, falta de empatía, tristeza.

Una Navidad de color, contrapuesta a una Navidad sin color para resaltar que, más que una festividad, es un tiempo de oportunidades para renovar las esperanzas, cultivar el interior como la madre que da a luz y convertirnos en mejores personas.

Es por eso que me gusta el villancico, porque más allá del recurso literario en cada una de sus estrofas nos va presentando un valor esencial para vivir la Navidad.

¡Ay, que necesitados de ellos estamos los cubanos! Creo que es un villancico que puede ser cantado no solo por los cristianos, sino por agnósticos y ateos. A fin de cuentas, la Navidad es universal. Y si se decoran las casas, si se visten prendas de color rojo, si se confunde Santa Claus con los Reyes Magos, si le ponemos otros rostros a la Navidad olvidando la verdadera razón que es Jesús, algo podría salvar estas acciones y es, precisamente de forma indirecta, actuar como actuó el niño que nació por estas fechas.

La sugerencia directa de la letra es que la esencia de la Navidad se encuentra en el interior de cada persona, en el bien personal y en el bien común, en el conjunto de las acciones que realizamos para con los demás. Cada estrofa aborda un valor humano, comenzando por la honestidad. Este valor nos permite reconocer, en esta Navidad y siempre, nuestras faltas, hacer un examen de conciencia de nuestro “quehacer” y alejar la maldad de nuestras manos y de nuestras mentes.

Le sigue la referencia a la verdad, entendida en este caso desde dos puntos de vista: el primero desde el respeto a la verdad; y el segundo desde el compromiso con defender y descubrir la verdad. Y concluye con el don de compartir que permite no dar de lo que nos sobra, sino fraccionar nuestro propio pan para dar al que no tiene, aunque nos quede menos a nosotros mismos.

Si recompusiéramos la canción con las vivencias cubanas, aumentaría esa lista de valores sumando la justicia, la paz, el progreso, la libertad y muchos otros. Al presentarse estos valores como condiciones para poder “cantar”, se considera la Navidad no solo como una festividad, sino como una oportunidad para sensibilizarnos con los más necesitados ser mejores personas, practicar la empatía, compartir con los demás y vivir intensamente en la búsqueda y ejercicio de la verdad que nos hará libres.

El grito repetido en el citado villancico: “¡Calla! ¡No hay Navidad!”, viene a ser un llamado a la conciencia, recordándonos que sin las cualidades que dan sentido a la vida y no las cosas que hacen más linda la fiesta, todo pierde su significado.

Si bien es cierto que ahora mismo, en esta Navidad de 2024, Cuba vive sin la riqueza multicolor de los valores y las virtudes que conducen al verdadero desarrollo humano integral, no perdamos la esperanza de que siempre habrá Navidad. Con el corazón estrujado por los presos políticos, por las familias divididas a causa de la emigración, por las miserias materiales y espirituales, con todo eso, y más, llegue a todos mis mejores deseos de una ¡Feliz Navidad!

Cantemos todos:

La Navidad será del color que tengas tú el corazón.
La Navidad será del color que tengas tú el corazón.

Piensa, piensa, piensa
si es honrado tu quehacer.
Solo entonces podrás cantar.
Pero si descubres
que en tus manos hay maldad:
¡Calla! ¡No hay Navidad!

La Navidad será del color que tengas tú el corazón.
La Navidad será del color que tengas tú el corazón.

Mira, mira, mira
si respetas la verdad
solo entonces podrás cantar.
Pero si no sientes
lo que sufren los demás:
¡Calla! ¡No hay Navidad!

La Navidad será del color que tengas tú el corazón.
La Navidad será del color que tengas tú el corazón.

Solo, solo, solo
cuando sepas compartir,
solo entonces podrás cantar.
Pero si tus bienes
no los das a los demás.
¡Calla! ¡No hay Navidad!

La Navidad será del color que tengas tú el corazón.
La Navidad será del color que tengas tú el corazón.


Yoandy Izquierdo Toledo (Pinar del Río, 1987).
Licenciado en Microbiología por la Universidad de La Habana.
Máster en Bioética por la Universidad Católica de Valencia y el Centro de Bioética Juan Pablo II.
Máster en Ciencias Sociales por la Universidad Francisco de Vitoria, Madrid, España.
Miembro del Consejo de Redacción de la revista Convivencia. Responsable de Ediciones Convivencia.
Reside en Pinar del Río.

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