Ortega y Gasset hablaba del “hombre y sus circunstancias’’, es decir, el hombre y su entorno inmediato y cómo este puede afectar una determinada “visión de mundo’’. Algo así podría decirse de mi producción artística, entendiendo que nacer y vivir bajo un régimen autoritario signa y condiciona sino el ánimo de protesta, la más evasiva indiferencia. Mi obra, grosso modo, tiene que ver con la primera elección, el arte como un vehículo crítico y dilucidador de los procesos políticos que saturan y anulan la otredad y la libertad, finalmente.
La pintura me ha permitido recorrer tradiciones y servirme de su registro simbólico para dotar, en la medida de las posibilidades, de cierta universalidad un criterio que se origina en una realidad específica que tiene en Cuba y sus imaginarios, su origen. Es así como la filosofía, la teología, la metapolítica, etc., me permite crear un marco conceptual donde la indagación por la verdad en su dimensión ontológica supone un núcleo que lo permea todo. Indagación que se vuelve, también, multidisciplinar ya que el arte pero también la investigación teórica y la escritura me son afines como medios.