Editorial 31: El analfabetismo cívico y la educación para la libertad

“Ni habrá intelecto humano aislado, por enérgico y fecundo que sea,
que tuerza la marcha lenta y progresiva de los naturales elementos de la vida,
que van perfeccionándose y transformándose con la mayor elevación,
por la educación y la libertad del hombre;
que los derechos justos pedidos inteligentemente tendrán, sin necesidad de violencia, que vencer;
que el único modo eficaz de mejorar los males sociales presentes, por medios naturales y efectivos,
es el perfeccionamiento de la educación,
y la defensa ardiente de los derechos ennoblecedores y vitales
que van envueltos en el nombre general de libertad.”
(José Martí, Obras Completas. Tomo 5, p. 111)
En el 160 aniversario del nacimiento de José Martí, el Apóstol de la Independencia de Cuba, queremos seguir ideando el futuro, previéndolo y aportando lo que creemos y pensamos sea necesario para “el mejoramiento humano y la utilidad de la virtud” en esta Isla.
Una de las realidades más negativas presentes en Cuba, después de 54 años de adoctrinamiento ideológico y de un sistema pedagógico subordinado a un solo partido, es el analfabetismo cívico y político.
Peligros de hoy y de mañana
Esta deficiencia ética y educativa tiene decisivos impactos sobre el desarrollo humano de los cubanos y sobre la convivencia social de la Nación. Las consecuencias del analfabetismo cívico son, entre otras: un incoherente comportamiento social; ignorancia de los derechos humanos y deberes cívicos; la incapacidad de tomar las riendas del propio proyecto de vida; la frustración de no saber qué hacer con la libertad; el incremento de la violencia como método para la solución de los conflictos personales, familiares y sociales; la huida desesperada del país; el embotamiento de la capacidad para pensar e idear el presente y el futuro de la Patria; la anomia que embarga la voluntad para comprometerse aquí y ahora; la corrupción de sentimientos que invalida para amar de verdad; la prostitución de los principios por un materialismo de supervivencia o un consumismo sin ideales; la indiferencia ante las injusticias y las violaciones de la dignidad y los derechos humanos propios y ajenos; la abstención creciente en la participación ciudadana; la hipoteca de la propia soberanía personal por miedo o ignorancia; el individualismo del “sálvese el que pueda”; los nuevos autoritarismos que abusan de la ignorancia cívica y política de los demás; los arribistas y oportunistas que sacan provecho de la dejación de los derechos de sus compatriotas; y una larga relación de debilidades personales, familiares, éticas y sociales que hemos llamado, de forma genérica pero real, como el daño antropológico del totalitarismo y paternalismo de Estado.        
¿Qué hacer frente al analfabetismo ético, cívico y político?
La simple lectura de este diagnóstico pudiera desanimarnos y lesionar nuestra fe en que los cubanos podamos resolver nuestros propios problemas. No es ese nuestro propósito ni nuestra tarea. Al contrario, solamente constatamos esta sajadura abierta en el cuerpo de la Nación para poder curar la herida, oxigenarla, ponerle tratamiento curativo, no paliativo, y para contribuir a la toma de conciencia de nuestros conciudadanos sobre este estropicio social del que muy pocos hablan, muchos menos estudian, y casi nadie trabaja para curarlo.
Tenemos la convicción de que el analfabetismo cívico y ético no solo es un problema grave de hoy, sino que será, quizás, la raíz de todos los quebrantos del mañana. Sin educación ética, cívica y política no hay Nación viable, ni Estado moderno, ni desarrollo humano integral, ni relaciones internacionales pacíficas y mutuamente ventajosas.
Dos escenarios: educar para la confrontación o educar para la libertad y la corresponsabilidad
Vislumbramos dos escenarios posibles: una acción urgente de educación para la libertad, la responsabilidad y el compromiso democrático que respete la diversidad, la alternancia en el poder, el pluralismo político, la iniciativa económica, la justicia social, la participación de todas las partes, la defensa y la promoción de los derechos humanos y los deberes cívicos, o la violencia irrefrenable, que nadie quiere, pero que poco hacemos para evitarla y a la que mucho contribuye el clima de crispación y confrontación entre cubanos que piensan y actúan de forma diferente.
Entonces, en el 160 aniversario del natalicio de Martí creemos que es un deber ciudadano, por lo menos, preguntarnos: ¿Qué hacer para sanar de raíz el analfabetismo y la abstención cívica y política, esta dolencia humana profunda causante de tal decadencia comunitaria?
El perfeccionamiento de la educación, y la defensa ardiente de los derechos ennoblecedores y vitales
El propio Martí nos lo describió cuando edificaba los fundamentos de la nación cubana:
Por educación se ha venido entendiendo la mera instrucción, y por propagación de la cultura la imperfecta y morosa enseñanza de modos de leer y de escribir. Un concepto más completo de la educación pondría acaso rieles a esta máquina encendida y humeante, que ya viene rugiendo por la selva, como que trae en sus entrañas los dolores reales, innecesarios e injustos de millones de hombres. Y sería entonces mensajera de vida aquella que ¡guárdenos Dios! se viene encima, a son de tambor de odio, con todos los arreos salvajes de la guerra. (José Martí, Obras Completas. Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 1975. Tomo 5, p.102).
En Cuba se ha presumido durante décadas de un sistema de educación que se parece más a la instrucción inducida y a la propaganda de una cultura imperfecta, que a esa escuela pedagógica martiana que compara a la educación con rieles para las entrañas de los odios y la haría “mensajera de la vida”. Pero el Apóstol de nuestra libertad profundiza en ese peligro de las masas enardecidas:
Y como no hay nada más temible que los apetitos y las cóleras de los ignorantes; como en ejército de fieras de los bosques quedan trocadas, cuando pierden el miedo que las enfrena, las grandes masas adoloridas, ineducadas, envidiosas y deseadoras de las grandes ciudades, es consejo de higiene nacional, y elemental precaución pública, sobre ser dulcísima obra que consuela y engrandece al que la hace y suaviza y eleva al que la recibe, promover y por todas las vías auxiliar una verdadera, útil, aplicable educación pública. Todo hombre es una fiera dormida. Es necesario poner riendas a la fiera. Y el hombre es una fiera admirable: le es dado llevar las riendas de sí mismo. (José Martí, Obras Completas. Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 1975. Tomo 5, p.110).
Un itinerario martiano para la educación cívica
He aquí un verdadero programa martiano de educación ética y cívica:
 Este tipo de educación es, además, consejo de higiene nacional y precaución pública.
 Es dulcísima obra que engrandece al que la hace y suaviza y eleva al que la recibe.
– Esta verdadera educación pública no pone riendas al hombre sino que le enseña a llevar las riendas de sí mismo.
Sigamos en esta escuela martiana de civismo y eticidad, “apenas intentada por los hombres”:
La educación suaviza más que la prosperidad: no esa educación meramente formal, de escasas letras, números dígitos y contornos de tierras, que se da en escuelas demasiado celebradas y en verdad estériles, sino aquella otra más sana y fecunda, no intentada apenas por los hombres, que revela a éstos los secretos de sus pasiones, los elementos de sus males, la relación forzosa de los medios que han de curarlos al tiempo y naturaleza tradicional de los dolores que sufren, la obra negativa y reaccionaria de la ira, la obra segura e incontrastable de la paciencia inteligente. (José Martí, Obras Completas. Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 1975. Tomo 5, p.101).
Que el hombre y la mujer, es decir, toda persona humana, tome las riendas de sí mismo conlleva en la educación para la libertad que nos sugiere Martí estos otros componentes éticos:
 revelar los secretos de las pasiones humanas,
 descifrar los elementos de sus males,
 educar en la relación forzosa de los medios que han de curarlos al tiempo
 descubrir la naturaleza tradicional de los dolores que sufren,
 denunciar la obra negativa y reaccionaria de la ira,
 educar para la obra segura e incontrastable de la paciencia inteligente.
Queremos dejar que sea el mismo Martí quien nos enseñe este largo itinerario educativo que da columna vertebral a los ciudadanos para superar el peligroso analfabetismo cívico y político y la falta de eticidad:
Definir es salvar
– Definir es salvar. Poner al hombre a solas consigo mismo;
– dejarle en el oído, con solicitud de mensajero celeste, sus propios pensamientos;
– descorrer ante sus ojos con manos piadosas las cruces melancólicas, los lagos de sangre, el tenebroso descanso, el retardamiento de liberación, con que castiga la razón universal a los impacientes que quieren violentar su firme y progresivo desarrollo;
– encorvarse sobre la silla en que medita, … a explicarle que la tierra fermenta como el mosto en la cuba y la harina en la artesa -que la verdad, una vez despierta, no vuelve a dormirse- que el espíritu, más vasto que el mar, ni se seca ni se evapora, ni cesa de querer, ni ceja en lo que quiere, y puesto a la conquista de un derecho, mina como la ola salada del mar mina las rocas, esos derechos de convención fortalecidos por los siglos, y acorazados por pechos que el amor al lujo y el desentendimiento criminal de los dolores ajenos petrifica;
– explicarle que, sin que su trabajo rudo le dé acaso ocasión ni tiempo de entenderlo, o su soledad de verlo, o su ira de reconocerlo, está en pie y lleva estandarte de victoria el ejército que ha de redimir en años breves de su melancólica suerte a aquellos hijuelos abandonados que crecen de él como de vid cansada pálidos racimos;
– mostrarle, como quien muestra alba formidable, llena toda de bandas de batalla y espíritus alegres, la cohorte de hombres generosos; ungidos con el óleo blanco de las santas guerras, levantados a una, con ese ardiente ímpetu humano que parece divino, al logro justo de una vida espiritual, feliz y sensata que acelere en la obra del Universo la muerte de la fiera y el triunfo del ala;
– descubrirle ¡oh qué razón de orgullo y prenda de esperanza! a esos fervientes trabajadores del amor, a cuyo empuje poderoso,… desaparecen en giros diabólicos los encarceladores del alma, y gozadores ociosos de inmerecida riqueza;
– enseñarles, ¡oh qué espectáculo soberbio, digno de Dantes y de Tassos nuevos! esos analizadores del cuerpo social, descubridores de leyes universales, señaladores de remedios eficaces y ciertos -aunque al principio de efecto invisible- reveladores de la naturaleza complicada de los pueblos, verdades que surgen de la marcha simultánea de sus elementos diversos, y necesidad de ajustar a ellas -para que no mueran, como feto sacado del seno materno- las reformas más urgentes;
 revelar, en suma, la ley ineludible, la razón triunfante, el porvenir seguro, la esterilidad de la precipitación, la reacción que acarrea la rebelión inculta, el triunfo definitivo de la calma activa, -es ser caballero de los hombres, obrero del mundo futuro, cantor de alba, y sacerdote de la Iglesia nueva. (José Martí, Obras Completas. Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 1975. Tomo 5, p. 102-103).
Todos los cubanos y cubanas, y no solo los educadores, todos los que vivimos aquí y los que trabajan y aman a Cuba desde la Diáspora, debemos ser obreros de ese mundo futuro y sacerdotes de esa comunidad cívica que debemos construir tejiendo convivencia y educando para la democracia.
Distinguir Ciudadano, Patria, Nación y Gobierno
Para llevar a cabo este programa de educación para la libertad y la responsabilidad es necesario, primero que todo, dejar definidos cuatro conceptos básicos y diferentes, fundamento y fin de toda educación cívica y política. Martí dice que definir es salvar. Definamos estos cuatro pilares del civismo que por muchos años se han confundido y suplantado en Cuba:
El ciudadano: Se pide alma de hombres a aquellos a quienes desde el nacer se va arrancando el alma. Se quiere que sean ciudadanos los que para bestias de carga son únicamente preparados. ¡Ah! las virtudes se duermen, la naturaleza humana se desfigura, los generosos instintos se deslucen, el verdadero hombre se apaga. Aire de ejemplo, riego de educación necesitan las plantas oprimidas. La libertad y la inteligencia son la natural atmósfera del hombre. (José Martí, Obras Completas. Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 1975. Tomo 7, p.157).
Patria es algo más que opresión, algo más que pedazo de terreno sin libertad y sin vida, algo más que derecho de posición a la fuerza. Patria es comunidad de intereses, unidad de tradiciones, unidad de fines, fusión dulcísima y consoladora de amores y esperanzas. (José Martí, Obras Completas. Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 1975. Tomo 1, p 93).
Nación, no es el conjunto de hombres febriles e indiferentes en una tierra en que han nacido de ocasión, o viven de poco ha, sin más intento que el acaparar prestos la mayor suma de fortuna, sino aquella apretadísima comunión de espíritus, por largas raíces, por el enlace de las gentes, por el óleo penetrante dar los dolores comunes, por el justísimo vino de las glorias patrias, por aquella alma nacional que se cierne en el aire. (Cf. José Martí, Obras Completas. Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 1975. Tomo 10, p. 157).
El gobierno de un pueblo es el arte de ir encaminando sus realidades, bien sean rebeldías o preocupaciones, por la vía más breve posible, a la condición única de paz, que es aquella en que no hay un solo derecho mermado. (José Martí, Obras Completas. Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 1975. Tomo 3, p. 304). El gobierno es un encargo popular: dalo el pueblo; a su satisfacción debe ejercerse; debe consultarse su voluntad; según sus aspiraciones, oír su voz necesita, no volver nunca el poder recibido contra las confiadas manos que nos lo dieron, y que son únicas dueñas suyas. (José Martí, Obras Completas. Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 1975. Tomo 6, p. 264).
Hacia una república cordial… de sincera democracia
No es nada nuevo en el tiempo lo que propone Martí como “umbral” para Cuba. Lo nuevo es el diseño que los cubanos le demos a esa puerta. Fijémonos en el proyecto martiano.
Fundar la patria, una, cordial y sagaz, disponiéndose para salvarse de los peligros internos y externos que la amenazan, y sustituir el desorden económico en que agoniza por un sistema de Hacienda Pública que abra al País, inmediatamente a la actividad diversa de sus habitantes…” “Fundar en el ejercicio franco y cordial de las capacidades legítimas del hombre, un pueblo nuevo y de sincera democracia, capaz de vencer, por el orden del trabajo real y el equilibrio de las fuerzas sociales, los peligros de la libertad repentina en una sociedad compuesta para la esclavitud. (José Martí, Obras Completas. Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 1975. Tomo 1, p. 279-280).
No se trata solo de un cambio político o económico, es sobre todo, un cambio de mentalidad, un cambio en la escuela pedagógica de una educación manipuladora a una educación liberadora. Se trata de una profunda renovación en la estructura social, buscando el protagonismo de la sociedad civil, nuevo nombre de la democracia. Dice Martí: No es tanto el mero cambio político como la buena, sana, justa y equitativa constitución social, sin lisonjas de demagogos ni soberanía de potentados. (José Martí, Obras Completas. Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 1975. Tomo 20, p. 345).
El peligro de los complejos de subalternidad y la tentación de dependencia política o económica de una nación extranjera eran ya realidades cercanas a Martí. A 160 años de su natalicio, Cuba ha pasado de España a Estados Unidos, de la Unión Soviética a Venezuela. Sean cuales fueren las motivaciones ideológicas, políticas, económicas o culturales, es un tremendo desafío del mañana encontrar un sano equilibrio entre identidad propia e intercambio cultural, entre integración regional y conservación de la soberanía. Así nos alerta el soñador de “nuestra América”:  
Cuando un pueblo cercano a otro puede verse en ocasión por el extremo de su angustia política o por la fatalidad económica, de desear unir su suerte a la nación vecina, debe saber lo que la nación vecina piensa de él. (José Martí, Obras Completas. Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 1975. Tomo 1, p. 231).
Algunos cubanos quieren viajar a otros países para conseguir los bienes materiales que aquí no puede conseguir a causa de nuestros propios errores y los del sistema económico y político en que vivimos. Algunos quieren ir a otros países para vivir mejor, antes que resolver los problemas de su propio país. Martí nos dice que no es tiempo de lucir nuevos materialismos y consumismos sino de dedicarnos a preparar lo venidero para que cada cubano pueda encontrar aquí lo que ahora busca fuera:
Ser cubano ahora no es gualtrapear y ventanear, ni encintarse el pie… El cubano ahora ha de llevar la gloria por la rienda, ha de ajustar a la realidad conocida el entusiasmo, ha de reducir el sueño divino a lo posible, ha de preparar lo venidero con todo el bien y el mal de lo presente, ha de evitar la recaída en los errores que lo privaron de la libertad, ha de poner la Naturaleza sobre el libro. Ferviente ha de ser como un apóstol; y como un indio, sagaz. De todas las sangres estamos hechos, y hay que buscar al compuesto modos propios. (José Martí, Obras Completas. Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 1975. Tomo 5, p. 196).
De la queja a las propuestas
El desafío presente para el hombre cívico no es la queja inútil, ni el lamento estéril, ni la huida sin rumbo: sobre lo bueno y lo malo del presente hay que preparar lo venidero sin recaer en los errores que nos han hecho menos libres. Y esto sin violencias ni sinrazones. Los caminos pacíficos y dialogantes son los únicos que desplegarán la victoria duradera, no de unos sobre otros, sino del bien de Cuba sobre el mal de los cubanos:
Quiero que el pueblo de mi tierra no sea…una masa ignorante y apasionada, que va donde quieren llevarla, con ruidos que ella no entiende, los que tocan sobre sus pasiones como un pianista toca sobre el teclado. El hombre que halaga las pasiones populares es un vil—El pueblo que abdica del uso de la razón, y que deja que se explote su país, es un pueblo vil. Yo no necesito ganar una batalla para hoy; sino que, al ganarla, desplegar por el aire el estandarte de la victoria de mañana, una victoria sesuda y permanente, que nos haga libres de un tirano, ahora y después. (José Martí, Obras Completas. Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 1975. Tomo 22, p. 73).
Hace 20 años, en Pinar del Río, surgió una pequeña obra de educación para la libertad y la eticidad: el Centro de Formación Cívica y Religiosa (1993-2007) su obra es continuada de cierta manera por el proyecto Convivencia (2007-2013). Otras iniciativas en Cuba también han contribuido a tratar de erradicar el analfabetismo cívico. Son luces en la oscuridad.
En el aniversario del nacimiento de José Martí, hombre pleno, edificador de la libertad, educador para la responsabilidad y adelantado visionario del mañana, debemos continuar y aplicar a las realidades de hoy, su imperecedera pasión por una educación cívica que ponga en manos de cada cubano y de toda la Nación las soberanas riendas de su propia vida.
Pinar del Río, 28 de enero de 2013
160 aniversario del Natalicio de José Martí
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