El 10 de octubre: memoria y vigencia

Yoandy Izquierdo Toledo
Jueves de Yoandy

El 10 de octubre de 1868 sonó por primera vez la campana de la libertad en Cuba. A lo largo de la historia de los pueblos la libertad ha sido una aspiración y una conquista de cada persona y de cada nación.

La libertad es un don de Dios a cada persona humana. Nadie la concede, ninguna ley la otorga. Las leyes solo pueden crear el marco jurídico para garantizar que sea respetada. El Papa Benedicto XVI en su recordada visita a Cuba expresó: “Dios respeta tanto la libertad del hombre que parece que la necesita”.

Dios, hablando en sentido estricto, no necesita nada, precisamente porque es Dios. Pero el Papa teólogo ha querido decir que parece necesitarla porque, siendo Dios, nos ha creado a todos los seres humanos libres. Y Dios no puede quitar esa esencia de nuestra humanidad.

Y si Dios respeta la libertad de cada persona ¿quiénes somos nosotros para restringirla, negarla o reprimirla?

En Cuba, cada 10 de octubre, regresa a nuestra reflexión la necesidad de libertad interior y de libertades civiles, políticas, económicas, culturales y sociales que tienen todo hombre y mujer. No importa su edad, su sexo, sus creencias, sus ideas políticas, toda persona ha nacido libre y debe gozar de la libertad de los hijos de Dios durante toda su vida en todo país y circunstancia.

Esta reflexión nos lleva a preguntarnos:

¿En Cuba tenemos libertad interior, es decir, somos, sentimos, creemos, decimos y actuamos coherentemente con lo que pensamos?

¿Las leyes respetan y garantizan todas esas libertades en Cuba hoy?

¿Las autoridades y agentes del orden cuidan de que todos respeten las libertades de los demás?

¿El Estado, el ejército y las demás fuerzas oficiales son custodias y garantes de las libertades individuales y de los grupos de la sociedad civil?

Y nosotros, los ciudadanos que también somos responsables unos de otros, ¿cuidamos de no violar los derechos y el ejercicio de las libertades de los demás ciudadanos?

Todos sabemos que en Cuba hay una severa restricción de todas las libertades inherentes a todo ser humano. Que Cuba necesita del espíritu de La Demajagua. No para iniciar una guerra, porque los tiempos y los métodos han cambiado y no debemos regresar a la violencia y a la muerte.

El espíritu del 10 de octubre es el ansia de libertad, de felicidad, de desarrollo humano integral y pleno.

El espíritu de La Demajagua es que todo ciudadano, no importa el color de su piel, ni la forma de pensar o creer, debe ser libre, debe ser respetada su dignidad plena, y tiene derecho a gestionarse su propio progreso personal sin que nadie decida por nosotros, sin que ninguna ley ni fuerza humana reprima nuestras ansias de libertad.

Los hombres y mujeres que nos dieron Patria y Vida contaron con Dios para construir esta Nación. Los cubanos y cubanas de hoy no debemos sacar a Dios de nuestras vidas ni de la sociedad en la que vivimos. Cuando se saca a Dios de nuestra existencia nuestras vidas se empobrecen. Cuando sacamos a Dios de nuestra sociedad matamos el Alma de la Nación y empobrecemos la vida y la existencia humana.

Por eso coincido con el artista cubano Yotuel que ha extendido hace poco el alcance del lema convertido en canción. Concuerdo con que el mejor garante de la Patria y de la vida es el Dios, al que invocaron nuestros patricios desde el
principio.

Por eso, un día como el 10 de octubre del año más difícil de las últimas décadas en Cuba, debemos decir y rezar con toda persona de buena voluntad por Cuba, por su libertad: Dios, Patria y Vida.

¡Que así sea! ¡Y pronto!

 


  • Yoandy Izquierdo Toledo (Pinar del Río, 1987).
  • Licenciado en Microbiología.
  • Máster en Bioética por la Universidad Católica de Valencia y el Centro de Bioética Juan Pablo II.
  • Máster en Ciencias Sociales por la Universidad Francisco de Vitoria, Madrid, España.
  • Miembro del Consejo de Redacción de la revista Convivencia.
  • Responsable de Ediciones Convivencia.
  • Reside en Pinar del Río.

 

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