Educación pura, esmerada y constante

Jueves de Yoandy

Hace pocos días ha iniciado el curso escolar 2019 – 2020 en Cuba. No hablaré de los múltiples debates que han surgido a raíz de las declaraciones de funcionarios del Ministerio de Educación, ni de los mensajes de “bienvenida” del claustro de maestros. Quisiera abordar, brevemente, lo que considero más importante para la educación en Cuba: la calidad en la enseñanza.

La calidad requiere de múltiples factores integrados. En primer lugar, la vocación, que se mezcla o se confunde, en la actualidad, con los incentivos. He escuchado también por estos días, las historias de maestros que, habiendo dejado el sector educativo hace un tiempo, han vuelto a vincularse ante los anuncios del aumento salarial. Por otro lado, se intenta incrementar el número de maestros eliminando el servicio militar obligatorio para los varones que obtengan esta carrera universitaria. Evidentemente, estos móviles para impartir la docencia no son los necesarios e implican que la preparación de los educadores no siempre sea la correcta.

Consabidas son las carencias materiales que existen, a pesar de que en la fase preparatoria del curso escolar abundan en los medios las noticias y declaraciones que aseguran la disponibilidad de recursos “materiales”. Luego vives de cerca las experiencias que demuestran que, por ejemplo, un libro de Historia de Cuba debe ser compartido por dos o más estudiantes, o que el libro de lectura está en muy mal estado, y los padres deben repararlo y reproducir algunas páginas que faltan. Pero más importantes y decisivas en la formación de los educandos son las carencias espirituales. La formación en valores, el cultivo de los modales y las buenas costumbres, la garantía de un proceso de enseñanza-aprendizaje basado en la interacción alumno-maestro-familia que conforman una comunidad educativa, deben ser las directrices de la educación en Cuba.

Ese cultivo de valores y tradiciones al que me refiero debe estar aislado de todo tipo de ideología, una labor díficil y casi perenne en cada sector de funcionamiento de la sociedad cubana. Para enseñar Historia de Cuba o Educación Cívica, no es necesario reducirlo todo a la etapa de la revolución en el poder, ni indicar menos horas – clase al resto de los momentos que forman parte del surgimiento y formación de la nacionalidad y Nación cubanas, ni reforzar únicamente los conceptos de continuidad, diferendo EE.UU. – Cuba, ni priorizar, visible e intencionadamente, unas figuras históricas sobre otras.

Desligar instrucción de ideología continúa siendo una meta a alcanzar. Recientemente he leído en un cuaderno de trabajo de escritura, entre la oraciones para repetir, “Luchamos y cantamos”. Debemos dejar el recuento épico, para llevar a nuestros niños, desde las etapas iniciales de su proceso de aprendizaje, los conceptos claros, las ideas simples y, sobre todo, una educación esmerada, a la altura de estos tiempos, pero sin sesgos ideológicos. La educación debe ser pura, esmerada y constante. Trabajemos todos, maestros, padres, familiares y sociedad en general, para que desde la base crezca la calidad del proceso educativo en Cuba.

 

 


  • Yoandy Izquierdo Toledo (Pinar del Río, 1987).
  • Licenciado en Microbiología.
  • Máster en Bioética por la Universidad Católica de Valencia y el Centro de Bioética Juan Pablo II.
  • Máster en Ciencias Sociales por la Universidad Francisco de Vitoria, Madrid, España.
  • Miembro del Consejo de Redacción de la revista Convivencia.
  • Responsablede Ediciones Convivencia.
  • Reside en Pinar del Río.

 

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