“La Luz del mundo”. Pintura digital de Sara Camps.
Se acercan las tradicionales celebraciones de Navidad, fin de año y Reyes Magos. Todas salidas de la herencia cristiana de nuestra cultura cubana. Celebramos el nacimiento de Jesucristo, el fin de un tiempo y la apertura del año nuevo y la Epifanía, la manifestación de Cristo a todas las culturas y naciones representadas por los tres “reyes” magos venidos de diferentes nacionalidades.
La pregunta que enseguida viene en nuestro interior es ¿Hay algo que celebrar en Cuba al final del terrible año de 2023?
Algo que muere en Cuba
- Muere la esperanza de muchos en que esto va a cambiar. Desaliento que se contagia de conversación en conversación.
- Muere lo que queda de mito y mentira con relación al proyecto que nunca fue lo prometido y que ahora se presenta ya en toda su mentira expuesta al sol de las penurias.
- Muere la familia, que se desintegra, se dispersa, en un éxodo masivo jamás visto con estas dimensiones y desespero. Imparable. Desangrante de lo mejor de Cuba.
- Muere el sentido del trabajo aunque se pasa más trabajo para vivir que nunca antes. Vivir de las remesas y del negocio sucio y del robo, desvanece el verdadero sentido del trabajo humano que es, o debería ser, una forma eminente para lograr no solo el sustento y una vida digna, sino que debía ser una puerta para el desarrollo humano pleno y feliz.
- Muere el sentido de los estudios como forma de superarse, de prepararse para una vida profesional al servicio de la familia y de la nación. Hay un éxodo de los estudios porque dicen los que lo abandonan que para qué estudiar.
- Muere la espiritualidad y la religión a manos de la superstición y el fanatismo. Es un desastre viejo según el Padre Varela, pero hoy adquiere ribetes de muerte y confusión. Las supersticiones son un cáncer que descompone el alma de los pueblos.
- Muere la economía que hace tiempo estaba en estado terminal. Mientras unos pocos, privilegiados y fieles a una ideología, inventan la forma de coger más en la “piñata” del desastre o “permiten” que algunos ingenuos se conformen con las migajas que caen del banquete de la nueva clase convertida en “empresarios”: las supuestas “Mipymes”, que son verdaderos islotes de prebendas en medio de un mar de miseria sin libertad de empresa, ni de mercado, ni de nada.
- Muere la política convertida en circo y en simulación. La desfiguran bajo la letanía de que “la política es sucia”, de que “todos son iguales de corruptos y caciques”, de que es mejor “no meterse en política”. Las alianzas con otros regímenes autoritarios dan el tiro de gracia al concepto de lo político. El régimen se conjura con lo peor del mundo.
- Muere la sociedad, empujada por la necesidad y por la ideología impuesta y excluyente, hacia una “cochambre existencial”, mugre que se acumula y casi borra la bondad, la belleza y la verdad de nuestra cultura, y en ella, nuestra decencia y costumbres, nuestra eticidad y religión.
- Muere, en fin, la misma persona humana, se asfixia el ciudadano, víctima del daño antropológico causado por el totalitarismo y que consideramos el mayor desastre de los últimos 60 años.
A pesar de los pesares: Navidad
Como en aquel tiempo del nacimiento de Jesús en Belén, la noche es más fría y oscura, reinan los apagones sin ver la luz al final del túnel, no hay hospedaje para Jesús y sus valores ni en muchos que han perdido toda fe, ni en las instituciones que se secan y se corrompen por cerrar la puerta a ese “sol del mundo moral” que es la justicia, como decía Luz y Caballero: “Antes quisiera ver yo desplomarse, no digo las instituciones de los hombres, sino las estrellas del firmamento, que ver caer del pecho humano el sentimiento de la justicia, ese sol del mundo moral.”
Como en los tiempos de Jesús, Herodes vigila, persigue, mata. Como en tiempos de Jesús, el resto del mundo no se entera de lo que pasa en aquel pequeño país de Israel. Como en tiempos de Jesús, los pastores que acampan a la intemperie duermen o tienen miedo.
Pero, a pesar de los pesares, Jesús nació en medio de la pobreza y la necesidad. Así fue la primera Navidad que transformó el mundo y trajo una nueva era.
Por eso creemos que en la Cuba en crisis total de 2023 sí hay razones para celebrar la Navidad con el alma y el corazón, aunque no haya nada, aunque falte la luz y el agua, aunque falten la comida y los medicamentos, aunque falte la decencia, la vergüenza, la verdad, la justicia y la paz.
- Debemos celebrar la Navidad, el nacimiento del único Salvador y Mesías, precisamente para proclamar que ningún político, ningún caudillo, ningún líder, en ninguna parte de este mundo, es ni será ni “mesías”, ni “salvador”. El caudillismo, el mesianismo y el populismo, deben ser desterrados para siempre de Cuba.
- Debemos celebrar la Navidad, con lo que tengamos dentro, para que caigan de una vez, los mitos y engaños que han traído la oscuridad a Cuba.
- Debemos celebrar la Navidad para reunir a la familia, para reconstruir los lazos de amor y perdón que la une a pesar del éxodo que nos separa. Para que estas fiestas, en medio de la nada, nos hagan aprender al fin que es más importante el amor, la justicia, la verdad, la libertad, que el lechón, que el congrí, que el arbolito y todo lo material.
- Debemos celebrar la Navidad para que recobremos el sentido del trabajo, para hacer los cambios necesarios y urgentes para que cada familia cubana pueda vivir decorosamente con el salario que gane.
- Debemos celebrar la Navidad para que Cuba cambie hacia la libertad y la democracia que harán que sus jóvenes regresen, recuperen el sentido del estudio y le vean futuro a sus proyectos de vida aquí en Cuba.
- Debemos celebrar la Navidad para que la economía y la política cambien y se pongan al servicio de los ciudadanos y no al revés. Para que la ética sane nuestras corrupciones y desvaríos de simulación y engaño que venden el alma para no perecer bajo la represión.
- Debemos, en fin, celebrar la Navidad porque es la fiesta del nacimiento del verdadero hombre nuevo que es Cristo. Para que se cumpla en Cuba, en cada cubano, este trascendental intercambio de sanación del daño antropológico que refleja la oración del día de Navidad:
“Oh Dios nuestro, que admirablemente creaste la naturaleza humana y, de modo más admirable la restauraste; concédenos compartir la vida divina de tu Hijo, como Él compartió nuestra condición humana.”
En esta plegaria está nuestro mejor mensaje y deseos para todos los cubanos en esta Navidad de 2023:
Que los cubanos, renovados por esta nueva y eterna esperanza en lo que verdaderamente vale y perdura, comencemos a sanar el daño antropológico que nos ha causado el totalitarismo y que, desengañados de toda mentira, reconstruyamos nuestra humanidad dañada y reconstruyamos nuestro país, poniendo la reconstrucción de Cuba definitivamente en los valores que no engañan: la libertad, la justicia, la verdad, el amor y la paz.
Solo entonces podremos proclamar, en libertad, con el alma henchida, lo que ahora a golpe de esperanza, decimos con perseverante y fiel convicción:
Feliz Navidad para todos los cubanos en la Isla y en la Diáspora.
Que el año 2024 sea el año nuevo de verdad.
Pinar del Río, 20 de noviembre de 2023