EDITORIAL 79: 2021: CAMBIO CON LIBERTAD Y RESPONSABILIDAD

Foto tomada de internet.

El año que ha comenzado es, quizá, un año sin retorno para Cuba. Durante décadas comenzamos cada enero con la esperanza de que fueran, en esos años, los tan necesarios cambios en lo político, lo económico y lo social. Pero en este año se han alineado una serie de condiciones, algunas nuevas y otras que ya se habían producido en “períodos especiales” anteriores.

Lo peculiar y nuevo de este año es la “alineación de los astros”, la acumulación de circunstancias que suman el impacto de cada una por separado, y que algunos economistas y sociólogos llaman “tormenta perfecta” refiriéndose a la conjunción de situaciones que son sinérgicas entre sí y que, juntas, producen un efecto multiplicador.

Análisis de la realidad interna

Entre esas circunstancias podemos mencionar:

  • La maduración progresiva de la sociedad civil cubana y la diferenciación de sus roles.

 

  • El desgaste terminal del proyecto político y el reemplazo generacional irreversible.

 

  • Un modelo económico ineficiente y subsidiado exteriormente que está feneciendo a manos de un paquete de medidas de ajuste neoliberal.

 

  • Las medidas de un paquetazo económico que, eufemísticamente, ha sido llamado “Tarea Ordenamiento”, que no intentan ordenar lo que el mismo Estado desordenó una y otra vez, a lo largo de seis décadas, sin resultados sostenibles, sino que son los cambios retardados hasta el desespero y que están obligados a realizar ahora.

 

  • Los cambios que a largo plazo pudieran ir en la dirección correcta, es decir, hacia una economía de mercado, ocurren no por voluntad sino obligados porque se cierran todos los subsidios externos, se ha producido una crisis-sobre-crisis agravada por la pandemia, y la desesperación de la gente llega a límites peligrosos, todo lo que significa que las transformaciones económicas que se vienen identificando como de absoluta necesidad hace décadas, se comienzan a aplicar en el peor momento imaginable, con el mayor riesgo posible y en las condiciones nacionales e internacionales, menos favorables.

 

  • La transformación económica, a medias, sin soltar bloqueos y amarras por parte del Estado, y con cuatro años de presiones externas, se ha traducido en una tardía terapia de choque que intenta resolver la irrentabilidad de la insostenible empresa socialista a cargo de los bolsillos de todos los ciudadanos con la subida de precios desorbitada e irracional.

 

  • La carga sobre los hombros de los ciudadanos, que no han sido los culpables de esta crisis-sobre-crisis, busca evitar la quiebra, el colapso y el cierre de la mayoría de las empresas estatales socialistas, posponiendo una vez más la liberación de las fuerzas productivas con la libertad de empresa y propiedad privadas, el no otorgamiento de la personalidad jurídica a la empresa privada y a asociaciones de la sociedad civil emprendedora.

 

  • El “paquetazo económico” está haciendo a los pobres más pobres, a los vulnerables más desamparados.

 

  • Todos los cubanos sufrimos la carga de un engendro experimental entre lo peor del capitalismo primitivo, y lo peor del llamado “socialismo” centralizado y estatalizado.

 

  • Crece el malestar y la crítica. Las propuestas de cambios estructurales sistemáticos y coordinados se reiteran. La credibilidad disminuye a niveles antes impensables.

 

  • La desconexión del ciudadano común con las autoridades que deciden, informan e imponen, es cada vez más, un abismo insalvable.

 

  • Los poderes que deciden, en la más cerrada cúpula, se alejan cada vez más no solo del utópico proyecto que dijeron perseguir, sino del mismo pueblo que durante más de medio siglo proclamaban como el destinatario y beneficiario de un sistema “de los humildes, con los humildes y para los humildes”.

 

  • Ahora los humildes son los mayores afectados de un nuevo modelo que impone más cargas, manteniendo atadas las manos y los pies de los emprendedores cubanos.

 

  • La represión aumenta, se viola el ya reducido marco jurídico creado por los responsables de que no se viole. La indefensión jurídica del discrepante es desenfadada y creciente. Este camino termina mal en el presente, y sienta el peor precedente para un mañana de justicia y reconciliación nacional.

 

  • Está claro que en el cronograma del ejercicio legislativo el gobierno cubano ha comenzado y priorizado las leyes que se refieren a las estructuras del Estado, dejando para “más adelante” aquellas que reconocen los derechos y deberes de los ciudadanos, implementan las garantías legales para el ejercicio de esos derechos y deberes, sacarían a los ciudadanos de su actual indefensión, y crearían un marco jurídico que contribuiría a la liberación del alma de la nación y de las fuerzas productivas, igualmente aherrojadas. Estas prioridades legislativas hablan por sí solas del carácter del modelo.

 

Análisis de la realidad exterior

En el ámbito internacional también coinciden diferentes causales de una nueva situación a nivel regional y mundial, cuya correlación de fuerzas no favorece la imposición de modelos autoritarios, populistas o totalitarios que quedan en este cambio de época. Se pueden mencionar algunos:

  • Los países de América Latina ya han probado que el llamado “socialismo del siglo XXI” es el mismo o peor que los arcaicos “socialismos” de inspiración marxista-leninista. Aunque nadie ha escarmentado por cabeza ajena, sin embargo, ahora todo el mundo que lo ha sentido sobre la cabeza propia, intenta sacudirse de lo que le ha caído sobre los hombros.

 

  • Las alianzas y organismos con esa inspiración uniformadora del socialismo en la región han desaparecido, o son inviables por la división interna.

 

  • Los Estados Unidos de América, luego de cuatro años de una administración decidida a las mayores presiones del embargo económico, comercial y financiero, deja una herencia intrincada a la nueva administración que ha anunciado cambios en esa política. Los errores y la falta de tiempo de la administración Obama es un precedente político importante que, seguramente, asesores y congresistas le recordarán a la presidencia de Biden, en el sentido de establecer una dinámica de auténtica política exterior en la que el diálogo y la negociación no sean unilaterales, sino que se establezca un “toma y daca” que sea evaluable y evaluado en la marcha, tanto por ambos gobiernos como por ambas sociedades civiles.

 

  • En estas relaciones entre Cuba y los Estados Unidos de América, la sociedad civil de ambas naciones tienen que ser reconocidas como interlocutoras válidas y protagonistas de toda negociación y diálogo. Sin la participación activa y la escucha y atención a las legítimas demandas de la sociedad civil, lo más probable es que se vuelvan a cometer los errores que de ambas partes ocurrieron.

 

  • Una vez más queremos reiterar claramente que los cambios que Cuba necesita son responsabilidad del pueblo cubano, ejerciendo su propia soberanía ciudadana y reconociendo que todos los cubanos, de la Isla y de la Diáspora, sin exclusión ni descalificaciones, somos “los protagonistas de nuestra propia historia personal y nacional” (san Juan Pablo II).

 

  • La Unión Europea, por su parte, está escuchando y consultando a la sociedad civil cubana en coherencia con una política exterior que reconoce como interlocutores igualmente válidos al Estado y al tejido cívico independiente. Consideramos que la Unión Europea como bloque regional, y los países que la componen, en particular España que tiene  una larga y estrecha relación histórica, cultural y familiar, pueden servir de sano equilibrio y constructivo aporte a los cambios que el soberano pueblo cubano decida para sí mismo.

 

Propuestas de solución: libertad más responsabilidad

No debemos quedarnos en el análisis de la realidad, ni en una queja estéril. A la denuncia deben unirse las propuestas. Para poder solucionar todo lo anterior, los cubanos necesitamos conjugar bien la fórmula de libertad con responsabilidad. En efecto, ninguna de estas realidades internas y externas podrá cambiar, ni por la vía de la presión, ni por la vía de un auténtico diálogo y una negociación minuciosamente evaluada, sino está acompañada por mediadores y garantes, y con la participación de la sociedad civil cubana.

La sociedad civil es la soberana de la gobernanza y la posibilitadora de la gobernabilidad en cualquier nación. Para ello, debe crearse el marco jurídico, de la ley a la ley, en el que se pueda ejercer la libertad interior de cada ciudadano y las libertades civiles, políticas, económicas, sociales y culturales que son intrínsecas de la naturaleza humana.

Sin libertad toda reforma fracasará, porque solo la emancipación del alma humana, dígase de la subjetividad de los ciudadanos en una ecología humana sostenible favorece la expansión del espíritu creador, emprendedor y solidario de los cubanos. Todo proyecto venido, impuesto o consultado desde arriba o desde fuera, carecerá de los protagonistas y ejecutores de los cambios: es decir, el soberano de las transformaciones.

Y como también decía san Juan Pablo II: “Sin solidaridad no hay libertad”. En este cambio de época, en esta aldea global interconectada e interdependiente, ningún pueblo puede ejercer sus libertades sin la solidaridad, el apoyo y el acompañamiento de los demás pueblos y Estados. Tampoco sin la solidaridad entre los diferentes grupos de la sociedad civil que busquen una unidad de propósitos, respetando y valorando la indispensable diversidad de proyectos, métodos y roles.

Una cosa es la solidaridad y otra la injerencia. Una cosa es el subsidio económico que crea dependencia, y otra la solidaridad internacional que crea libertad y capacidad de gestión soberana. La propia experiencia de Cuba, con su larga data de dependencias, primero de la extinta Unión Soviética, y luego de la ahora empobrecida Venezuela, son ejemplos de lo que no debe repetirse. La “solidaridad” que crea dependencia e injerencia, no libera. La única solidaridad que libera es la que empodera a los ciudadanos para que puedan ejercer sus libertades y derechos.

El otro término de la fórmula cívica es la responsabilidad. Sin libertad no puede haber responsabilidad, y viceversa. Sin asumir la responsabilidad personal no puede haber libertad verdadera y duradera. Nadie puede asumir por nosotros los cubanos nuestra responsabilidad para resolver los problemas que tenemos, y que hacen de este año 2021 un año crucial y sin retorno.

El daño antropológico que producen los sistemas totalitarios tiene como principal causa la confiscación de las libertades civiles, políticas, económicas, sociales y culturales. Cuando durante décadas, a través de cuatro generaciones, se constriñe el ejercicio de la libertad interior y se eliminan las libertades ciudadanas, las personas van haciendo dejación de su responsabilidad. Es el síndrome de la domesticación pasiva.

Se dimite la responsabilidad personal y se entrega en manos del Estado paternalista, que entonces puede ejercer un control totalitario sobre la persona y la nación que ha abdicado su responsabilidad personal y colectiva en manos de unos pocos. Estos pocos, al ver la adaptación pasiva de sus compatriotas, los convierten de ciudadanos en súbditos y se acostumbran a decidir el “día cero”, los lineamientos, las políticas públicas, los textos constitucionales y hasta los horarios de los comercios, que luego son “bajados”, “explicados”, o cuanto más “consultados”, para introducir cambios accesorios manteniendo la esencia y la estructura medular de lo consultado.

Confiamos en que este año crucial de 2021, por fin, los cubanos de la Isla y de la Diáspora, que formamos la única nación soberana, podamos tomar conciencia de esta fórmula de la convivencia social en su más alto grado: libertad más responsabilidad. No es una fórmula mágica, ni un descubrimiento actual. Es la esencia de la dignidad humana y de la vida en sociedad. No es la única fórmula, ni una solución mecanicista al estilo del “Deus ex machina” de la tragedia griega. Pero creemos que podría ser uno de los caminos cívicos que nos conduzca, después de tanto laberinto, hacia ningún lugar, hacia la edificación entre todos de una nación moderna, democrática, próspera y feliz, hasta donde es posible en este mundo, no hasta donde un grupo de compatriotas, sea cual sea, decida “conducirnos” a costa de la libertad y la responsabilidad de cada cubano.

Estos son nuestros deseos y proyectos cuando ya avanza el 2021: un año crucial y sin retorno. Ojalá que así sea con el menor costo humano y social posible, y siempre en paz.

Pinar del Río, 28 de enero de 2021

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