Editorial 105: LAS ENSEÑANZAS DE LAS ACTUALES PROTESTAS EN CUBA

Foto de Adrián Martínez Cádiz

Después de las protestas multitudinarias a lo largo de toda Cuba aquel 11 de julio de 2021, de la represión desatada y de los injustos años de cárcel que convirtieron a pacíficos manifestantes en más de mil presos políticos, hubo variados comentarios entre los cuales uno impactó negativamente en la opinión pública. Nos referimos a aquella aseveración que decía: “Después de la descomunal represión y de tantos años de prisión no habrá más protestas en Cuba”. Otros aseguraban, “no habrá más manifestaciones pacíficas en la Isla”.

Cuatro años después, la vida, la realidad y la dignidad de los cubanos se han vuelto a demostrar reiteradamente. En efecto, prácticamente no ha pasado un mes en que no se haya reportado, mediante las redes sociales, alguna protesta, focos de malestar expresados públicamente y otros cientos a través de las plataformas digitales exponiendo su rostro e identidad abiertamente.

Algunos de los excarcelados, gracias a la mediación de la Iglesia, manifestaron también abiertamente su descontento y se pusieron al servicio de obras sociales de atención los más vulnerables. Las voces de sacerdotes, religiosas y laicos, de evangélicos y masones, también han expresado sus opiniones, críticas y propuestas para hacer ver la crítica situación que sufre Cuba hoy y la urgente necesidad de cambios estructurales profundos.

La última gota que vuelve a “derramar la copa” es la enérgica, concienzuda y pacífica protesta de estudiantes universitarios ante la errónea decisión del régimen, a través de ETECSA, el monopolio estatal de las comunicaciones, de restringir el acceso a datos de Internet con dinero cubano y subir las tarifas para recaudar, aún más, divisas provenientes de familiares y amigos cubanos y extranjeros que recargan desde el exterior.

Cada vez que algunos se han preguntado: ¿por qué las universidades cubanas no se parecen a todas las del mundo libre en que los estudiantes encabezan las protestas pacíficas que es un derecho humano universal? la respuesta era que “la universidad es para los revolucionarios”, que las aulas de la educación superior estaban totalmente controladas y supeditadas a la “dictadura del proletariado” representada por el único partido.

La realidad es tozuda. La realidad es siempre fiel a la verdad. A la verdad tangible y a la verdad espiritual trascendente. La realidad actua silenciosa e ininterrumpidamente. La realidad es acumulativa y tiene memoria social. La realidad vence siempre a la mentira.

Ha llegado la hora de que aprendamos de la realidad de nuestra propia vida en Cuba. Es hora de que aceptemos a la historia y al acontecer cotidiano como maestros de la vida personal y nacional. Este es el tiempo de levantar nuestras cabezas, aprender a pensar por nosotros mismos, alzar nuestra vista de la cochambre existencial y otear el horizonte de la libertad que clarea cada vez más diáfanamente.

Es hora de hilar los acontecimientos. Es hora de ponerle articulaciones racionales a los eventos, porque aislados son ilegibles y a veces contradictorios, pero cuando logramos hilvanar los acontecimientos, interrelacionarlos entre sí, interpretar los signos y señales que nos envían al reunirlos en una lectura continuada y contextualizada, entonces lo disperso cobra unidad lógica. Las articulaciones se estructuran en una columna vertebral que endereza el cuerpo de la opinión pública doblegada y manipulada, al mismo tiempo que yergue al cuerpo social sobre la esencia indeleble de su propia dignidad.

No hay represión que pueda borrar esa esencia de la naturaleza humana que es su dignidad, su verdad y su libertad que Dios mismo ha esculpido en la persona humana hecha a su “imagen y semejanza”. No hay represión alguna que pueda durar por tiempo indefinido. Ni represión que pueda crecer imparablemente como si no hubiera un mañana. Nuestra propia historia cubana, unida a la historia universal, nos enseña que nada ni nadie puede sepultar para siempre a la verdad, a la libertad y a la justicia.

Entonces, la enseñanza principal que deberíamos sacar los cubanos del devenir de la sinrazón, de la mentira, de la opresión y de las injusticias, sería que acabáramos de aprender que la violencia no es el camino para salir de este laberinto, que la represión no vence a la realidad, que la mentira desmoraliza a quienes la usan de pretexto y que ninguna propaganda puede vencer a la verdad.

Por tanto, es hora de parar todo eso antes de que sea demasiado tarde. Abramos para Cuba, para cada cubano, aquí y en la Diáspora, los caminos de la dignidad, de la verdad, de la libertad y de la justicia, que son los únicos que podrán sanar, verdadera y profundamente, el daño antropológico causado por el totalitarismo en el alma de la nación cubana. Esta es una condición necesaria para levantar el edificio de la República renovando su espiritualidad, trabajando para el progreso y creando las bases para la consecución de la felicidad posible viviendo en esta tierra.

Vale la pena. Arriba la esperanza realista.

Pinar del Río, 14 de junio de 2025

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